El demonio odia la Liturgia Tradicional pues es un exorcismo perpetuo
Cualquier movimiento en la liturgia hacia la liberación, el aplauso, la celebración o el cultivo del ego de los ministros y de los fieles es diabólico en su origen y en sus efectos.
Por Il Cammino dei Tre Sentieri / Peter Kwasniewski. 5 de mayo de 2019.
En la publicación mensual ‘Raíces Cristianas’ [Radici Cristiane] (n.142) se publicó una entrevista al profesor Peter Kwasniewski. Cuando la entrevistadora Chiara Chiessi le pregunta si el demonio odia la Misa en el rito antiguo, Kwasniewski responde:
El demonio odia la disciplina, el orden, la belleza, la humildad, el sacrificio, la alabanza litúrgica, la tradición y el sacerdocio. La antigua liturgia romana – y aquí hablo no sólo de la Misa, sino también del Oficio divino y de todos los sacramentales – está permeada de orden y belleza.
Ésta exige una inmensa humildad y disciplina por parte de los ministros, que deben celebrar de manera correcta y adecuada. Suprime deliberadamente el individualismo y el deseo de “aparecer” o de “ser uno mismo”. Tiende a la adoración y a la glorificación de Dios, con Cristo mismo como Sumo Sacerdote, y todos los demás como siervos. Paradójicamente, edifica y beneficia a los fieles, precisamente porque es teocéntrica y cristocéntrica, no antropocéntrica como la filosofía y cultura modernas.
Lucifer, la más bella de las criaturas de Dios, se enamoró de sí mismo. Su pecado fue el egocentrismo, la celebración de sí mismo. Así que cualquier movimiento en la liturgia hacia la liberación, el aplauso, la celebración o el cultivo del ego de los ministros y de los fieles es diabólico en su origen y en sus efectos. La Iglesia, en su sabiduría dada por Dios, desde siempre había comprendido el peligro de la personalidad ‘carismática’ y se ha guardado de ésta gracias a los ritos característicos por su objetividad, estabilidad, precisión, claridad dogmática, requerimientos ascéticos y nobleza estética.
Estas características contrastan ciertas tendencias recurrentes de la naturaleza humana, deteriorada, como la emotividad o el sentimentalismo, el relativismo, la ambigüedad, la causalidad, la indulgencia y el esteticismo (cuya total falta de gusto o dejadez es una mutación genética peculiar).
La antigua liturgia confiere al sacerdote el papel inequívoco de mediador sacramental y, en distinta medida, a los demás ministros. Este papel de mediador es signo viviente de la encarnación del único mediador entre Dios y el hombre, contra quien se rebeló Satanás.
La única ‘reforma litúrgica’ que Satanás busca es siempre aquella que aleje a la Iglesia de la Encarnación, de una economía sacramental arraigada en la carne eucarística de Cristo y de toda la estructura de los ritos, ceremonias y oraciones que la encarnan. En cada aspecto, el ‘usus antiquor’ es como un exorcismo perpetuo contra el demonio, y señala de manera continua el triunfo de Dios encarnado sobre el antiguo enemigo de la naturaleza humana. El hecho mismo de que la nueva liturgia haya abolido o abreviado los exorcismos donde quiera que hayan estado – en el rito del bautismo, en varias bendiciones, en el propio rito del exorcismo – habla por sí mismo.
Nos preguntamos si el confundido y atormentado papa Pablo VI mismo, percibiendo esta verdad cuando en 1972, sólo poco después de la introducción de la ruptura monumental del ‘Novus Ordo’, dijo: ‘Por alguna fisura, el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios’. Tal vez aquella fisura no era otra que las incesantes reformas litúrgicas del siglo XX – que culminaron con cambio de la ‘lex orandi’ – de proporciones propias de un terremoto.
Dios es Verdad, Bondad y Belleza
Il Cammino dei Tre Sentieri
[Traducción de Dominus Est. Artículo original]
*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com
Fotografía: Karilú Valdés
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