40 días por la vida Uruguay - Día 1


Cuarenta días por la vida
13 de febrero al 24 de marzo 2018
Día 1, martes, 13 de febrero de 2018

«Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito e inicuo: amplios sectores de la opinión pública justifican atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden la impunidad e incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias» 
San Juan Pablo II, Encíclica Evangelium Vitae, 4

Motivación del día 
¿Qué es la «cultura» de la muerte?

El término «cultura» de la muerte se refiere a una mentalidad, a una manera de ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la vida humana más débil e inocente por parte de los más fuertes y poderosos, de los que tienen voz y voto. El término «cultura» de la muerte fue acuñado por el Papa Juan Pablo II en su Encíclica El Evangelio de la Vida, publicada en 1995.
En realidad, la «cultura» de la muerte comenzó cuando Satanás engañó al hombre y este, por su propia voluntad, cayó en el pecado, pero ha sido en los últimos siglos que esta «cultura» de la muerte ha asumido unas características sin precedentes. San Juan Pablo II nos dice que la nueva forma que ha asumido la «cultura» de la muerte no tiene precedentes en la historia y es aún peor que antes. Ello se debe a que el progreso científico y tecnológico de los últimos tiempos, que por una parte es una bendición de Dios por todo el bien que hace, por otra, sin embargo, en manos de gente mala, ha sido utilizado para hacer el mal y para hacerlo a gran escala, como nunca antes. 
Pero ello no es lo peor. San Juan Pablo II explica que lo nuevo de esta «cultura» de la muerte es el hecho de que gran parte de la sociedad la justifica en nombre de una falsa libertad individual, e incluso ha logrado, en muchos países, que el gobierno la legalice y que un gran sector de la comunidad médica la practique.
El aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones son los ejemplos más tristes de esta situación que describe el Papa. Ya no se trata principalmente de una matanza de seres inocentes por medio de guerras y atropellos bélicos, sino de una silenciosa y sutil, pero más aún nefasta destrucción de la vida humana, que cuenta incluso con la aprobación de un gran sector de la sociedad, con el amparo de la ley y que es perpetrada precisamente por algunos de aquellos que se supone sean los primeros defensores de la vida: los médicos y otros profesionales de la salud.
Reflexión
Estamos viviendo tiempos muy difíciles para los que promovemos una cultura de vida: los medios de comunicación, la manipulación de informaciones, los medios económicos, los puestos de poder, los intereses personales e internacionales parecería que ya tienen ganada la batalla y que no hay mucho por hacer.
Los medios utilizados para promover la gran industria del aborto, la anticoncepción, la ideología de género, la educación hedonista desde la niñez, la destrucción de la familia, el poder político y económico para implementarlos, pueden desalentar a los promotores de la vida que van perdiendo la cercanía y fe en Dios, porque realmente es la lucha de David contra Goliat. Son tan limitados los medios y recursos materiales que contamos para contrarrestarlos.
¡Cuántos hermanos nuestros que padecen en carne propia los efectos de esta corriente antivida, incluso dentro del ambiente familiar influenciados por la manipulación de información o por actitudes de indiferencia y no compromiso por la lucha por la vida debilitan naturalmente las propias convicciones!
Viene a bien meditar profundamente este pasaje del Evangelio de Lc 18, 1-8.
Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!” Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme”.» Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?».
¿Podemos dudar de la justicia y bondad de Dios que es todo amor y bondad? El Señor tiene su tiempo, las respuestas no siempre son automáticas, y ¡son tantos pedidos que tenemos para hacerle en estos tiempos difíciles para la humanidad por el avance de la «cultura» de la muerte y para nuestra Iglesia que sufre terrible persecución especialmente en lugares intolerantes a la libertad religiosa! Hoy más que nunca debemos ser persistentes en nuestras oraciones, reforzar nuestra fe para trabajar en el lugar que el Señor nos ha destinado, para construir un mundo más solidario cómo el Señor quiere para todos nosotros.
Benditos sean a los que el Señor inspiró a promover la campaña de oración y ayuno por la vida, porque con más razón si sabemos que dos se unen a orar en su nombre Él se hace presente, ¡cuánto más si somos cientos o miles los que nos unimos en la misma plegaria por la vida! Él viene cada día en nuestro prójimo, pero cuando Él vuelva, como él nos lo dijo, que será en cualquier momento cuando menos lo esperemos, Dios permita nos encuentre en oración y con firme fe como el Señor espera de nosotros.
Gloria Adaniya – Perú
Intención del día
Oremos por todas las víctimas inocentes que sufren o mueren como consecuencia de una sociedad que promueve una «cultura» de muerte: por los niños por nacer, por las víctimas de actos terrorista, por las guerras y sus consecuencias, por los ancianos abandonados, por los que sufren persecución por sus creencias religiosa, para que nuestra persistente oración sea atendida por nuestro Buen Dios en bien de nuestros hermanos. 
 Oración para todos los días
ORACIÓN POR LA VIDA

Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y
amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén
San Juan Pablo II

Encíclica Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana

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