Somos una barca
Una barca pequeña, frágil. Una barca en medio del mar de la vida.
Un mar que se presenta sereno y generoso en sus frutos. Pero que es terrible en su cólera.
La travesía por el mar, sin duda fascinante, resulta peligrosa.
Durante la noche y la borrasca es fácil perder el puerto y no llegar a la otra orilla.
En medio de este mar fluctuante y caprichoso, es necesario encontrar un punto fijo, un guía seguro. Y es en este momento cuando lo encontramos, o mejor dicho, se nos revela.
Jesús nos lo dice clarísimo: ´´Yo soy la luz de este mundo´´.
El es nuestro faro.
Faro de esperanza y salvación. Este Faro nos señala dónde está el puerto seguro y, además, traza el camino con su luz. Un camino estrecho, pero claro.
Durante la travesía las sirenas de nuestro egoísmo y sensualidad nos llamarán para separarnos del camino. Cuidado! Recuerda que sólo Cristo es el Camino.
Por si esto fuera poco, contamos con otro auxilio.
San Bernardo exhortaba así a los cristianos: "Si alguna vez te alejas del camino de la luz y las tinieblas te impiden ver el Faro, mira la Estrella, invoca a María".
Si se levantan los vientos de las tentaciones, si te ves arrastrado contra las rocas del abatimiento, mira la Estrella, invoca a María.
Que nunca se cierre tu boca al nombre de María, que no se ausente de tu corazón.
No dudemos ni un sólo instante de pedir su maternal cariño y protección. Si la sigues, no te desviarás; si recurres a Ella, no desesperarás. Si Ella te sostiene, no vendrás abajo. Nada temerás si te proteje; con su favor llegarás a puerto.
Hermanos, Dios nos bendice
Seamos Iconos
Padre Manuel de Jesús
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