Teresa de Jesús
Familia
Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús.
El padre de Teresa era Alonso Sánchez de Cepeda, hijodalgo a fuero de España, que se encontraba en la Suertes de los Fielazgos en la Cuadrilla de Blasco Jimeno o de San Juan, de la ciudad de Ávila. Hijo de Juan Sánchez de Toledo, éste era un bien establecido comerciante de origen judío converso,7 casado a su vez con Inés de Cepeda, también de origen converso cuya familia era originaria de Tordesillas pero se había establecido en Toledo. En 1485, tras el establecimiento del Tribunal de la Inquisición en la ciudad, Juan Sánchez confesó voluntariamente ante éste y recibió una pena menor. Posteriormente pudo obtener el reconocimento de hidalguía con ejecutoria presentando pleito ante la Real Chancillería de Ciudad Real (que luego trasladó a la de Granada) obteniendo el reconocimiento de la misma en 1500.210
Alonso se casó dos veces. La primera, con Catalina del Peso y Henao, tuvo dos hijos: María y el capitán Juan Vázquez de Cepeda. Con su segunda esposa Beatriz Dávila y Ahumada —pariente de la anterior— se casó el 14 de mayo de 1509,11 y tuvo otros diez hijos: Hernando, Rodrigo (1513), Teresa, Juan (de Ahumada) (1517), Lorenzo (1519), Antonio (1520), Pedro (1521), Jerónimo (1522), Agustín (1527) y Juana (1528).12
Infancia
Según relata la propia Teresa en los escritos destinados a su confesor y reunidos en el libro Vida de santa Teresa de Jesús, desde sus primeros años mostró una imaginación vehemente y apasionada. Su padre, aficionado a la lectura, tenía algunos romanceros; esta lectura y las prácticas piadosas comenzaron a despertar el corazón y la inteligencia de la pequeña Teresa con seis o siete años de edad.
Aquellas primeras lecturas la llevaron a fantasear y emprender una escapada infantil a «tierras de moros».13 En aquel tiempo pensó en sufrir el martirio, para lo cual ella y uno de sus hermanos, Rodrigo, un año mayor, trataron de ir a tierras ocupadas por los musulmanes, pidiendolimosna, para que allí los descabezasen. Su tío los trajo de vuelta a casa. Convencidos de que su proyecto era irrealizable, los dos hermanos acordaron ser ermitaños. Teresa escribió:
En una huerta que había en casa, procurábamos como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas piedrecitas, que luego se nos caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo... Hacía (yo) limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario... Gustaba (yo) mucho cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios como que éramosmonjas.14
Aficionada a la lectura de libros de caballerías,13 escribió:
Comencé a traer galas, y a desear contentar en parecer bien, un mucho cuidado de manos y cabello y olores, y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy curiosa... Tenía primos hermanos algunos... eran casi de mi edad, poco mayores que yo; andábamos siempre juntos, teníanme gran amor y en todas las cosas que les daba contento, los sustentaba plática y oía sucesos de sus aficiones y niñerías, no nada buenas... Tomé todo el daño de una parienta (se cree que una prima), que trataba mucho en casa... Con ella era mi conversación y pláticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempo, que yo quería, y aun me ponía en ellas, y daba parte de sus conversaciones y vanidades. Hasta que traté con ella, que fue de edad de catorce años... no me parece había dejado a Dios por culpa mortal.
