Di “no” al desánimo: Comentario 27 de Septiembre del 2018

                                                                Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, 
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles  

La fama de Jesús se expande por todas partes, y lo que se dice de él llega a oídos del Rey Herodes. Así se repite la historia: Jesús sigue inquietando a todo el que oye hablar de Él, pero no siempre hay disposición a escuchar su palabra y creer en ella, sea porque no se quiere romper con el pasado, o porque este es tan turbio y la confianza tan pobre  que no se alcanza a ver la misericordia divina.
Herodes representa aquí al poder político, mientras que Jesús, el profeta, es la humanidad personalizada.  Herodes, como representante del poder es soberbio, altivo y exigente; quiere que todos se postren ante él y cedan a sus caprichos, incluso el profeta de Israel; aquél que todavía no sabía quién era, pero que por eso mismo había excitado en él la gran curiosidad de verlo actuar y aún quizá poder presenciar algunos de los signos maravillosos que la fama contaba de él.
Aquí tenemos (y luego se repetirá a lo largo de la historia de todos los pueblos) al profeta enfrentando al poder y al poder tentando al profeta.
El cristiano como profeta ha de estar en una actitud de discernimiento; no se ha de erigir en juez de personas y acontecimientos, pero sí ha de ser su profeta.
Como profeta ha de proyectar siempre y sobre todo la luz de la Palabra de Dios, que es profética, porque impulsa al bien, a la justicia y al amor; y no importará que para eso deba el cristiano profeta enfrentarse a poderes constituidos, si estos contrarían la Palabra de Dios; necesitará para ello mucha valentía y no menos sentido de justicia y de caridad, de equilibrio y de prudencia.
Indudablemente que el profeta se va a exponer así como Jesús a ser juzgado y a ser tenido por lo que no es; incluso se sospecharán en él intenciones no del todo rectas y aún se le atribuirían doctrinas erróneas, haciéndolo aparecer como seguidor y propulsor de las mismas, a fin de anular su acción profética.
Si vos eres cristiano, seguidor de Cristo, debes ser su profeta; debes hablar en nombre de Él, transmitir su mensaje, que por ser mensaje de salvación, es mensaje de justicia, de libertad, de amor y de paz; y esa clase de mensajes se oponen al mundo, a los poderes del mundo, a las ambiciones del mundo, que por eso te criticará, te juzgará, te condenará y dirá de vos muchas cosas, así como de Jesús Herodes se preguntaba: “¿Quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.
Por eso, el profeta, todo lo ha de cuestionar bajo el punto de vista del Reino, todo lo ha de vivir en la dimensión del Reino, y todo lo ha de valorar bajo la escala de valores del Reino.
San Mateo nos presenta a Jesús en su evangelio como el obsesionado por el Reino. Vos debes convencerte de que para eso estas en la vida: para construir el Reino en el mundo. Y no debes desanimarte ante las múltiples dificultades que encuentres y tampoco debes extrañarte si el mundo te persigue, pues en realidad no es a vos a quien persigue, sino al Reino que está en vos, a Jesús que vive.

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