La santidad se forja en la familia: comentario 03 de Agosto del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Como en épocas
pasadas, hoy también hay situaciones y problemáticas que aquejan a la familia.
Los papás se sienten sobrepasados por los conflictos que viven con sus hijos,
muchos se desesperan y se angustian ante la división y la violencia
intrafamiliar. En el fondo de todo esto, está una fuerte carencia de Dios pues,
para muchos, Dios no existe ni tiene lugar en la educación de las familias
actuales.
La Iglesia
universal desea proponer modelos de familias de fe que, en medio de sus propios
desafíos y dificultades, encontraron en Dios fortaleza y paz. Tal es el caso de
la familia conformada por los esposos Luis Martín y Celia Guérin, padres de
Santa Teresita del niño Jesús. Ellos han conformado el primer matrimonio que
han sido elevados a los altares, los dos de manera simultánea. Este
acontecimiento da esperanza a las familias que, al igual que la familia Martín,
pasan por momentos complejos.
Es de admirar la
valentía de esta familia que, ante la crisis económica que se sufría en
Francia, emigra de Alencon a Lisieux buscando salir adelante y procurando el
bienestar de sus hijas. La pareja emprende nuevos negocios: Luis como joyero y
relojero, y Celia como pequeña empresaria de un taller de bordado. Con el
dinero que ganaban no solo solventaban los gastos de sustento de su familia, sino
que estaban siempre dispuestos a ayudar a los más necesitados.
La familia
Martin no era una isla embebida en su egoísmo sino un espacio de acogida. Procuraban
tratar dignamente a sus trabajadores, convencidos de que la caridad está
siempre unida a la justicia, y que la ética debía imbuir la vida de los
empresarios, poniendo en el centro de sus negocios a la persona. Después de 19
años de matrimonio, Celia murió a la edad de 46 años. Luis Martin tuvo entonces
que afrontar la tarea de llevar a delante a sus cinco hijas, procurándoles una
educación integral, sustentada sobre todo, en el amor. Después de vivir con
responsabilidad y abnegación la enfermedad de su esposa Celia, afrontó la
viudez y el encargo de sus amadas hijas con fe y generosidad. Siempre prefirió
el bien de sus hijas a sus gustos personales. Luis falleció de una
arterioesclerosis cerebral.
¡Cuántos pueden
encontrar en la familia Martin un estímulo para seguir adelante!: aquéllos que
tienen que emigrar en busca de un empleo y vida digna, o los que comienzan
desde cero para construir un patrimonio familiar.
Hay que notar
que las iniciativas, proyectos y actitudes de esta ejemplar familia, brotan de
una profunda vivencia de la vida cristiana. La transparencia de su amor
conyugal, su amor y unidad familiar y su amor al prójimo eran fruto del
conocimiento y entrega a Dios que vivían día a día. Su testimonio hace recordar
que <<la futura evangelización depende, en gran medida, de la Iglesia
doméstica (Familiaris consortio, 52).
Esta pareja de laicos cristianos, con su modo de vivir, anima a todos los
esposos a amarse con respeto y fidelidad hasta la muerte; a los padres, a
educar integralmente a sus hijos, sin dejar de lado el amor a Dios y al
prójimo; a los viudos (as), a vivir tal pérdida con fe; y a quienes afrontan
una enfermedad, a asumirla con actitud de abandono y confianza en Dios. A
propósito, va a llegar a decir San Pablo: “todo
lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4, 13).
Sin duda, los
primeros santos Luis Martin y Celia Guérin nos dejan un gran legado para toda
la Iglesia universal: primero, su ejemplo y testimonio de vida personal y
familiar; segundo, cuatro hijas religiosas, de las cuales, la más pequeña
–Teresita del niño Jesús- es Doctora de la Iglesia y patrona de las misiones.
La lección es clara: en la familia es donde se forja la santidad.
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