Perdió a su madre en noviembre de 15281112 o en 1529,7 cuando tenía trece o catorce años. Luego de ese trauma familiar, sus hermanos emprendieron uno a uno el camino de las Indias Occidentales, sin permanecer ninguno en el hogar familiar. A instancias de su padre, Teresa entró en 1531 en el colegio de santa María de Gracia dirigido por las monjas agustinas, extramuros de la ciudad,13 donde pasó un año como interna.15
Mudanza física y espiritual
Afectada por una enfermedad de la que se tiene escasas referencias, Teresa fue a casa de su tío Pedro Sánchez de Cepeda en la pequeña aldea de Hortigosa,15 para luego ser llevada al lado de su hermana María de Cepeda que, con su marido Martín de Guzmán y Barrientos, vivía en Castellanos de la Cañada,15 alquería de la dehesa que lleva dicho nombre, hoy sita en el término municipal de Zapardiel de la Cañada (Ávila). Fue con su tío y con su hermana que habría experimentado su primera llamada vocacional y su deseo de ingresar en el convento de la Encarnación de las monjas carmelitas, en Ávila.15 De retorno a su hogar paterno, ofició como ama de casa durante unos tres años.13
Luchando consigo misma, llegó a decir a su padre que deseaba ser monja. Dado su carácter, ella creía que el decirlo bastaría para no volverse atrás. En recia oposición,13 su padre contestó que no lo consentiría mientras él viviera. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, y entró el 2 de noviembre de 1536 en el convento de la Encarnación, y allí profesó el día 3 de noviembre de 1537.16
Tras entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y otras molestias. Así pasó el primer año. Se hallaba centrada y a gusto con la vida compartida en aquella comunidad de casi 180 monjas,13 pero su consagración a Dios fue tan radical que cambió la oración sencilla y de amistad que tenía antes de su entrada en la Orden por una oración sistemática que seguía la técnica de los maestros de aquel tiempo.17 Perdió su jovialidad, su alegría en la comunicación, y la tristeza la invadió, en tanto que las penitencias corporales no contentaban su búsqueda de amor y de intimidad con Dios. Todo eso terminó por generar un desequilibrio de orden psíquico, que tuvo su contraparte de orden físico.17
Para curarla, su padre la llevó en otoño de 1538 a Castellanos de la Cañada, con su hermana. De camino, se detuvo en Hortigosa, donde vivía su tío, quien se obsequió el Tercer Abecedario espiritual de Francisco de Osuna, que enseñaba la oración de recogimiento y que fue de gran provecho para Teresa.18 En la aldea de Castellanos Teresa permaneció hasta la primavera de 1539. Fue un periodo de libertad espiritual sin la disciplina estricta del convento,18 en el que alcanzó la oración de quietud, e incluso de unión, además de convencerse de que la oración no podía programarse al margen de la persona y de sus necesidades. En Castellanos de la Cañada habría logrado la conversión de un clérigo concubinario.
Entonces pasó a Becedas, Ávila. De vuelta en Ávila, el 15 de agosto de 1539 (solemnidad de la Asunción de María) sufrió un un ataque repentino y violento —que ella llamó «parajismo», es decir, paroxismo— de su enfermedad, una serie de convulsiones seguidas de pérdida de conocimiento, un coma profundo de nivel 3 que duró cuatro días.19 Quedó paralítica (declaró que solo un dedo podía mover) durante más de dos años. Antes y después del paroxismo, sus padecimientos físicos fueron horribles.
Quedé de estos cuatro días de paroxismo de manera que solo el Señor puede saber los incomportables tormentos que sentía en mí: la lengua hecha pedazos de mordida; la garganta, de no haber pasado nada y de la gran flaqueza que me ahogaba, que aun el agua no podía pasar; todo me parecía estaba descoyuntada; con grandísimo desatino en la cabeza; toda encogida, hecha un ovillo [...] sin poderme menear, ni brazo ni pie ni mano ni cabeza, más que si estuviese muerta, si no me meneaban; sólo un dedo me parecía poder menear de la mano derecha. [...] En una sábana, una de un cabo y otra de otro, me meneaban.13Teresa de Jesús, Vida 6,1
Esta fue la experiencia más fuerte que tuvo en su juventud, de la que quedaría marcada para toda su vida: con afecciones del corazón y del estómago y, en sus propias palabras, con un «miedo a la muerte» que solo desapareció con la gracia mística.13
Favores espirituales
A mediados de 1539 Teresa recuperó la salud; según la tradición ello fue debido a la intercesión de san José. Con la salud Teresa recuperó las aficiones mundanas, fáciles de satisfacer, puesto que la clausura sólo se impuso como obligatoria a todas las religiosas a partir de 1563. En esa época vivió nuevamente en el convento de la Encarnación, donde recibía frecuentes visitas.
Poco después, en 1541, Teresa abandonó la oración. Según su testimonio, en 1542 se le apareció Jesucristo en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su trato familiar con seglares. No obstante, la monja no cambió su estilo de vida en varios años, hasta su conversión definitiva hacia 1554 o 1555, tras la vista de una talla policromada de un Ecce homo, en su propia expresión:
[...] de Cristo muy llagado [...]20Teresa de Jesús, Vida 9, 1
El padre de Teresa falleció en 1541. El sacerdote que lo había asistido en sus últimos momentos, el dominico Vicente Barón, se encargó de dirigir la conciencia de Teresa rememorando las últimas palabras del padre de ésta. Posteriormente, impresionada por estas palabras, Teresa enmendó su conducta y estuvo dispuesta a corregir sus faltas. Al cabo, Teresa se confortó con la lectura de las Confesiones de san Agustín.
En 1555, los jesuitas Juan de Prádanos y Baltasar Álvarez fundaron en Ávila un colegio de la Compañía de Jesús. Teresa confesó con Prádanos; al año siguiente (1556) comenzó a sentir grandes favores espirituales y poco después se vio animada (1557) por san Francisco de Borja.
