Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, 
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles

Hoy celebramos la Cátedra del apóstol San Pedro, se trata de una de las celebraciones más antiguas del cristianismo. A pesar de que la silla o cátedra se veneraba ya desde los primeros siglos, no se trata de la sede o silla física simplemente, sino de la misión que Jesús encomendó a Pedro de fortalecer a sus hermanos en la fe; se trata de una autoridad con potestad suprema recibida para servir; se trata de un poder para servir la causa de la unidad fundamentada sobre la verdad que es el mismo Cristo Jesús, cabeza suprema de toda de la Iglesia.
“El evangelio de hoy nos recuerda que Jesús ha querido para su Iglesia un centro visible de comunión en Pedro y en aquellos que le iban a suceder en la misma responsabilidad primacial, que desde los orígenes han sido identificados en los obispos de Roma, la ciudad donde Pedro y Pablo han dado testimonio de la sangre”. (Papa Francisco).
Esta misión de Pedro le fue encomendada de parte de lo alto. Tras haberse adherido a Jesús, haberlo confesado como el Mesías, el Hijo de Dios vivo y haber reconocido que solamente en él se puede alcanzar la vida eterna, Jesús le dijo: “Feliz de ti Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Como un don de Jesucristo para nosotros, el edificio de su Iglesia se apoya sobre el príncipe de los apóstoles, quien goza de una ayuda peculiar para realizar esta misión. Él tiene poder para abrir las puertas del cielo, para atar y para desatar. <<Es escogido sólo Pedro para ser antepuesto a la vocación de todas las naciones, a todos los apóstoles y a todos los Padres de la Iglesia>> (San León Magno).
Pedro fue elegido por amor para servir. Pedro no tiene cualidades humanas únicas, la biblia es tan sincera al presentar las fallas y debilidades de Pedro, sin embargo, si algo construyo Cristo en Pedro, fue la fe inquebrantable sobre la que es posible sostener y alimentar la fe de los demás. De muy poco sirve tener grandes talentos o cualidades si no los ponemos al servicio de los demás para alimentar la fe, para unir y enriquecer a la Iglesia. Sin embargo, Pedro lleno de fe, con sus debilidades y pobrezas, fue capaz de enriquecer, unificar y fortalecer a todos sus hermanos provenientes de distintas partes del mundo.
Muchas veces pensamos que lo único que importa es el grado de intelectualidad o los dotes de talentos y cualidades que puede llegar a tener un dirigente, sin embargo, Pedro nos enseña que para ser verdaderos líderes o dirigentes también es necesario confiar y servir al Señor en los hermanos para robustecerlos, unificarlos y atraerlos hacia él. El racionalismo nos hace creer que cada persona puede sostenerse sin otra fuerza que la de sus propias certezas, es necesario reafirmar nuestra fe y pedir constantemente la luz del Espíritu Santo para que siga guiando e inspirando a todos los que formamos parte de éste cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Por eso, el verdadero pastor no debe gobernar a la fuerza… como déspotas… esperando ganancias; más bien debe ser ejemplo y ser fiel a su vocación, siguiendo siempre los pasos y los modos de Jesús, el supremo pastor: apacienten el rebaño de Dios, que les ha sido confiado… Y cuando llegue el jefe de los pastores, recibirán la corona imperecedera de gloria. El verdadero pastor es el que gobierna (sirve), enseña y santifica a su rebaño, de ese modo edifica la Iglesia de Jesús.
Pero también  “con nosotros, hoy, Jesús quiere seguir construyendo su Iglesia, esta casa con cimientos sólidos, donde sin embargo no faltan grietas, y que necesita ser constantemente reparada, como en los tiempos de Francisco de Asís. Aunque nos sintamos piedras pequeñas, ninguna piedra pequeña es inútil, aún más, en las manos de Jesús se vuelve preciosa y todos nosotros nos convertimos en piedras vivas gracias a su amor,  y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia”. (Papa Francisco). Edifiquemos, no destruyamos la Iglesia de Jesucristo
Hoy, al celebrar la cátedra de San Pedro, además del asiento, la silla, celebremos la dicha de pertenecer a una comunidad viva cimentada en Cristo Jesús. Pero sobre todo, que la celebración de esta fiesta sirva para unir a toda la comunidad católica y renovar nuestra misión de llevar a Jesús a toda la humanidad, de evangelizar a todos aquellos que no han escuchado hablar de él y aún no le han aceptado como su Señor y Dios. No pensemos que no pertenecemos a nadie, pertenecemos al gran Pueblo de Dios, a su Iglesia que va en camino a la Patria eterna y donde todos somos hermanos e hijos de un mismo Padre. Recemos por el Papa Francisco. María, madre de la Iglesia, ruega por nosotros.

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