40 días por la vida Uruguay - Día 19



Cuarenta días por la vida
13 de febrero al 24 de marzo 2018
Día 19, sábado, 3 de marzo de 2018

«Hay una profunda crisis de la cultura, que engendra escepticismo en los fundamentos mismos del saber y de la ética, haciendo cada vez más difícil ver con claridad el sentido del hombre, de sus derechos y deberes.»
«[...] se trata de amenazas programadas de manera científica y sistemática. [...] Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible».
San Juan Pablo II, encíclica Evangelium vitae 11 y 17
Motivación
«Teoría crítica», en filosofía y sociología, se denomina al trabajo teórico de los pensadores de diferentes disciplinas relacionados con la Escuela de Frankfurt: Theodor Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, Oskar Negt, Hermann Schweppenhäuser, Erich Fromm, Albrecht Wellmer y Axel Honneth, entre otros.  La idea de la teoría crítica es el examen agresivo de todo aspecto de la vida tradicional y su análisis desde una perspectiva marxista.
Ciertas cosas que son generalmente aceptadas como «descubrió América», «Cervantes el autor del Quijote», «hogar dulce hogar», «el trabajo honesto ennoblece», «la libertad es un atributo natural del hombre», «la familia es la base de la sociedad», «la Biblia es la Palabra de Dios», «con mi Patria para bien o para mal», etc., todas estas cosas son sistemáticamente atacadas en el cine, en los medios, entre los educadores y hasta entre nuestros clérigos. De esta manera, la juventud es constantemente adoctrinada por esas fuentes y se rinde a ellas porque se presentan como la voz de la verdad que les ayuda a no creer en «supercherías» originadas en las «edades oscuras». Así los jóvenes pierden todo punto de referencia moral o intelectual y gradualmente se vuelven incapaces de formar sus propios juicios, aceptando en cambio –como si fuera una verdad revelada– el consenso de la mayoría académica y mediática marxista que lo rodea.
Así esos referentes tradicionales son reemplazados por cosas como «el patriarcado represivo», «los colonos siempre maltrataban a los indios», «la Inquisición mató a millones de personas», «las cruzadas fueron genocidios financiados por el Vaticano», «el oro de la Iglesia podría alimentar al mundo entero» y otras barbaridades que nadie analiza en lo más mínimo, pues el análisis agresivo se limita a las creencias o principios tradicionales mientras que no se permite analizar del mismo modo las propuestas marxistas.
Cuando estas han encontrado su hogar en el corazón de los jóvenes, como una semilla enterrada en tierra fértil, comienzan a dar fruto que aparece en las conversaciones, historias, libros, canciones, obras de teatro, y en todo lo que produce esa generación.
Estamos presenciando el efecto de este anti-evangelio en la cultura. Donde el Evangelio de Cristo dio vida a Occidente, ahora el mensaje del marxismo cultural produce la «cultura» de la muerte y arrastra al abismo todo lo que encuentra para allí construir la abominación final que emergerá de las profundidades para enfrentar a Cristo mismo.

Reflexión
No es un placer pasar por este tiempo. Hemos nacido en «esta hora» para dar testimonio de la verdad y esta es quizás la hora más impermeable a la verdad de toda la historia humana. Es una época que «no puede tolerar la verdad, sino que ama la mentira» y hasta ha producido aquella canción de los años 1980 Tell me lies, tell me sweet little lies, un insidioso sonsonete con un mensaje terrible para los pobres jóvenes en cuyas mentes se plantó.
¿Qué haremos? Pues, anunciaremos la verdad. No queda otro remedio. Es posible que la verdad argumentada, presentada coherentemente, sea proscripta brutalmente por algún reglamento mundial del Anticristo. Deberemos entonces hacer verdad con nuestra forma de vivir o de morir por la verdad. Tenemos el ejemplo de los santos y mártires de toda la historia que vivieron sus propios apocalipsis personales y nos dejaron su enseñanza.
De entre esa «nube de testigos» que supieron declarar la fe con todos sus actos y en toda ocasión, extraigo dos: San Agustín de Hipona y San Isidoro de Sevilla, que son –no es casualidad– dos santos que vivieron en el ocaso de Roma. Ambos fueron santos que anunciaron la verdad al filo del fin del mundo. Cuando el Imperio se desmoronaba y aún no había una Cristiandad, pusieron las bases para que Occidente creciera de las semillas por ellos sembradas: las bibliotecas de San Isidoro salvadas de perecer calentando a los godos en fogatas de invierno, y los pensamientos de Agustín de Hipona que dieron a la Iglesia las bases de su primera teología sistemática. Agustín e Isidoro contemplan el futuro desde las alas del Espíritu Santo; vieron muy lejos, más allá de la ruina y el desorden de esos difíciles años. Sabían ambos que el Espíritu de Dios flotaba sobre la faz del abismo recreando todo, ordenando el caos. La fe de ellos es valiosa porque trabajaron sembrando para que otros, en siglos futuros, pudieran cosechar.
Esos dos santos son un buen ejemplo a seguir. No podemos curar el mundo que se ha marchado ya muy lejos de Dios, pero podemos dar testimonio de la verdad defendiendo nuestra fe. Si Cristo tiene que adelantar Su venida para evitar que perezca toda carne, es porque la cosa se va a poner mucho más dura de lo que está. La densa oscuridad cubrirá la tierra. De hecho, ya está bastante oscuro y, sin embargo, cuanto más avanzada esté la oscuridad, más cerca estará el Señor de nosotros, listo para rasgar la negra noche del mundo diciendo: «No temáis, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino». Es el deber de un cristiano verdadero el trabajar y orar para ver esa hora.

Intención del día
Oremos para que en esta batalla cultural en la que estamos inmersos triunfe la verdad del Evangelio y para que seamos sus fieles servidores.


Oración para todos los días
ORACIÓN POR LA VIDA
Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y
amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén.
San Juan Pablo II
Encíclica Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable
de la Vida Humana.

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