Cometario 27 de Diciembre del 2017: “Navidad es vivir en comunión”

Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, Parroquia Santa Marìa de los Ángeles


Hoy toda la Iglesia en su liturgia celebra la fiesta de San Juan Evangelista. Un día después de Navidad, celebra la fiesta del primer mártir de la fe cristiana, San Esteban. Y al día siguiente, la fiesta de San Juan, aquél que mejor profundiza en el misterio del verbo encarnado, el primer teólogo y modelo del verdadero teólogo. El pasaje de su evangelio que hoy se propone nos ayuda a contemplar la Navidad desde la perspectiva de la Resurrección del Señor. En efecto, Juan, llegado al sepulcro vacío, <<vio y creyó>>. Confiados en el testimonio de los apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a “ver” y “creer”.
“Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de vida. Esta vida se manifestó: nosotros la vimos y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes esta vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos ha manifestado”.
Cada “navidad con Jesús” que pasa, no tiene por qué dejarnos anestesiados ni aletargados. El peligro de estas fechas, que también es temporada de vacaciones, es que caigamos en el hartazgo de comer, de beber, de dormir, de viajar, de comprar, etc. En el mensaje del evangelista San Juan que hoy nos presenta la liturgia, encontramos que nadie que ha visto la salvación, la Palabra, el Verbo hecho carne, al mismo Jesus-Palabra de Dios, puede seguir indiferente. Quien ha visto a Dios hacerse hombre, un Dios que habla, un Dios que comparte su vida y que ofrece su salvación no le queda más que dejarse tocar el corazón para salir de ese aletargamiento que es fruto del egoísmo.
“Cada uno puede escuchar a Jesús, contemplarlo y sentirlo, dejándose transformar por Él, permitiendo que su Palabra se haga vida en la propia existencia. El hombre que vive lejos de esta Palabra cae en la desesperación, en el sinsentido de la vida, porque no se deja conducir por la voluntad de Dios. Meditar y gustar la Palabra divina es indispensable para todo hijo de Dios; por medio de ella recibe luz de lo alto, encuentra una guía de felicidad. Depender de aquél que lo sabe todo y lo puede todo es caminar hacia la victoria”. (Comentario Biblia Misionera).
En pocas palabras, la misión de todo cristiano consiste, primero, en dejarse tocar el corazón por la Palabra de Dios que es fuente de vida y de Salvación y, segundo, en convertirse en “testigo”, testimonio, anunciador de la vida que se le ha manifestado. “Y ciertamente, quien ha escuchado la Palabra de Dios no puede callar. En el v. 4 se afirma que <<escribir>> es una forma de anunciar, la cual produce un gozo pleno. Todo aquél que es llamado a compartir el mensaje de la Buena Nueva es fermento de verdadera alegría para muchos que, gracias a ese mensaje, pueden salir de la ignorancia y de las tinieblas del error. Descubrir a los hermanos el amor misericordioso de Dios, que levanta al que ha caído, es tarea de todos los que lo han conocido. El que sirve de mensajero, alcanza también la alegría completa al sentirse instrumento de reconciliación. (Comentario Biblia Misionera)
Así, entonces, el fruto del haber visto, contemplado, pero sobre todo de haber dado a conocer la Palabra de Vida, es la Alegría verdadera y completa. Ante el mundo de la informática, y de la tecnología donde prevalece más la imagen que la palabra, lo virtual más que lo espiritual, podemos darnos cuenta de cuán importante y necesario es que mostremos a un Dios cercano que se manifiesta a través de su Hijo vivo y Resucitado. Es necesario, entonces, que el hombre deje de contemplarse solamente a sí mismo y que sea capaz de contemplar a Dios e ir al encuentro de los más necesitados. Urge dar testimonio de la Palabra de Dios, de ello depende la salvación de una multitud.
Pero no solamente la alegría es fruto del dar testimonio de la Palabra de Dios, sino también la comunión. Navidad es vivir en comunión: “Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo”. La comunión que se suscita de sentirse parte de un pueblo amado, elegido y llamado a la vida eterna. Estar en comunión es, precisamente, “participar de”, recibir y compartir, aprender y, al mismo tiempo, ejercer un lenguaje, es llegar a ser con el otro. Es necesario que podamos volver a redescubrir el valor de lo que significa “comulgar con”. Más que entenderlo como participación de un mismo rito o aceptar una serie de normas eclesiásticas o doctrinas, se trata, mas bien, de dejarnos guiar por el mismo Espíritu, de hablar el mismo lenguaje del Señor, se trata de ser discípulos, testigos y anunciadores de la Palabra de Dios que se dejan mover por la caridad a los hermanos. De éste modo la Navidad se convierte en una vivencia del Amor infinito de Dios.

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