Imitacion de Cristo de Tomas de Kempis Capítulo I
(Todos los días se irán agregando uno o dos capítulos, para que la lectura pueda ser meditada despacio y con atención)
Libro Primero
Capitulo primero
De la imitación de Cristo y desprecio de todas las vanidades del mundo
1. Quien me sigue no anda en tinieblas dice el Señor (Juan 8, 12). Con estas palabras nos amonesta Cristo a imitar su vida y obras, si queremos vernos iluminados y libres de toda ceguera de corazón. Sea pues, nuestra principalísima ocupación, meditar la vida de Jesucristo.
2. La doctrina de Cristo es más excelente que las doctrinas de todos los santos y quien se hallare revestido de su espíritu, hallará en ella, maná escondido. Por el contrario, hay muchos que, a pesar de la frecuente lectura del Evangelio, sienten poco deseo de su doctrina, porque no tiene ese espíritu de Cristo (Apoc 2, 17). Por eso, quien desee entender y gustar plenamente la doctrina de Cristo, es necesario que se esfuerce en ajutar a ella su vida.
3. Porque, qué te aprovecha disertar con profundidad sobre la Trinidad, si careces de humildad sin la cual desagradas a esa misma Trinidad? Verdaderamente las palabras sublimes no hacen al hombre santo ni justo; en cambio una vida virtuosa le hace amigo de Dios.
Prefiero sentir la compunción a saber definirla. Que te aprovecharía,sin la gracia y amor de Dios, saber de memoria toda la Biblia y las sentencias de todos los filósofos? Vanidad de vanidades y todo es vanidad (Ecctes 1, 2), menos amar a Dios y servirle a El solo. La verdadera sabiduría consiste en llegr al cielo despreciando al mundo.
4. Por lo tanto, vanidad es buscar las riquezas caducas de este mundo y confiar en ellas; vanidad andar tras los honores y altos empleos; vanidad acceder a los deseos de la carne por los que hemos de ser después gravemente castigados; vanidad desear una larga vida sin cuidar que sea buena; vanidad cuidar solamente de esta vida y no acordarse del futuro; vanidd es, finalmente, amar lo que pasa con tanta rapidez y no correr presurosos a donde el gozo es perpetuo.
5. Acuérdate con frecuencia de aquel adagio: ni el ojo se cansa de ver, ni el oido de oir (Tb 8) Procura pues, apartar tu corazón del amor de las cosas visibles y ocúpale en el amor de las invisibles; porque los que siguen sus inclinaciones sensuales, manchan su conciencia y pierden la gracia de Dios.
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