Tuvo en 1558 su primer rapto y la visión del infierno. Tomó por confesor, en 1559 a Baltasar Álvarez, que dirigió su conciencia durante unos seis años, y disfrutó, dice, de grandes favores celestiales, entre los que se contó la visión de Jesús resucitado. Hizo voto (1560) de aspirar siempre a lo más perfecto. San Pedro de Alcántara aprobó su espíritu y san Luis Beltrán la animó a llevar adelante su proyecto de reformar la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, concebido hacia dicho año.
Teresa quería fundar en Ávila un monasterio para la estricta observancia de la regla de su orden, que comprendía la obligación de la pobreza, de la soledad y del silencio. Por mandato de su confesor, el dominico Pedro Ibáñez, escribió su vida (1561), trabajo que terminó hacia junio de 1562; añadió, por orden de fray García de Toledo, la fundación de San José; y por consejo de Soto volvió a escribir su vida en 1566.
Aquí es oportuno citar al biógrafo francés Pierre Boudot:
En todas las páginas (del libro de su vida) se ven las huellas de una pasión viva, de una franqueza conmovedora, y de un iluminismo consagrado por la fe de fieles. Todas sus revelaciones atestiguan que creía firmemente en una unión espiritual entre ella y Jesucristo; veía aDios, la Virgen, los santos y los ángeles en todo su esplendor, y de lo alto recibía inspiraciones que aprovechaba para la disciplina de su vida interior. En su juventud las aspiraciones que tuvo fueron raras y parecen confusas; sólo en plena edad madura se hicieron más distintas, más numerosas y también más extraordinarias. Pasaba de los cuarenta y tres años cuando por vez primera vivió un éxtasis. Sus visiones intelectuales se sucedieron sin interrupción durante dos años y medio, entre 1559–1561. Sea por desconfianza, sea para probarla, sus superiores le prohibieron que se abandonase a estos fervores de devoción mística, que eran para ella una segunda vida, y la ordenaron que resistiera a estos arrobamientos, en que su salud se consumía. Obedeció ella, mas a pesar de sus esfuerzos, su oración era tan continua que ni aun el sueño podía interrumpir su curso. Al mismo tiempo, abrasada de un violento deseo de ver a Dios, se sentía morir. En este estado singular tuvo en varias ocasiones la visión que dio origen al establecimiento de una fiesta particular en la Orden del Carmelo.
El biógrafo francés alude al suceso (1559) que refiere la santa en estas líneas:
Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.Vida de santa Teresa, cap. XXIX
Para perpetuar la memoria de dicha misteriosa herida, el papa Benedicto XIII, a petición de los carmelitas de España eItalia, estableció (1726) la fiesta de la transverberación del corazón de santa Teresa. El biógrafo francés agrega:
Hasta exhalar el último suspiro Teresa gozó la dicha de conversar con las personas divinas, que la consolaban o revelaban ciertos secretos del cielo; la de ser transportada al infierno o al purgatorio, y aun la de presentir lo venidero.
Fundación del Convento de San José en Ávila y de la Orden de las carmelitas descalzas
A fines de 1561 recibió Teresa cierta cantidad de dinero que le remitió desde el Perú uno de sus hermanos, y con ella se ayudó para continuar la proyectada fundación del Convento de San José.
Esta, a principios de 1562, marchó a Toledo a casa de Luisa de la Cerda, en donde estuvo hasta junio. En el mismo año conoció al padre Báñez, que fue luego su principal director, y a fray García de Toledo, ambosdominicos.
Descontenta con la relajación de las normas que en 1432 habían sido mitigadas por el papa Eugenio IV, Teresa decidió reformar la orden para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba el auténtico espíritu carmelita. Pidió consejo a Francisco de Borja y a Pedro de Alcántara que aprobaron su espíritu y su doctrina.
Después de dos años de luchas llegó a sus manos la bula del papa Pío IV para la erección del Convento de San José, en Ávila, ciudad a la que había regresado Teresa. Se abrió el monasterio de San José el 24 de agosto de 1562; tomaron el hábito cuatro novicias en la nueva Orden de las Carmelitas Descalzas de San José; hubo alborotos en Ávila; se obligó a la santa a regresar al Convento de la Encarnación, y, calmados los ánimos, vivió Teresa cuatro años en el Convento de San José con gran austeridad. Las religiosas seguidoras de la reforma de Teresa, dormían sobre un jergón de paja; llevaban sandalias de cuero o madera; consagraban ocho meses del año a los rigores del ayuno y se abstenían por completo de comer carne. Teresa no quiso para ella ninguna distinción, antes bien siguió confundida con las demás religiosas no pocos años.
