Una barca pequeña, frágil. Una barca en medio del mar de la vida. Un mar que se presenta sereno y generoso en sus frutos. Pero que es terrible en su cólera. La travesía por el mar, sin duda fascinante, resulta peligrosa. Durante la noche y la borrasca es fácil perder el puerto y no llegar a la otra orilla. En medio de este mar fluctuante y caprichoso, es necesario encontrar un punto fijo, un guía seguro. Y es en este momento cuando lo encontramos, o mejor dicho, se nos revela. Jesús nos lo dice clarísimo: ´´Yo soy la luz de este mundo´´. El es nuestro faro. Faro de esperanza y salvación. Este Faro nos señala dónde está el puerto seguro y, además, traza el camino con su luz. Un camino estrecho, pero claro. Durante la travesía las sirenas de nuestro egoísmo y sensualidad nos llamarán para separarnos del camino. Cuidado! Recuerda que sólo Cristo es el Camino. Por si esto fuera poco, contamos con otro auxilio. San Bernardo exhortaba así a los cristianos: "S