SALMOS
SALMO 1
Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados, ni sigue el camino de los pecadores ni se sienta en la junta de burlones, más le agrada la Ley del Señor y medita su Ley de noche y día.
Es como árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y tiene su follaje siempre verde. Todo lo que él hace le resulta. No sucede así con los impíos; son como paja llevada por el viento.
No se mantendrán en el juicio los malvados ni en la junta de los justos los pecadores. Porque Dios cuida el camino de los justos y acaba con el sendero de los malos.
SALMO 3
¡Señor, cuántos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mi! ¡Cuántos los que me dicen: Ya no tienes en Dios salvación!
Más tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi cabeza. Tan pronto como llamo al Señor, me responde desde su monte santo.
Yo me acuesto y me duermo y me levanto; el Señor me sostiene. No le temo al pueblo que me rodea, que por todas partes me amenaza.
¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, oh Dios mío! Tú golpeas en la cara a mis enemigos y a los malvados les rompes los dientes. La salvación viene del Señor, que tu bendición venga sobre tu pueblo.
SALMO 4 – ORACIÓN DE LA NOCHE
¡Cuando llamo, respóndeme, Dios mi defensor!
En la angustia tú me has dado sosiego: ten compasión de mí y escucha mi oración.
¿Hasta cuándo, señores, no querrán entender?
¿Por qué aman la falsedad y buscan la mentira?
Sepan que por mí maravillas hace el Señor, tan pronto como lo llamo, El me escucha.
Si tienen rabia, no se arriesguen, guárdenlo para ustedes, en la cama, y quédense luego callados.
Según la lay ofrezcan sacrificios y pongan su confianza en el Señor.
Muchos dicen: ¿Quién nos hará ver la dicha?
¡Muéstranos, Señor, tu rostro alegre!
Que rebosen de trigo y vino, más alegría das tú a mi corazón.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, pues tú solo, Señor, me das seguridad.
SALMO 8
¡Oh Señor, nuestro Dios, qué grande es tu nombre en toda la
tierra!
Y tu gloria por encima de los cielos
Hasta bocas de niños y lactantes recuerdan tu poder a tus
contrarios y confunden a enemigos y rebeldes.
Al ver tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas
que has fijado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él?
¿qué es el hijo de Adán para que cuides de él?
Un poco inferior a un dios lo hiciste, lo coronaste de
gloria y esplendor. Has hecho que domine las obras de tus manos, tú lo has
puesto todo bajo sus pies: ovejas y bueyes por doquier, y también los animales
silvestres, aves del cielo y peces del mar, y cuantos surcan las sendas del
océano.
¡Oh Señor, Dios nuestro, qué grande es tu Nombre en toda la
tierra!
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