Continuación de su obra
La reforma propugnada por Teresa junto a Juan de la Cruz comprendió también a los hombres, se llamó de losCarmelitas Descalzos, y progresó rápidamente, no obstante los escasos recursos de que disponía la futura santa.
El padre Rossi, general del Carmen, visitó en 1567 el Convento de San José, lo aprobó, y dio permiso a Teresa para fundar otros de mujeres y dos de hombres.
Así, Teresa, en aquel año, marchó a Medina del Campo para posesionarse de otro convento; estuvo en Madrid, y enAlcalá de Henares donde arregló el convento de descalzas fundado por su amiga María de Jesús.
Por entonces se empezó a tratar de la reforma para hombres. En 1562 llegó a Malagón y fundó otro monasterio de la reforma. El monasterio fue bendecido en su inauguración el día de Ramos (11 de abril) de 1568. Como anécdota y dato curioso cabe decir que en la celda del monasterio que ocupó santa Teresa hay una imagen suya sentada escribiendo en una pequeña mesa y que sólo se expone una vez cada 100 años en esa iglesia. Actualmente, en el monasterio viven carmelitas de clausura.
De Malagón se trasladó Teresa a Toledo, a donde llegó enferma (1568), y tras una corta residencia en Escalona, regresó a la ciudad de Ávila. De ella salió para Valladolid; allí dejó establecido otro convento, y por Medina y Duruelo de Blascomillán (Ávila), volvió al de Ávila (1569). Pasó a Toledo y Madrid; de aquí otra vez a Toledo, ciudad en la que experimentó muchas dificultades para la fundación de un convento, la cual quedó hecha a 13 de mayo, y vencidos otros obstáculos, tomó posesión del Convento de la Concepción Francisca de Pastrana (9 de julio). De vuelta en Toledo, allí permaneció un año, durante el cual hizo algunas breves excursiones a Medina, Valladolid y Pastrana. En Duruelo de Blascomillan (Ávila) se había fundado el primer convento de hombres (1568). Se afirma que vio Teresa milagrosamente el martirio del Padre Acevedo y otros 40 jesuitas asesinados (1570) por el pirata protestante Jacobo Soria. Tras una visita a Pastrana, regresó a Toledo y entró en Ávila (agosto).
Poco después se fundaba en Alcalá el tercer convento de descalzos, y enSalamanca, ciudad en que estuvo Teresa, el séptimo de descalzas, al que siguió otro de mujeres en Alba de Tormes (25 de enero de 1571).
De Alba de Tormes volvió Teresa a Salamanca, siendo hospedada en elpalacio de los condes de Monterrey; pasó a Medina, y de vuelta en Ávila, aceptó el priorato del Convento de la Encarnación, cuya reforma consiguió. El priorato duró tres años.
Se fundaron varios conventos más de descalzos; algunos en Andalucía abrazaron la reforma, y comenzó la discordia entre calzados y descalzos, todo ello en 1572, año en que Teresa recibió muchos favores espirituales en el Convento de la Encarnación: tales fueron su desposorio místico con Jesucristo y un éxtasis en el locutorio cuando conversaba con san Juan de la Cruz. Teresa, que en el transcurso de su vida escribió muchas cartas, estuvo en Salamanca en 1573. Allí, obedeciendo a su director, el jesuita Ripalda, redactó el libro de sus fundaciones.
Resultados de la reforma carmelita y tribulaciones
Teresa vivió en 1574 en Alba de Torres, de la que, a pesar de hallarse enferma y muy atribulada, pasó por Medina del Campo y Ávila a Segovia. En esta ciudad fundó otro convento, al que pasaron las religiosas del monasterio de Pastrana que fue abandonado debido al intento de Ana de Mendoza de la Cerda, la princesa de Éboli, de convertirse en religiosa bajo el nombre de sor Ana de la Madre de Dios, siguiendo un estilo de vida desapegado a la norma de la orden.
En dicho año se denunció a la Inquisición por primera vez la autobiografía de Teresa, que, de regreso en Ávila, terminado (6 de octubre) su priorato en el Convento de la Encarnación, volvió a su Convento de San José. A fines de año marchó a Valladolid.
