¿A qué huelen los ángeles?
Aleteia
Gelsomino del Guercio | Abr 16, 2018
Desde lirios a angélica: flores y esencias que pueden evocar la cercanía de Gabriel, Rafael y otros espíritus celestiales
¿Los ángeles emanan perfumes? ¿Sabemos reconocer su presencia si se advierte una fragancia en particular?
Más allá de cualquier referencia de tipo esotérica, textos bíblicos y oficiales de personajes que han hecho la historia de la Iglesia católica hacen referencia varias veces a perfumes que se pueden asociar a intervenciones angelicales. Con el estudioso de ángeles, Marcello Stanzione descubrimos cuáles son.
Los olores percibidos por santa María Francisca
Sor María Francisca de las Cinco Llagas, de la Tercera Orden Franciscana, siempre estaba enferma y, en 1789, el arcángel san Rafael se le apareció y le dijo que Dios lo había enviado para curarla. Al día siguiente, de hecho, la religiosa estaba curada y había retomado sus actividades laborales. Una vez sor María Francisca tenía hinchada una vena que le impedía hacer cualquier esfuerzo y san Rafael la curó nuevamente.
Una vez, mientras el sacerdote Francesco Bianchi estaba hablando, ella olió un intenso perfume que flotaba alrededor de él; el sacerdote le preguntó a la religiosa si ella también lo advertía y la monja respondió que el perfume provenía del arcángel Rafael que estaba ahí presente, sin que el sacerdote Bianchi pudiera verlo.
Rafael y la angélica
El arcángel Rafael siempre ha estado relacionado con el fuerte perfume que emana la planta llamada angélica.
Una leyenda cuenta que Rafael reveló a un devoto ermitaño el uso de la angélica, así llamada en su honor (alguna vez fue llamada arcangélica). Según los autores antiguos, esta planta sería una verdadera panacea: ésta curaría la rabia y las enfermedades propias de las mujeres, volvería amables a las esposas y las suegras amargas, y fieles a las extravagantes.
Sería también excelente contra el veneno de serpiente y escorpión, y permitiría vivir cien años. Un cierto Annibale Camoux, fallecido en Marsella en 1759 a la respetable edad de ciento veinte años, atribuía su longevidad excepcional al hábito que tenía de masticar cada mañana la raíz de la angélica.
Asociaciones misteriosas
Volviendo a la angélica se creía que pudiese curar la peste y proteger de la misma. En la angélica el ángel ayuda a la naturaleza. Si se toman en cuenta los principios activos de esta planta, es difícil comprender cómo se pueda tener este efecto. Y, sin embargo, las asociaciones que encontramos en ella actúan de manera misteriosa.
Si consideramos la vegetación de esta planta, subraya el estudioso de ángeles Marcello Stanzione, comprendemos que ésta abraza ambos polos, el polo oscuro de la tierra y el polo luminoso del cielo. En ella, la luz y la oscuridad están en equilibrio. Un ángel que conoce también la opresión, la noche oscura del alma, eleva todo a la luz.
La “anomalía” de las hojas
La característica peculiar de la angélica es que las nuevas hojas brotan de una especie de vaina protectora, que se abre cuando las hojas están listas. Las grandes hojas sufren, absorben la luz y la transportan a la raíz. Aunque la flor se desarrolla dentro de una vaina protectora, símbolo del nacimiento interior del hombre. El objetivo de la vida humana es que Dios renazca siempre en ella, volviéndola la vida que Dios quería que fuera.
Las flores perfumadas de Gabriel
El fuerte olor de diversas flores, especialmente el lirio, conduce a otro arcángel, Gabriel.
Gabriel es representado por los pintores con flores y con el lirio, que saluda a la pureza de la Virgen. Con su ramo de olivo, subraya las aspiraciones pacíficas de Siena contra la belicosa ciudad de los Medici y, cuando levanta un tallo de amarillo en la escena de la Anunciación, es en homenaje a la realeza de María. Pero resulta ser más explícito, interviniendo directamente con algunas flores en algunas personas.
El acontecimiento de María de Jesús
El amor por las flores perfumadas de Gabriel se manifestó también en un acontecimiento llevado a cabo en Córdoba, España, a la carmelita María de Jesús de Sandoval (1543-1604), discípula de santa Teresa de Ávila, dividida entre su ángel de la guarda, que amaba mucho, y san Gabriel, por el cual ella alimentó una profunda devoción. No que los dos ángeles fuesen rivales ante ella, pero María pasaba a una sucesión de éxtais donde veía a su ángel de la guarda ante ella, glorioso y resplandeciente de una belleza celestial, luego Gabriel que se une tanto a ellos, que termina eclipsando a su hermano.
El buqué de flores
María no sabe qué pensar, hasta el día en que una visión le hace comprender el significado de este juego de escondidas: si el ángel de la guarda la guía, le aconseja, la ilumina, a veces la regaña, es a Gabriel – que está frente a Dios ((cfr Lc 1, 19) – a quien le toca hacer contacto para presentar sus oraciones frente al trono del Altísimo, como muchas flores con que él hace un buqué. Para dar más peso a su demostración, él le deja una vez entre las manos un cesto de oro: rosas del amor, lirios de la pureza, violetas de humildad, margaritas de la sencillez. Sor María de Jesús se apresura para llevar al altar de la Virgen ese regalo tan encantador como insólito.
La imperatoria
Una planta capaz de decirnos algo del misterio de san Miguel es la imperatoria. Se trata de una planta con un fuerte olor aromático. A partir del día de san Miguel, su fuerza se retira a sus raíces.
La imperatoria es una planta protectora como la espada de Miguel, que nos defiende de las influencias negativas. Si observamos su esencia, descubrimos un elemento real. Expresa autoconsciencia. También se le llama emperatriz de los montes. Da seguridad y protege de todas las influencias dañinas.
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