Si a veces no podemos entender ni siquiera las cosas más simples, los hechos más comunes, ¿cómo pretendemos querer penetrar los misterios de nuestra santa religión católica? ¿Los misterios del dolor, la muerte, el sufrimiento, la Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios, etc.?
Hoy se ha extendido la malsana idea de que es posible entender todo con la sola razón humana, y lo que no se entiende con la razón, o no se cree, o se lo niega, o se los adultera.
¡No! Los misterios son superiores a la razón humana, y sólo entenderemos un poco mejor cuando estemos ya en el Cielo. Pero en la tierra debemos tener fe, que es la que nos irá como iluminando las distintas facetas de los misterios, y sin llegar a comprenderlos, los creeremos con mérito de nuestra parte, mérito que merecerá premio de Dios hacia nosotros que los hemos creído.
Sólo debemos tener un convencimiento completo de que Dios nos ama infinitamente, y que ha creado todo por amor, y nos ha creado por amor. Confiar en Dios que es bueno y aunque no entendamos los porqués en este mundo, sí entenderemos mejor en el más allá.
Basta que no nos rebelemos a Dios y a su voluntad, que a veces será voluntad positiva de Dios, y a veces será una voluntad permisiva de Dios, es decir, Dios podrá permitir algo en nuestras vidas o en las vidas de quienes amamos, pero será por sus inescrutables designios amorosos, pues siempre Dios es movido por el amor, aunque no lo entendamos según las apariencias.
Por eso también el Señor nos manda a que no juzguemos a nadie, ya que no sabemos qué resortes mueven a las personas, sus luchas, sus pensamientos, intenciones, traumas, problemas, etc., que forman como un complejo de causas que sólo Dios puede entender y juzgar con justicia, y no nosotros.
En definitiva es lo de siempre: debemos tener fe. La fe nos abre los caminos hacia los misterios de Dios, nos abre el camino de la felicidad, porque la fe lo es todo. Quien tiene fe, está seguro en este mundo porque sabe que hay un Bueno que lo cuida, Dios, y que vela por él y los suyos.
Tengamos fe, especialmente en estos tiempos en que la verdadera fe se está perdiendo. Leamos el santo Evangelio y comprobemos cómo el Señor premiaba la fe intrépida, segura, confiada, que arrancaba milagros de Sus manos.
Dios no nos pide que entendamos, sino que tengamos fe, que son cosas muy distintas. Hay muchas cosas que no vamos a entender, o porque son superiores a nosotros, y por lo tanto son verdaderos misterios, o porque no tenemos la información adecuada y completa. Entonces tengamos fe, que la fe tiene premio de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario