Imitando a Jesús y a María. Laboriosidad.

Dice el dicho popular: “Que el demonio no te encuentre desocupado, porque te va a traer trabajo”. Es decir, que el ocio es ocasión para que el demonio nos traiga toda clase de tentaciones, en especial contra la pureza. Por eso Jesús y María eran laboriosos: Él, haciendo de carpintero, ayudando a San José, y también a su Madre; Ella haciendo las labores de la mujer ama de casa y trabajando por su Hijo y por su esposo.

El ocio está emparentado con la pereza, y ya sabemos que la pereza es un pecado capital, causa y origen de muchos otros pecados.

Entonces tengamos algún trabajo manual o intelectual, y aprovechemos el tiempo para estudiar, trabajar, hacer deportes, pero no nos entreguemos al ocio más de lo estrictamente necesario, porque terminaremos mal.

Imitemos a Jesús y a María en su laboriosidad, porque el trabajo templa el alma y nos hace constructores y creadores junto con Dios, de la Creación.

Dios castigó al hombre, tras el pecado, imponiéndole el trabajo. Pero el trabajo, más que un castigo, es una actividad beneficiosa para la mente y el espíritu, y también material, porque con él nos ganamos el pan de cada día y damos de comer a nuestros seres queridos.

“Ora et labora”. Ora y trabaja, es el lema de los santos. Y Jesús y María lo cumplieron a la perfección.

Jesús, María, os amo, salvad las almas