Cuando Jesús te llama
He notado que Jesús te habla de muchas formas.
Por: Claudio de Castro | Fuente: Catholic.net
Por: Claudio de Castro | Fuente: Catholic.net
He notado que Jesús te habla de muchas formas.
A veces en el silencio de un retiro espiritual.
Otras veces, a través de la creación, con la belleza que te rodea.
En ocasiones es como un cosquilleo en el alma, una necesidad imperiosa de seguirle. Te llenas de un entusiasmo como nunca sentiste, una alegría que te inunda. Es Jesús que pasa y te ha tocado el corazón.
Tengo amigos que han visto de frente a Jesús, en un pobre que les dice: “Ten piedad de mí”. Y se llenan como de una ternura. Experimentan la presencia de Jesús, en medio.
Casi siempre, su presencia, su llamado, van acompañados de una ola de ternura. Porque él es todo ternura.
Jesús, siempre está cercano, pidiéndote que lo ayudes, que seas sus manos y pies, su boca, sus ojos, su ternura.
Hoy, por ejemplo, me encontraba en un evento de la Iglesia, en un gimnasio, donde tenía expuestos mis libros.
Duró todo el día.
Por la tarde hubo confesiones, exposición del Santísimo y terminó con la santa misa.
Concelebraban varios sacerdotes, que repartirían la comunión, para poder llegar a todos en aquél lugar.
En un momento de la Eucaristía, me encontraba distraído, de pronto sentí esta dulce voz que me decía:
“Claudio, aquí estoy”.
Y experimenté el abrazo más tierno que jamás haya sentido. Una ternura infinita que se desbordaba en mi alma.
Levanté la mirada sorprendido y vi a un sacerdote que en ese momento caminaba frente a mí.
Iba rodeado de monaguillos. Llevaba, con gran solemnidad, un copón, repleto de hostias consagradas.
Quedé impactado.
Era Jesús, que pasaba y nos llamaba.
Sólo atiné a decirle:
¡Qué bueno eres, Jesús!
A veces en el silencio de un retiro espiritual.
Otras veces, a través de la creación, con la belleza que te rodea.
En ocasiones es como un cosquilleo en el alma, una necesidad imperiosa de seguirle. Te llenas de un entusiasmo como nunca sentiste, una alegría que te inunda. Es Jesús que pasa y te ha tocado el corazón.
Tengo amigos que han visto de frente a Jesús, en un pobre que les dice: “Ten piedad de mí”. Y se llenan como de una ternura. Experimentan la presencia de Jesús, en medio.
Casi siempre, su presencia, su llamado, van acompañados de una ola de ternura. Porque él es todo ternura.
Jesús, siempre está cercano, pidiéndote que lo ayudes, que seas sus manos y pies, su boca, sus ojos, su ternura.
Hoy, por ejemplo, me encontraba en un evento de la Iglesia, en un gimnasio, donde tenía expuestos mis libros.
Duró todo el día.
Por la tarde hubo confesiones, exposición del Santísimo y terminó con la santa misa.
Concelebraban varios sacerdotes, que repartirían la comunión, para poder llegar a todos en aquél lugar.
En un momento de la Eucaristía, me encontraba distraído, de pronto sentí esta dulce voz que me decía:
“Claudio, aquí estoy”.
Y experimenté el abrazo más tierno que jamás haya sentido. Una ternura infinita que se desbordaba en mi alma.
Levanté la mirada sorprendido y vi a un sacerdote que en ese momento caminaba frente a mí.
Iba rodeado de monaguillos. Llevaba, con gran solemnidad, un copón, repleto de hostias consagradas.
Quedé impactado.
Era Jesús, que pasaba y nos llamaba.
Sólo atiné a decirle:
¡Qué bueno eres, Jesús!
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