Amazonas. La vuelta al paganismo, consecuencia del método
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Por Guy Fawkeslein. Dominus Est. 27 de junio de 2019
La vuelta al paganismo, consecuencia del método
Continuando con los objetivos de la masonería, proponemos otros temas importantes, dada la incidencia que tienen en nuestra sociedad actual. No podemos perder de vista el ya tratado “método masónico” porque es la clave de comprensión de todo el entramado de ingeniería social que se está pretendiendo desde las logias.
Respecto del paganismo actual ya se apuntó anteriormente cómo la triada niños-virginidad-animales trata de actualizar los antiguos rituales y creencias paganas pero con renovadas prácticas cultuales. El paganismo que hoy se pretende es de corte pos-cristiano, es decir, el afloramiento a la superficie de las semillas de paganismos que se pensaban superadas en épocas precedentes. El objetivo es ir, poco a poco, enterrando todo resquicio a cristiandad, eliminándolo de la historia como si de una mala pesadilla se tratase. Para ello aplican la transmutación de valores y el cambio de nombres; en otras palabras se persigue la sustitución de la Iglesia católica y del cristianismo por una nueva religión de corte laico y sin trascendencia alguna.
Hoy asistimos impávidos a la paganización de la Navidad. Ésta ya no es una fiesta sobre el nacimiento de Dios en medio del mundo, ni el momento del año para meditar sobre la Encarnación del Verbo. Hoy la nueva Navidad es una fiesta de familia, pero sin referencia ninguna al misterio divino; la hemos convertido en una fiesta almibarada, dulzona, ñoña; en un compendio de consumo, mercado y excesos. También se ha convertido en la oportunidad laica para acordarse de los más desfavorecidos y así calmar las conciencias mientras gastamos y gastamos sin sentido. La consecuencia es que a medida que pasa el tiempo y todas las cosas van pasando y se esfuman en el baúl perdido del tiempo, la Navidad se vuelve amarga y difícil de llevar.
Hoy el calendario de los santos se ha convertido en el anuario de efemérides laicas: el día del saludo, el día del abrazo, la jornada de los animales, el día del cáncer, la festividad del orgullo gay, etc. La moral se ha vuelto laica y naturalista: solo la naturaleza bruta es paradigma de actuación siendo regulada única y exclusivamente por las conveniencias sociales, esto es, la corrección política. El “buenismo” es la norma última de vida: lo importante es ser buena persona. Pero el cristiano no se conforma con ser “buena persona”. No hace obras buenas por puro amor al ser humano, sino porque en ellos reconoce al mismo Dios, como nos dice Jesús en el evangelio “cada vez que lo hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (cf. Mt 25, 40).
Y en esto, los cristianos hemos de estar muy atentos porque de un tiempo a esta parte se ha ido reduciendo el mensaje cristiano al “buenismo” descafeinado en que con “ayudar al prójimo hay bastante”. Se reduce el mensaje de la salvación a una ética intramundana sin trascendencia alguna. La eternidad no tiene sentido, pues lo importante es ser feliz y hacer feliz al otro en esta vida. Y lo peor de este “buenismo” es que esta preñado de pelagianismo. ¿Qué es el pelagianismo? Es una herejía del s. IV, cuyo difusor fue Pelagio (de ahí el nombre) según la cual la gracia de Dios no nos aporta nada sino que Jesucristo es un ejemplo eximio para nuestro obrar. Se sustituye la gracia por la pura voluntad humana. Dios no interviene en nada sino que todo es decisión voluntaria y personal del hombre.
Por consiguiente, el pelagianismo derivó en una moral autónoma, es decir, regida por las decisiones de uno mismo sin tener en cuenta ningún fundamento absoluto. Al fin y al cabo, esta herejía, tan actual como antigua, deviene en un ateísmo práctico o lo que es peor, en una religión a la carta y sin incidencia en la vida personal. El drama del cristianismo del s. XX es que nos hemos dado cuenta tarde de que no hay asunción personal de la fe, originándose un catolicismo social sin repercusión en la vida privada.