A principios de enero de 1575 por Medina del Campo, llegó a Ávila, y deteniéndose en Fontiveros, fue a Beas de Segura (Jaén) invitada por Catalina Godínez para fundar allí. El camino lo hizo por Toledo, Malagón y Torre de Juan Abad, donde tomó ceniza el día 16 de febrero, en el trayecto se perdió en Sierra Morena, llegando esa misma tarde para la fundación del décimo convento de Carmelitas Descalzas (Beas de Segura), el 24 de febrero de 1575. En abril conoció al padre Jerónimo Gracián que estaba en Sevilla como visitador de la Orden, salió camino de la Corte, y enterado que estaba Teresa en Beas desvió su camino, fue un encuentro gratificante para ambos.
En Beas recibió una denuncia que puso la princesa de Éboli a la Inquisición española por el Libro de su Vida.
Después se trasladó Teresa a Sevilla el 18 de mayo, estando enferma, y pasó grandes incomodidades en el viaje. Sufrió también importantes contradicciones en Sevilla, aunque logró fundar en ella el undécimo convento de descalzas.
Estalló la discordia entre carmelitas calzados y descalzos en el capítulo general celebrado por aquellos días enPlasencia; en virtud de las bulas pontificias se acordó tratar con rigor a los descalzos, que se habían extralimitado en sus fundaciones, y como fuera el padre Gracián (21 de noviembre), por comisión del nuncio, a visitar a los carmelitas calzados de Sevilla, estos resistieron la visita con gran alboroto.
El padre Salazar, provincial de Castilla, intimó a Teresa que no hiciera más fundaciones y que se retirase a un convento sin salir de él. Trató Teresa de retirarse a Valladolid, pero se opuso Gracián.
En Sevilla estaba Teresa al fundarse en Caravaca (1 de enero de 1576) el duodécimo convento de descalzas.
Delatada a la Inquisición por una religiosa salida del convento, eligió para su residencia el convento de Toledo. Dejó Sevilla (4 de junio), llegó a Malagón (11 de junio), y de allí a Toledo, donde ya estaba a principios de julio. Antes de establecerse, marchó al convento de Ávila para arreglar varios asuntos; pero regresó rápidamente a Toledo en compañía de Ana de San Bartolomé, a la que había tomado por secretaria. Allí concluyó el libro de Las fundaciones, las cuales se suspendieron en los cuatro años que duraron las persecuciones y conflictos entre calzados y descalzos. Eligió en Toledo por confesor a Velázquez.
Propagadas muchas calumnias contra Teresa, se trató de enviarla a un convento en América.
Hizo la futura santa un viaje de Toledo a Ávila (julio de 1577), para someter a la Orden del Carmen el Convento de San José, antes sujeto al ordinario. Miguel de la Columna y Baltasar de Jesús, desertores de la reforma, extendieron las calumnias contra los descalzos, a los que con tal motivo persiguió el nuncio Felipe (Filippo) Sega.
Acudió Teresa al rey Felipe II de España, que tomó en sus manos el asunto. Las monjas del Convento de la Encarnación, en Ávila, la eligieron priora, a pesar de las censuras del padre Valdemoro (octubre de 1577). Teresa escribió (julio a noviembre) el libro de Las moradas. Sostuvo luego (1578) una polémica con el padre Suárez, provincial de los jesuitas, y el nuncio Sega redobló sus persecuciones hasta el punto de pretender destruir la reforma, desterrando a los principales descalzos y confinando a Toledo a Teresa, por él calificada de
[...] fémina inquieta y andariega.21
En Sevilla un confesor delató a la Inquisición las supuestas faltas de la priora de las descalzas y de Teresa misma, sobre lo cual se formó un ruidoso expediente que puso en claro la inocencia de ambas.
Teresa pasó el año 1578 en Ávila, y fue uno de los más tristes. En una de sus cartas escrita desde Ávila en 1577 o 1578, llegó a decir a fray Ambrosio Mariano: «nos hacen guerra todos los demonios, y es menester esperar el amparo solo de Dios, y esto ha de ser con obedecer y sufrir, y entonces Él toma la mano».22 Por entonces se hizo otra denuncia del Libro de la Vida.
Desde principios de 1579 comenzó a calmarse la tempestad contra Teresa y su reforma. La futura santa escribió en Ávila (6 de junio) los cuatro avisos que dijo haber recibido del mismo Dios para aumento y conservación de su orden, los cuales publicó Fray Luis de León al fin del libro de la Vida. De Ávila salió (25 de junio) para visitar sus conventos. Sucesivamente estuvo en Medina del Campo, Valladolid, otra vez en Medina, en Alba de Tormes y Salamanca. De regreso en Ávila (noviembre), salió para Malagón, a pesar de estar enferma, y llegó a dicho pueblo (día 19) pasando por Toledo.
