Imitación de Cristo - Tomás de Kempis, capítulo VII
(Todos los días se irán agregando uno o dos capítulos, para que la lectura pueda ser meditada despacio y con atención)
Como se ha de huir de la vana esperanza y de la soberbia
1. Vano es todo aquel que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas. No te avergüences por servir a otros o ni aparecer pobre en la tierra por amor de nuestro Señor Jesucristo. No confíes en ti mismo, sino coloca toda tu esperanza en Dios. Haz lo que esté de tu parte y Dios ayudará tu buena voluntad. No lo fíes todo a tu ciencia , ni a la habilidad de quien quiera que sea, sino a la gracia de Dios que ayuda a los humildes y humilla a los soberbios (Judith VI, 15)
2. No te vanagloríes de las riquezas ni de los poderosos amigos que tengas, sino espéralo todo de Dios que es el Dador de todo y está además, deseando darse a sí mismo. No te envanezcas de la robustez y belleza de tu cuerpo, porque a la más ligera enfermedad, se corrompe y afea. No te engrías por tu habilidad y buen ingenio, porque desagradarás a Dios de quien has recibido todo lo bueno que naturalmente tienes.
3. No te reputes mejor que los otros (Job IX, 20) no sea que delante de Dios, que sabe lo que vale el hombre, (Juan II, 25) seas tenido por el peor de todos. No te ensorbebezcas de tus buenas obras, porque Dios juzga muy distinto que los hombres y con frecuencia, lo que a estos agrada a Aquel desagrada. Si tienes alguna cosa buena, piensa que los otros las tienen mejores y asi te conservarás humilde: porque nada te daña el considerarte inferior a todos, pero te dañará mucho el considerarte superior a uno solo. El humilde goza de una paz perpetua; en el corazón del soberbio anidan la indignacion y la envidia.
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