Por otra parte, los nuevos movimientos ecologistas y animalistas ofrecen la continuación del culto a la naturaleza y a los animales. La mala antropología ha conllevado una mala concepción ecológica. El ejemplo más elocuente de este nuevo ecologismo que hace de la creación un objeto de culto sin referencia al Creador lo hallamos en la llamada “Carta de la Tierra”. Este documento redactado a caballo entre la Cumbre de Rio de Janeiro del 1992 y la de Johannesburgo del 2002 supone un neopaganismo panteísta que ofrece lo deseado desde hacía tiempo: una nueva ética para un nuevo tiempo. Entre los redactores de este documento, aparentemente, inofensivo destacan Michael Gorbachov, Steven Rockefeller o Federico Mayor Zaragoza (este último está detrás de la pretendida expropiación de la catedral de Córdoba). Este documento, poco después de su publicación, comenzó a recibir culto público. Escrita en un papiro, fue guardada en un arca, llamada de la esperanza. Este arca fue llevada en procesión desde el Centro Interconfesional del Diálogo hasta la sede de las Naciones Unidas. Fue, de este modo, una expresión más de la buscada religión universal ya que como dijo el mismo Gorbachov sería el remplazo de los Diez Mandamientos por los principios contenidos en esta carta. Tuvo, sobra decir, un explícito apoyo masónico.
El control de la natalidad y de la población
La Carta de la Tierra recoge, entre otras propuestas de cara a la conservación y cuidado del medio ambiente, el concepto de desarrollo sostenible en su número 11: “Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica”. Bien entendido, este concepto no supone ningún problema para los católicos ya que el Magisterio de la Iglesia lo ha entendido siempre como la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de satisfacción de las propias de las generaciones del futuro. Pero pronto se descubrió que los poderes mundiales no pretendían tal cosa con este concepto e hicieron la ecuación: desarrollo sostenible= control de la natalidad y de la población. Por eso, para no crear confusión, propongo al lector la siguiente aclaración: cuando hablemos de desarrollo sostenible, lo haremos como el Papa lo ha señalado en su encíclica Laudato Si“desarrollo humano, sostenible e integral” y para el significado masónico y mundialista lo llamaremos asépticamente “desarrollo sostenible”.
La masonería ha sido siempre gran promotora del control de la natalidad pero no porque le interesara el cuidado de la población mundial o la pobreza de los países subdesarrollados. Estos eran los motivos para revestir de piedad sus verdaderas y macabras intenciones. Para el control de la población promovieron el uso de métodos anticonceptivos como el preservativo o la píldora anticonceptiva con la que lograron cuantiosos ingresos económicos pero nunca solucionaron nada. Al lado de estos métodos, si no funcionaban, promovieron grandes campañas a favor del aborto; hasta el punto de condicionar las ayudas económicas de la ONU o del FMI a los países, si estos aceptan o no estas políticas que eufemísticamente llaman “de salud reproducitiva”.
En definitiva, el gran problema es el reparto de los bienes que la tierra produce y el cambio de paradigma de las relaciones sociales y los estados. Curiosamente, los países que más recursos producen están en el hemisferio sur del planeta donde más población hay y precisamente es allí donde los poderes fácticos están más implicados en la imposición de políticas natalistas que buscan mermar cuantitativamente la población de dichas áreas geográficas recurriendo a diversos métodos sin mirar la moralidad o no de los mismos.
Por supuesto, el enemigo número uno de los lobbys que persiguen la imposición de los mal-llamados “derechos reproductivos” es la Iglesia católica como sostiene un estudio de la Center For Reproductives Rights titulado “La Iglesia católica en las Naciones Unidas: un obstáculo para los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres” (año 2000), donde se dice lo siguiente “la Santa Sede se opone constantemente a la prestación de servicios de planificación familiar en países de ingresos bajos y medios, a pesar del deseo de muchos gobiernos de elevar el nivel de vida de sus habitantes, permitiendo que las mujeres y parejas planeen el número y espaciamiento de sus hijos”.
Y concluye este documento con estas palabras: “Es poco probable que la Santa Sede haya reunido los requisitos necesarios para obtener la condición de Estado Observador Permanente No-Miembro en 1964, o que actualmente pueda ser considerada un Estado. Incluso existen dudas sobre qué tan sabia fue la decisión de haber otorgado esta posición ante las Naciones Unidas a un cuerpo religioso que manifiestamente no tiene que enfrentar ninguno de los problemas de una nación-estado. El progreso verdadero hacia la eliminación de la pobreza y la inequidad deben incluir un compromiso hacia la realización de los derechos de la mujer y su fortalecimiento. Debido a la falta de voces femeninas dentro la Ciudad del Vaticano, la Santa Sede no ha demostrado este compromiso. Por el contrario, la Santa Sede usa su estatus ante las Naciones Unidas para obstruir los derechos y la salud sexual y reproductiva de las mujeres de todo el mundo”.
Continuará….
Guy Fawkeslein. Dominus Est
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