“El que evangeliza adora y el que adora evangeliza”: Comentario 19 de Abril del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
La
eucaristía es un evento tan grande que sólo la sabiduría divina podía realizar.
Que la segunda persona de la Santísima Trinidad se haya hecho hombre,
manifestando el amor como camino que lleva a la felicidad eterna y que decide
quedarse con los hombres y hacerse alimento, rebasa toda imaginación humana.
¿Cómo
es posible quedarse en un pedazo de pan para ser comido y adorado por los
hombres. Sin duda este misterio del amor divino, por ser tan grande, arriesga
ser puesto en un rincón de nuestra inteligencia: ni aceptado ni rechazado, como
si no existiera. Pero Dios no se queda en un rincón del olvido, sino que de vez
en cuando se manifiesta con grandes milagros eucarísticos, antiguos y actuales.
Que
Jesús esté en las hostias consagradas no se ve ni se siente y por eso muchos no
tienen fe en su presencia. A veces creen más los satánicos en su presencia, por
eso roban las hostias consagradas para sus ritos diabólicos, que los que
decimos tener fe. Naturalmente el demonio y sus secuaces no tienen fe, pero están
seguros de su presencia.
¿Por
qué el Señor no se nos revela para que aumente nuestra fe? Revelándose
constantemente anularía la fe, porque lo veríamos, y nos dice la carta a los
Hebreos que: “Tener fe es tener la plena
seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de las realidades
que no vemos”, (Hb. 11, 1). Nosotros no vemos, pero creemos en la Palabra
del Señor que nos dice: “Yo soy el Pan de
vida…Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá
eternamente, y el pan que yó daré es mi carne para la vida del mundo”.
Tenemos
muchas pruebas para creer en la Palabra del Señor: Él es omnipotente, Él nos
ama. Por eso trasforma el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre, para
alimentarnos con su amor y para darnos la verdadera vida, la que no acaba más:
la vida eterna.
Por
eso, arrodillados ante su presencia para adorarlo le cantamos: “Señor Jesucristo, nuestro divino salvador,
gracias te damos por tu infinito amor. Te escuchamos en la Palabra; te
recibimos y adoramos en la Eucaristía; te servimos en los hermanos. Que seamos
misioneros como lo quieres Tú, enseñando a los hombres el fuego de tu amor”.
Que
la celebración eucarística y luego la adoración, sea siempre el centro de
nuestra energía espiritual que alimente nuestra fe para comunicarla a los
demás. Nuestra evangelización continuará dando frutos si los evangelizados
sienten hambre del alimento eucarístico. Por eso, si hay adoración habrá
evangelización. Si hay adoración, tendría que existir una Iglesia misionera que
evangelice y comunique la vida de Jesús a los demás, como la hace Felipe en la
primera lectura de la liturgia de la Palabra del día de hoy. El que se dedica a
evangelizar tiene que adorar a Jesús en la Eucaristía para que su
evangelización sea completa y de frutos abundantes y el que lo adora, no puede
hacer otra cosa más que evangelizar, no se puede quedar indiferente.
Amén! ! Perfecta reflexión.siempre claro el Padre Manuel. .Gracias Dios 🙏💗