El que no es un servidor es un oportunista: Comentario 28 de Febrero del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
El hombre de hoy sufre para obtener lo que quiere y luego sufre porque ya no lo tiene, sobre todo cuando invierte su vida entera en conseguir bienes pasajeros y efímeros y estos muy pronto se le escapan de las manos. A veces, el hombre puede llegar a constatar esta realidad: “hartos de todo pero llenos de nada”; trabaja y trabaja hasta cansarse sólo para comprar, para gastar, divertirse, consumir y al final de su vida experimentar el vacío porque no hay algo más que le llene la vida y lo haga sentirse feliz. La vida se vuelve vacía y se desperdicia cuando sólo se piensa en conseguir bienes materiales y temporales, cuando sólo se piensa en gastar, consumir y pasarla bien. ¿Qué sentido tiene trabajar y trabajar hasta cansarse sólo para desaparecer y morir, sólo para que al final no haya nada que verdaderamente llene el corazón de paz y dicha? Es que el sacrificio hecho sin sentido y por la obligación del mero deber destruye a la persona no la redime.Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Por otra parte, el hombre siempre ha tenido la tentación de querer vivir como un Dios, de poder alcanzar las cosas con el mínimo esfuerzo. Lleno de orgullo, aspira a grandes cosas muchas veces, pero espera que las cosas le caigan del cielo por sí solas. Quiere llegar a ser grande, rico e importante pero sin antes haber trabajado y sin haber hecho negocios. Es el hombre idealista, el que vive en el mundo de las ideas, el fantasioso el que sueña con ganarse la lotería y volverse millonario de la noche a la mañana. Es de hombres débiles, de poco carácter, corruptos y necios querer escalar a grandes y altos puestos pero sin haberse preparado lo suficientemente como para merecerlo. Casi siempre el hombre se prepara para ser un gran deportista, periodista, ingeniero, licenciado, etc., pero muy pocas veces se prepara para enfrentar la vida con sus diferentes retos, y más aún, muy pocas veces se prepara para trabajar por su destino final.
En el evangelio de hoy encontramos a la mamá de los hijos de Zebedeo que le pide a Jesús que les conceda a sus dos hijos poder estar sentados en su reino, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Sin embargo, Jesús les contesta: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?” Hoy en nuestra sociedad tenemos a quienes son líderes, que la dirigen y gobiernan pero que no se saben ni tan siquiera las tablas de multiplicar. Hay quienes escalan a altos puestos pero sin haberse preparado, esforzado ni sacrificado, sin haber movido ni un solo dedo ni haber hecho nada para merecerlo. ¿Cómo llegaron hasta dónde están? Obvio, con la ayuda de su plata, de su linda cara, a base de corrupción y mentiras. Son personas oportunistas que se aprovechan de la situación o de las demás personas para salirse con la suya. No obstante, también hay quienes viven una situación económica carenciada porque nunca buscan trabajo, y si lo buscan, preferirían mejor no encontrarlo para no tener que ponerse a trabajar. Son personas que dependen siempre de los demás, esperan a que los demás les arreglen la vida y los puedan sacar adelante; personas que sólo esperan a que la “canasta” les llegue para aparecerse y luego ya no están más.
Hoy en el evangelio, Jesús nos enseña que para poder alcanzar la gloria, es necesario haber pasado por el camino de la cruz, por el camino del dolor y del sacrificio. Un sacrificio que tendría que traducirse como esfuerzo, luchar por lo que vale y cuesta en la vida, como servicio. Ninguno se gana el premio sin haber cargado su cruz. Quien ha comprendido el valor del sacrificio en el servicio a los demás, ha descubierto el secreto para crecer en la vida.
Es esa la recomendación que nos hace Jesús tanto a sus discípulos como a todos los que nos decimos llamar sus seguidores: “al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”. Estamos ante una de las sentencias más importantes del evangelio. Después de subrayar la forma injusta con que gobiernan ciertos jefes de las naciones, Jesús presenta su ejemplo para que lo imiten. Él vino para servir y dar la vida por la salvación de los demás. El estilo de vida de los auténticos seguidores de Cristo es servir a costa de cualquier sacrificio. El que se sirve de los demás va en sentido opuesto al camino trazado por el Señor. Por lo tanto, el verdadero cristiano es aquél que sirve al prójimo; y quien se sirve de los demás es anticristiano.
Pidamos al Señor que nos quite la tentación de dominar a los demás, que nuestra autoridad consista en poder servir a los demás a imitación de Cristo para que al final de nuestra vida podamos presentarle al Señor un corazón purificado y lleno de buenas obras. Que podamos entender que dando y sirviendo es como se gana la vida. Que nuestra Madre, la Reina de la paz, interceda por nosotros.
Amén. Gracias Padre Manuel. Una muy clara reflexión. En lo personal me ayuda y sostiene. Bendiciones 🙏🙏
ResponderEliminarAmén
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