Así es como suena la voz de Satanás, según san Ignacio de Loyola
Aleteia
Philip Kosloski | Jul 16, 2018
Es muy distintiva y puede reconocerse fácilmente
En su enseñanza sobre el discernimiento de los espíritus, san Ignacio de Loyola establece unas reglas específicas para saber identificar la voz que habla en tu alma. En particular, Loyola explica cómo identificar si es Satán quien te está hablando.
Loyola señala que “si en el discurso de los pensamientos que trae, acaba en alguna cosa mala o distractora, o menos buena que la que el ánima antes tenía propuesta de hacer, o la enflaquece o inquieta o conturba a la ánima, quitándola su paz, tranquilidad y quietud que antes tenía, clara señal es que procede de mal espíritu, enemigo de nuestro provecho y salvación eterna”.
Aunque en la mayoría de los casos esto es cierto, existe también una dimensión añadida de discernimiento con respecto al estado del alma de una persona.
Si el alma se mueve “de bien en mejor, el buen Ángel toca a la tal ánima dulce, leve y suavemente”, mientras que el mal Ángel “toca agudamente y con sonido e inquietud”.
Si el alma se mueve “de mal en peor”, entonces lo verdadero es lo contrario a lo anterior, el buen espíritu puede parecer cortante e intentar devolvernos vehementemente en la buena dirección, mientras que el mal Ángel intentará seducirnos “suavemente” para caer en un pecado peor.
Por tanto, es importante comprender el estado de nuestra propia alma antes de determinar qué voz nos está hablando.
La observación de Loyola derivó de años de discernimiento en su propia vida y ha encontrado confirmación en otras fuentes.
Por ejemplo, un sacerdote del siglo XVI llamado Lorenzo Scupoli escribió: “El diablo hace el máximo esfuerzo para desterrar la paz del corazón de uno, porque sabe que Dios reside en la paz y que es en la paz donde logra grandes cosas”.
La próxima vez que oigas una voz en tu corazón que influya en tus sentimientos y emociones, da un paso atrás y usa la guía de Loyola para discernir.
Puede que sea precisamente el diablo tratando de arrancarte de Dios, llevándote a las profundidades de la desesperación.
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