María, siempre humilde y obediente
Ella, en la humildad de su faena diaria, de su trabajo y silencio hecho oración, era tan apóstol como el que más. Por: El Paraíso de Nazaret | Fuente: Catholic.net Humildad en Belén El nacimiento del Mesías no pudo haber sido más sencillo y humilde. Una cueva. Un pesebre con pajas. Un buey y una mula. Simplicidad y ocultamiento envueltos en silencio. Pero no muy lejos de allí, un ángel del Señor se presentaba a unos pastores y les anunciaba con júbilo: “os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor”. Luego, una multitud del ejército celestial que se puso a armar un jaleo imponente en el cielo, cantando a grandes voces... Los pastores, al llegar al lugar del nacimiento, contaron emocionados todo eso a María. Todos se maravillaban de lo que decían aquellas simples personas, mientras Ella, “por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón...” No es esa la reacción normal de una mujer o de un hombre ante tales acontecimientos... Cualquiera de nosotros se hubie