En Villanueva de la Jara asistió a la fundación (21 de febrero de 1580) del decimotercer convento de descalzas. Regresó a Toledo, a pesar del mal estado de su salud y de los dolores de un brazo que se había roto (1577) resultado de una caída. En Toledo tuvo una parálisis y fallas cardíacas, que la pusieron a las puertas de la muerte. De allí pasó a Segovia y volvió a la ciudad de Ávila. Por aquellos días el papa Gregorio XIII expidió las bulas (22 de junio) para la formación de provincia aparte para los descalzos. Teresa visitó Medina y Valladolid, donde cayó gravemente enferma. En Palencia fundó otro convento, al que siguieron dos de descalzos, uno en Valladolid y otro en Salamanca, ambos fundados en 1581. El decimoquinto de descalzas quedó fundado por la santa en Soria (3 de junio de 1581). Luego Teresa pasó por el Burgo de Osma, Segovia y Villacastín a la ciudad de Ávila, en la que las monjas del convento de San José la eligieron priora, cargo que hubo de aceptar. Después estuvo (1582) en Medina del Campo, Valladolid, Palencia y Burgos, casi siempre enferma.
Últimas fundaciones y muerte
Teresa supo que en Granada se había fundado el decimosexto convento de carmelitas, y uno de descalzos en Lisboa.
El decimoséptimo de descalzas lo fundó ella en Burgos, donde escribió sus últimas fundaciones, incluyendo la de dicha ciudad. Saliendo de Burgos pasó por Palencia, Valladolid, cuya priora la echó del convento, Medina del Campo, cuya priora también la despreció, y Peñaranda de Bracamonte.
Al llegar a Alba de Tormes (20 de septiembre) su estado empeoró. Recibido el viático y confesada, murió en brazos de Ana de San Bartolomé la noche del jueves 4 de octubre de 1582 (al día siguiente el calendario juliano fue sustituido por el calendario gregoriano en España, por lo que al día de su fallecimiento le sucedió el día viernes 15 de octubre).
Su cuerpo fue enterrado en el Convento de la Anunciación de esta localidad, con grandes precauciones para evitar un robo. Se lo tapó con grandes cantidades de roca y tierra al punto que éstas rompieron el ataúd.
Tres años después del fallecimiento la Orden de los Carmelitas Descalzos mandó llevar el cuerpo a Ávila así que fue exhumado el 25 de noviembre de 1585 y se trasladó el cuerpo incorrupto aunque sin un brazo que se quedó en Alba de Tormes para compensar de la pérdida.
La decisión provocó el rechazo de los Duques de Alba, que echaron mano de su poder para recuperar el cuerpo y lo lograron. A través del nuncio en España, César Speciano, el papa Sixto V dio la orden, bajo pena de excomunión de que el cuerpo fuera inhumado de nuevo en su sepulcro primitivo de Alba de Tormes, y continuó incorrupto.
El 23 de agosto (de 1586), como a las ocho de la mañana, ya estaba el santo cuerpo en las monjas de Alba (P. Silverio).
El sepulcro de Teresa de Jesús está custodiado por nueve llaves, de las que tres están en posesión de la Casa de Alba.23
Se elevó su sepulcro en 1598; se colocó su cuerpo en la capilla Nueva en 1616, y en 1670, todavía incorrupto, en una caja de plata.
Reconocimientos
Teresa fue beatificada en 1614 por el papa Paulo V, e incluida entre las santaspor el papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622. Se la conoce como santa Teresa de Jesús.
En 1626 las Cortes de Castilla la nombraron copatrona de los Reinos de España, pero los partidarios de Santiago Apóstol lograron revocar el acuerdo.
Santa Teresa de Jesús fue designada en 1627 para patrona de España por el papa Urbano VIII.
Fue nombrada Doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca y posteriormente fue designada patrona de los escritores.
Con todo, la Iglesia católica como institución no reconocía oficialmente el magisterio de la vida espiritual realizado por santa Teresa de Jesús, ni su doctorado en la Iglesia. Se hicieron varias tentativas al respecto, la última en 1923. La razón que se alegaba para el rechazo era siempre la misma: «obstat sexus».24
Finalmente el 27 de septiembre de 1970, santa Teresa de Jesús se convirtió (junto con santa Catalina de Siena) en la primera mujer elevada por la Iglesia católica a la condición de Doctora de la Iglesia, bajo el pontificado de Pablo VI.
La Iglesia católica celebra su fiesta el 15 de octubre.
Obra literaria
Cultivó además Teresa la poesía lírico-religiosa. Llevada de su entusiasmo, se sujetó menos que cuantos cultivaron dicho género a la imitación de los libros sagrados, apareciendo, por tanto, más original. Sus versos son fáciles, de estilo ardiente y apasionado, como nacido del amor ideal en que se abrasaba Teresa, amor que era en ella fuente inagotable de mística poesía.
