Deja tu tierra
Escucho:
"Deja tu tierra, tu parentela y la casa de tu padre y ve a la tierra que te mostraré"
Reflexiono:
En cada etapa de la vida, en cada ocasión, en cada cruce de camino, el Señor nos hace esta misma invitación. Casi diría que cada mañana el Señor vuelve a invitarnos a dejar de lado nuestra comodidad y a ponernos en camino. La sociedad toda busca estabilidad, seguridad. Nadie abandona todo de buenas a primeras. Se hace mucho cálculo. Se miden los pro y los contra ante cualquier decisión.
Me examino:
Señor, reconozco que necesito revisar mi vida a fin de descubrir cuáles son las motivaciones que se mueven y ver si soy capaz de lanzarme a la aventura de lo nuevo y asumir una permanente itinerancia, abandonando mis conquistas y mis inseguridades.
Oro:
Señor, a veces me parece demasiado lo que me pides cuando me invitas a ponerme en camino. Quizá es porque ya me he instalado. Pero me gusta tu invitación y veré cómo puedo complacerte.
¡Oh, Espíritu Santo! Ponme en camino desde adentro, desde lo más profundo de mi ser. Ayúdame a desapegarme de todo lo que me impide correr por el camino del amor.
Me comprometo:
A ponerme una y otra vez en las manos de Dios para que se cumpla siempre en mí y en todo su santa voluntad.
"Deja tu tierra, tu parentela y la casa de tu padre y ve a la tierra que te mostraré"
Reflexiono:
En cada etapa de la vida, en cada ocasión, en cada cruce de camino, el Señor nos hace esta misma invitación. Casi diría que cada mañana el Señor vuelve a invitarnos a dejar de lado nuestra comodidad y a ponernos en camino. La sociedad toda busca estabilidad, seguridad. Nadie abandona todo de buenas a primeras. Se hace mucho cálculo. Se miden los pro y los contra ante cualquier decisión.
Me examino:
Señor, reconozco que necesito revisar mi vida a fin de descubrir cuáles son las motivaciones que se mueven y ver si soy capaz de lanzarme a la aventura de lo nuevo y asumir una permanente itinerancia, abandonando mis conquistas y mis inseguridades.
Oro:
Señor, a veces me parece demasiado lo que me pides cuando me invitas a ponerme en camino. Quizá es porque ya me he instalado. Pero me gusta tu invitación y veré cómo puedo complacerte.
¡Oh, Espíritu Santo! Ponme en camino desde adentro, desde lo más profundo de mi ser. Ayúdame a desapegarme de todo lo que me impide correr por el camino del amor.
Me comprometo:
A ponerme una y otra vez en las manos de Dios para que se cumpla siempre en mí y en todo su santa voluntad.
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