El que dice es muy inferior al que hace. Mejor es hacer que decir. Has dicho muchas veces que te ibas a corregir de tus efectos Que no serías tan impetuoso, tan violento, tan irreflexivo, tan.... lo has dicho muchas veces y te lo has dicho a ti mismo. ¿No habrá llegado el tiempo de hacer, más que de decir? Todas las palabras no pesan como una sola obra. Cuando has hablado a los otros, les has dicho cómo deben ser consigo mismos, con sus familiares, con todos los demás... ¿No será tiempo de que no hables tanto y hagas tú lo que les dices que deberían hacer ellos? Indudablemente la promesa tiene su valor; al menos denota una buena voluntad que siempre debemos suponer sincera. Pero si la promesa es buena, mucho mejor es la realización. "Todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena" (Mt. 7, 26) No basta escuchar la palabra del Señor, es preciso practicarla; por eso María Santísima fue proclamad