Comentario 18 de Enero del 2018: ¿Por qué seguimos a Jesús?
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Encontramos en la liturgia de la Palabra el día de hoy al Rey Saúl queriendo matar a David por celos y por envidia, por el hecho de que cuando regresaron de la batalla que emprendieron contra los filisteos, las mujeres de todo Israel salieron a recibirlos danzando y cantando: “Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles”. Éste hecho fue lo que desató la furia de Saúl y lo que provocó el deseo de eliminarlo de su camino.
No cabe duda que hay quien solamente vive sintiéndose más que los demás y buscando solamente el protagonismo, que más que servirle a Dios por amor, solamente le sirve por pura competencia o por rivalidad, por capricho, solamente por la imagen que va a dejar delante de los demás. Servir así, con el tiempo cansa y fastidia. Pero así se encuentra el Rey Saúl, como ve que David es más querido y apreciado por el pueblo de Israel, ahora tiene deseos de eliminarlo. Piensa que su problema se termina deshaciéndose de David. Hoy también nos encontramos a quienes creen que la solución más rápida para acabar con aquella persona que les hace sombra, que la ven como un estorbo o una amenaza porque los cuestiona o porque simplemente camina y respira es, hacerle brujería, secuestrarlo, involucrarlo en problemas legales para que vaya a parar a la cárcel o, simplemente eliminarlo de la faz de la tierra. Quien piensa y vive así, ni crea que Dios le ayuda o que está con él, quien está con él es el demonio.
Pero, si se quiere llegar a ser grande y apreciado, hay que ponerse al servicio de los demás, un servicio generoso, sincero y alegre. ¿Pero qué significa servir? Servir significa hacer lo que me toca, lo que me corresponde y hacerlo de buena gana. Debemos poner al servicio de los demás los dones y talentos que Dios nos dio para hacer lo que él nos está pidiendo que hagamos, para cooperar con su plan, para hacer su voluntad. El servicio generoso y humilde elimina todo tipo de celos, de envidias y de protagonismos. Es sano reconocer que hay personas mejores que nosotros, que están dotadas de excelentes cualidades, que saben más que nosotros, que son más simpáticas que nosotros, pero eso no significa que ellos sean un problema o que nosotros seamos menos que ellos. Bendito Dios que haya personas que pongan al servicio de la vida y de la paz lo que Dios les dio.
Ese es el gran problema del Rey Saúl, que se siente menos que David, no se siente amado y querido por Dios, tiene un gran complejo de inferioridad. No sabe lo que significa amar, compensar y tratar bien a los demás. El problema de los celos y envidias nace de un gran elevado amor propio y de la falta de humildad. Qué bueno que existen personas con más dotes, con más talentos y con una mejor claridad de ideas que nosotros, pues si no las hubieran, seguramente que ya todos estuviéramos perdidos como le sucedió a Saúl frente a Goliat.
No obstante, notamos el poderoso papel de intercesor de Jonatán frente a su padre Saúl por la vida de David: “Que el Rey no peque contra su servidor David, ya que él no ha pecado contra ti. Al contrario, sus acciones te reportan grandes beneficios. Él se jugó la vida cuando derrotó al filisteo…” De este modo, Jonatán nos enseña el valor de la vida, el valor de la amistad, el valor de la religión y el significado del verdadero amor a Dios. Jonatán fue capaz de lograr que su Padre eliminara cualquier tipo de sentimiento negativo contra David, hizo posible que le volviera la paz y que valorara la vida y el servicio de David. Jonatán nos enseña que los enemigo no son aquellos que tienen buena disposición para servir, para hacer el bien y para lograr que una comunidad y que todo un pueblo progresen. El verdadero enemigo es aquél que divide, el que mete cizaña en el corazón y hace la guerra, el que se empeña en echar abajo los planes de Dios porque no quiere que lo conozcan y que lo amen.
Tengamos mucho cuidado, no vaya a ser que nuestras comunidades estén divididas a causa de los celos y la envidia, a causa de convertir nuestro cristianismo en competencia y rivalidad, en un descarte y rechazo a los demás debido a la búsqueda de protagonismo y de la propia gloria y no la de Dios. Jonatán nos enseña a buscar la paz, no a seguir metiendo más cizaña en el corazón de los demás para fomentar el odio y las discordias, las disputas y las peleas, la violencia y la guerra. Solamente el cristiano que ama de verdad a Dios es capaz de amar a su hermano, de defenderlo y de promoverlo para que sea mejor y para que llegue a ser lo que está llamado a ser. Sin embargo, el que no ama a su hermano, le pone piedras en el camino para que tropiece y caiga, para que quede en ridículo y todos se rían de él. Vivir así no es vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, sino de acuerdo al pensar y querer del demonio.
Ya en el evangelio notamos que una gran multitud se le acercaba a Jesús: “Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo”. Y nosotros, ¿porqué seguimos a Jesús? ¿Lo seguimos por amor y por eso le servimos, o lo seguimos mientras estamos enfermos o necesitamos algo de él? ¿Buscamos que Jesús solo resuelva nuestra vida y nuestras necesidades o tratamos de vivir de acuerdo a su evangelio?
Pidamos a Nuestra Madre, Nuestra Señora de la Paz, que nos ayude a buscar la paz del corazón para que fomentemos esa paz en nuestras comunidades.
Que así sea..Vírgen María Madre Inmaculada ayudanos a ser cada día mejores..amén
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