Comentario 06 de Enero del 2018: “Jesús es la Epifanía”


Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos

Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, Parroquia Santa Marìa de los Ángeles


El día de hoy, celebramos la manifestación de Jesús como la luz que viene para iluminar la vida de los hombres, celebramos la manifestación de Dios a todas las razas y pueblos de la tierra. Esa fue, precisamente la primera manifestación de Cristo a las gentes. Por ello, la epifanía destaca la apertura universal de la salvación traída por Jesús. La liturgia de éste día aclama: “Te adorarán Señor, todos los pueblos de la tierra”, porque Jesús vino por todos nosotros, por todos los pueblos. La promesa de la salvación es para todos.
Esta solemnidad nos lleva a descubrir un doble movimiento: por una parte el movimiento de Dios hacia el mundo, hacia la humanidad -la historia de la salvación que culmina en Jesús-; y por otra parte, el movimiento de los hombres hacia Dios -pensemos en las religiones, en la búsqueda de la verdad, en el camino de los pueblos hacia la paz, la paz interior, la justicia, la libertad-. Y a éste doble movimiento lo mueve una recíproca atracción. Por parte de Dios, ¿Qué es lo que lo atrae? Es el amor por nosotros: somos sus hijos, nos ama y quiere liberarnos del mal, de las enfermedades, de la muerte, y llevarnos a su casa, a su Reino. <<Dios por pura gracia nos atrae para unirnos a sí>>. Y también por parte nuestra hay un amor, un deseo: el bien siempre nos atrae, la verdad nos atrae, la vida, la felicidad, la belleza nos atrae… Pero ante este doble movimiento, Jesús es el punto de encuentro de esta atracción mutua. El es Dios y hombre. ¿Pero quién toma la iniciativa? ¡Es siempre Dios! El amor de Dios viene siempre antes del nuestro. El siempre toma la iniciativa. Él nos espera, él nos invita, la iniciativa es siempre suya. Jesús es Dios que se hizo hombre, se encarnó, nació por nosotros. Él es nuestra luz y nuestra salvación.
Nuestra actitud, debe ser la de mantenernos en una constante búsqueda de Jesús, como los Magos (Astrónomos), que tuvieron la buena voluntad, pero sobre todo la suficiente humildad y valentía de salir a buscarle e ir a su encuentro. Es necesario salir a buscar a Jesús. Salir de nuestra comodidad y confort, de nuestra vida vieja y aburrida, de nuestros pesimismos y derrotismos. Y cuando sintamos que no lo encontramos como les sucedió también a los magos, tendrá que ser necesario no perder nunca de vista la Esperanza (la estrella) y detenernos a preguntar, dejarnos ayudar por los demás, sobre todo, por aquellos que tienen más experiencia y sabiduría. Con los Magos del oriente, podemos descubrir que nuestro fin en este mundo tiene que ser el de buscar a Jesús, encontrarlo y ofrecerle lo mejor de cada uno y, en seguida, adorarle. Ese es nuestro fin, contemplar y adorar a Dios y, hacer que otros hagan lo mismo. No caigamos en la tentación y trampa de adorar a los ídolos (incluyéndonos a nosotros mismos), esos que más que llenarnos el corazón lo dejan cada vez más vacío, en lugar de ayudarnos a ser hombres nos convierten en “robots”, en lugar de ofrecernos la felicidad nos ofrecen la muerte.
La nueva estrella que apareció a los magos era el signo del nacimiento de Cristo. Si no hubiesen visto la estrella, esos hombres no se hubieran puesto en camino. Con esto aprendemos que la luz nos precede, la verdad nos precede, la belleza nos precede. Dios nos precede, siempre nos busca él primero, él da el primer paso. Dios nos precede siempre. Su gracia nos precede; y esta gracia apareció en Jesús. Él es la Epifanía. Él, Jesucristo, es la manifestación del amor de Dios. Está con nosotros para ofrecernos la Vida.
Queremos descubrir cómo ser hombres hoy, por eso seguimos la estrella que nos lleva hacia Jesús. La estrella de los sacramentos, de la oración, de la Palabra de Dios, de la caridad que nos lleva a encontrar y adorar a Jesús, el Hijo de Dios.

En éste día muchos niños, de diferentes países, con gran ilusión esperan recibir los regalos que, según una antiquísima tradición, los Santos Reyes Magos van a traerles. No nos olvidemos que el regalo más grande y mejor que podemos recibir, desde niños, es el regalo de recibir a Jesús, de saber que él es Dios y que se hizo hombre para amarnos y para salvarnos. Pidamos la intercesión de José y de María para que, con la misma ilusión con la que los niños esperan sus regalos, podamos esperar también el gran y verdadero encuentro con el Señor.

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