Las obras místicas de carácter didáctico más importantes de cuantas escribió la santa se titulan: Camino de perfección(1562–1564); Conceptos del amor de Dios y El castillo interior (o Las moradas). Además de estas tres, pertenecen a dicho género las tituladas: Vida de santa Teresa de Jesús (1562–1565) escrita por ella misma y cuyos originales se encuentran en la biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial; Libro de las relaciones; Libro de las fundaciones (1573–1582); Libro de las constituciones (1563); Avisos de santa Teresa; Modo de visitar los conventos de religiosas; Exclamaciones del alma a su Dios; Meditaciones sobre los cantares; Visita de descalzas; Avisos;Ordenanzas de una cofradía; Apuntaciones; Desafío espiritual y Vejamen.
También escribió poesías, escritos breves y escritos sueltos sin considerar una serie de obras que se le atribuyen. Teresa escribió también 409 Cartas, publicadas en distintos epistolarios. Los escritos de la santa se han traducido a varios idiomas.
El nombre de santa Teresa de Jesús figura en el Catálogo de autoridades de la lengua publicado por la Real Academia Española.
Características físicas
El retrato más fiel de la apariencia de Teresa es una copia de un original pintado de ella en 1576 a la edad de 61 años. Fray Juan de la Miseria pintó el rostro de santa Teresa sobre lienzo, que es el cuadro más parecido al aspecto original, por realizarlo con la protagonista delante de sus ojos, y con los pinceles en la mano. (Retrato principal del artículo).
Su confesor, Francisco de Ribera, trazó así el retrato de Teresa:
Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía hermosísima, todo él limpio y apacible; el cabello, negro y crespo, y frente ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba algo a negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas; los ojos negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el rostro gravedad; la nariz pequeña y no muy levantada de en medio, tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de ella arqueadas y pequeñas; la boca ni grande ni pequeña; el labio de arriba delgado y derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color; los dientes muy buenos; la barba bien hecha; las orejas ni chicas ni grandes; la garganta ancha y no alta, sino antes metida un poco; las manos pequeñas y muy lindas. En la cara tenía tres lunares pequeños al lado izquierdo, que le daban mucha gracia, uno más abajo de la mitad de la nariz, otro entre la nariz y la boca, y el tercero debajo de la boca. Toda junta parecía muy bien y de muy buen aire en el andar, y era tan amable y apacible, que a todas las personas que la miraban comúnmente aplacía mucho.
Enseñanzas
Teresa transmite con espontaneidad su experiencia personal. Primero más de 20 años de oración estéril (sequedad o acedía), coincidiendo con enfermedades por las que padece tremendos sufrimientos. Después, a partir de los 41 años, fuertes y vivas experiencias místicas, a las que sus confesores califican como imaginarias o incluso como obra del demonio, aunque Teresa confía en su origen divino por el efecto que dejan de paz, refuerzo de las virtudes (especialmente de la humildad) y anhelo de servir a Dios y a los otros.
La Inquisición vigiló muy de cerca sus escritos temiendo textos que incitaran a seguir la reforma iniciada ya en Europa. Muchos de sus textos están autocensurados, temiendo esta vigilancia. Su manuscrito "Meditaciones Sobre El Cantar de los Cantares" fue quemado por ella misma por orden de su confesor, en una época en que estaba prohibida la difusión de las Sagradas Escrituras en lengua romance. La experiencia vivida y transmitida por Teresa en todos sus escritos se basa en la oración como el modo por excelencia de relación y comunicación con Dios.
Grados de oración
Los capítulos 11 a 23 del libro de La Vida son un tratado de oración clásico y único, donde Teresa compara los niveles de oración con cuatro formas de regar un huerto. Las flores que este dará son las virtudes:
- 1. Riego acarreando el agua con cubos desde un pozo.
Corresponde con la oración mental, interior o meditativa, que es un discurso intelectual sin repetición de oraciones aprendidas. Se trata de recoger el pensamiento en el silencio, y evitar las continuas distracciones. La definición de Teresa de oración mental está recogida en el Catecismo de la Iglesia católica: «[…] que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida, 8, 5). Es la etapa que más esfuerzo personal requiere para tomar la decisión de iniciar este camino.
- 2. Riego trasegándola con una noria.
Oración de quietud: también llamada contemplativa. La memoria, la imaginación y razón experimentan un recogimiento grande, aunque persisten las distracciones ahonda la concentración y la serenidad. El esfuerzo sigue siendo personal, se comienza a gustar de los frutos de la oración, lo que nos anima a perseverar.
