Es común ver que cada vez vivimos más encerrados en nosotros mismos, ¡cómo no! ¡Con la cantidad de ocupaciones, problemas, gestiones que nos abruman! Apenas podemos vivir para nosotros mismos, ¿y nos tiene que dar tiempo para vivir por los demás? Es una tontería plantearlo así, lo sé, pero puede pasar. Puede pasar, porque, aunque no lo expongamos de esta manera ni justifiquemos nuestro encierro con razones que suenan egoístas, lo cierto es que nos olvidamos. Nos olvidamos de lo que podemos hacer por los demás. Quizás sabemos que lo debemos hacer, pero en el trajín del día a día… se nos pasa. Pero, ¡tenemos un papel importante para los demás! Aunque sepamos esto, en realidad nunca sabemos cuánto podemos influir en la vida de los demás. Un pequeño acto de generosidad, como querer arrancar una sonrisa a un ser querido, dar una alegría a un extraño, no cuesta nada. Sonreír en la calle a un desconocido, dar un cumplido a un amigo, mirar a los ojos a quien nos habla, decir “ha