Vanidad de vanidades
El mundo trata de divertirse, de “matar el tiempo”, de pasarlo bien y gozarlo todo, y así pasa su vida inútilmente y va caminando por el sendero ancho de que se habla en el Evangelio, cuyo término es el Infierno eterno.
En cambio nosotros, los que tratamos de ser fieles a Dios, debemos tratar de ir por el sendero estrecho que ya recorrió primero Nuestro Señor. Es un camino lleno de espinas y es angosto pero, ¡qué Gozo nos espera al final! Y se podría decir que a pesar de las penas del camino ya vamos gozando porque caminamos con la esperanza cierta de que al final nos espera el Cielo donde seremos para siempre felices.
Los mundanos no tienen esta esperanza, pues caminan y no saben a dónde van, y entre distracciones y vanidades avanzan inconscientes del destino de tinieblas que les espera. Basta ver un domingo en una cancha de fútbol cómo se llena de gente la tribuna. Y podemos preguntarnos: ¿Cuántos de esos hombres han ido a Misa ese día? Porque el Domingo es el Día del Señor y se debe emplear para agradarle a Él y alimentar nuestra alma que durante la semana estuvo tal vez dispersa y ocupada en otras cosas materiales. Recordemos que los criterios del mundo no son los criterios de Dios y que Dios y el Mundo son enemigos. Miremos todas las cosas con los ojos de Dios, con los ojos de la Fe, y aprovechemos este tiempo de vida que tenemos sobre la tierra para ser cada vez más santos y conocer cada vez mejor a Dios y su propuesta, y saber diferenciarlos de Satanás y sus venenosas invitaciones.
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