- 3. Riego con canales desde una acequia.
Oración de unión: el esfuerzo personal del orante es ya muy pequeño: memoria, imaginación y razón son absorbidas por un intenso sentimiento de amor y sosiego: «el gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado» (Vida 16,1).
Éxtasis o arrobamiento: se pierde el contacto con el mundo por los sentimientos. «Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza» (Vida 18, 1), se pierde incluso la sensación de estar en el cuerpo y cualquier posible control sobre lo que nos acontece. Corresponden con las descripciones de levitación.
En el libro Camino de Perfección (también llamado el Castillo Interior o Las Moradas) detalla las etapas de la oración en 7 pasos. Describiendo el alma como un castillo de cristal o diamante al que se entra por medio de la oración y en el que se van recorriendo diversas moradas.
Teresa insiste en perseverar en la oración con humildad frente a Dios sin exigir o buscar experiencias sobrenaturales: «[…] importa mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino; y, por ventura, el que le pareciere va por muy más bajo está más alto […]» (Camino de Perfección 27,2).
O dicho de otra forma: «el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor» (Camino de Perfección 15, 2).
Reliquias y traslados
Nueve meses después de la muerte de Teresa, ocurrida el 4 de octubre de 1582, y enterrado su cuerpo en el Convento de la Anunciación en Alba de Tormes, abrieron el ataúd y comprobaron que el cuerpo estaba entero y los vestidos podridos. Antes de devolver el cuerpo al cofre de enterramiento le diseccionaron una mano que envolvieron en una toquilla y la llevaron a Ávila. De esa mano cortó el padre Gracián el dedo meñique y, según su propio relato, lo mantuvo con él hasta que fue hecho prisionero por los turcos. Lo rescató a cambio de unas sortijas y 20 reales de la época.
Tres años después del fallecimiento la Orden de los Carmelitas Descalzos mandó llevar el cuerpo a Ávila así que fue exhumado el 25 de noviembre de 1585. Se trasladó el cuerpo incorrupto a Ávila, donde se lo colocó en la sala capitular, aunque sin un brazo que se quedó en Alba de Tormes para compensar de la pérdida, como reliquia, a pedido de las monjas.
Este traslado no contó con la aprobación de los duques de Alba de Tormes, quienes echaron mano de su poder para recuperar el cuerpo, consiguiéndolo en 1586.
A través del nuncio en España, César Speciano, el papa Sixto V dio la orden, bajo pena de excomunión de que el cuerpo fuera inhumado de nuevo en su sepulcro primitivo de Alba de Tormes, continuando incorrupto.
El 23 de agosto (de 1586), como a las ocho de la mañana, ya estaba el santo cuerpo en las monjas de Alba (P. Silverio).
El sepulcro de Teresa de Jesús está custodiado por nueve llaves, de las que tres están en posesión de la Casa de Alba. 23
Se elevó su sepulcro en 1598; se colocó su cuerpo en la capilla Nueva en 1616, y en 1670, todavía incorrupto, en una caja de plata.
Después de estos hechos no la volvieron a trasladar más, pero se sacaron varias reliquias:
- El pie derecho y parte de la mandíbula superior están en Roma.
- La mano izquierda, en Lisboa.
- El ojo izquierdo y la mano derecha, en Ronda (España). Esta es la famosa mano que Francisco Franco conservó hasta su muerte, tras recuperarla las tropas franquistas de manos republicanas durante la Guerra Civil Española.
- El brazo izquierdo y el corazón, en sendos relicarios en el museo de la iglesia de la Anunciación en Alba de Tormes. Y el cuerpo incorrupto de la santa en el altar mayor, en un arca de mármol jaspeado custodiado por dos angelitos, en dicha iglesia.
- Un dedo, en la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto en París.
- Otro dedo en Sanlúcar de Barrameda.
- Dedos y otros restos santos, esparcidos por España y toda la cristiandad.
Bastón de Teresa de Jesús en el V centenario de su nacimiento[editar]
El bastón o báculo de Teresa de Jesús es una reliquia que se convirtió en símbolo del camino espiritual de la propia santa Teresa.2728 Con motivo de la preparación para la celebración del quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, el bastón, resguardado por una caja vidriada, se trasladó en una peregrinación conocida como «Camino de la Luz», que comenzó en Ávila, España, el 15 de octubre del 2014 (día de su fiesta), y se detuvo en los principales centros de carmelitas descalzas en veintinueve países de los cinco continentes.28 El recorrido de la peregrinación, organizado por la propia Orden, finalizó en Ávila el 28 de marzo (cumpleaños de la santa) de 2015.28
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