40 días por la vida Uruguay - Día 24
Cuarenta días por la vida
13 de febrero al 24 de marzo 2018
Día 24, jueves, 8 de marzo de 2018
Día Internacional de la Mujer
«En el cambio cultural en favor de la vida las mujeres tienen un campo de pensamiento y de acción singular y sin duda determinante: les corresponde ser promotoras de un «nuevo feminismo» que, sin caer en la tentación de seguir modelos «machistas», sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino en todas las manifestaciones de la convivencia ciudadana, trabajando por la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación».
San Juan Pablo II, encíclica Evangelium vitae 99
Motivación
La auténtica promoción femenina se ve impedida hoy por la influencia de nociva de algunas corrientes de pensamientocontemporáneas problemática, en particular por dos de ellas:
La primera es la visión según la cual la relación entre hombre y mujer es antagónica por naturaleza. Los que sostienen esta visión reconocen la complementariedad de los sexos, pero están convencidos de que la diferencia comporta siempre un cierto tipo de ordenamiento jerárquico, una cierta medida de desigualdad. Como históricamente ha habido mujeres que han sufrido el abuso de poder por parte de los varones, se las anima a corregir la situación entrando en competición con ellos –en algo que se convierte casi en una lucha de clases– para ganar una franja de poder.
En segundo lugar, está la teoría, a veces denominada feminismo de género, que cuestiona la misma diferencia entre hombre y mujer. Este rechazo del «sistema binario del género», en favor de una sexualidad polimorfa separada de las estructuras corporales concretas, representa una ulterior y más radical respuesta al «sexismo». Habiendo llegado a la conclusión de que la diferencia entre los sexos es la fuente de la discordia, el feminismo de género se propone eliminar el desacuerdo eliminando la diferencia. De esta forma relega el sexo físico al reino de la biología y explica el «género» como definición construida a nivel social –que varía, por tanto, de una cultura y de una era a otra– de roles masculinos o femeninos específicos[1].
El feminismo de género pretende «liberar» a las mujeres de la discriminación basada en los sexos, negando que la complementariedad sexual tenga una base sólida en la naturaleza y en la corporalidad humana. Sostiene que el matrimonio, al basarse en la diferencia sexual, supone una desventaja para la mujer. Con el fin de liberar a las mujeres de los roles impuestos a nivel biológico, esta solución no tiene en cuenta la contribución específica de las mujeres, sobre todo de las madres, y desestabiliza la familia como institución social. Separando el género del sexo biológico, esta teoría proporciona un soporte, tanto lógico como teórico, para considerar las uniones homosexuales como equivalentes al matrimonio.
Ambas teorías, de hecho, infligen a las mujeres un nuevo golpe a su identidad como mujeres, amenazan la posibilidad de una justa y pacífica colaboración entre varones y mujeres, y son incompatibles con la auténtica promoción de la mujer.[1] Cf. Consejo Pontificio para la Familia, Familia, matrimonio y uniones de hecho (26 julio 2000), 8.
Reflexión
Es preciso discernir las formas auténticas de una teoría feminista de aquellas que no lo son y tener la visión de la persona humana, varón y mujer, que inspire la generosa colaboración en la sociedad y en la Iglesia.
La Iglesia, depositaria de una revelación divina, busca insertar las relaciones humanas y sociales dentro de un orden justo. Como parte de su servicio a la Humanidad, tiene la tarea de anunciar la verdad, con la finalidad de esclarecer los problemas comunes a la luz del Evangelio, y puede iluminar este problema desde una antropología cristiana.
El problema que está en la raíz de esta controversia es el siguiente: reconocer el significado de la diferencia sexual en algunas ocasiones legitima el tratamiento diferencial de la mujer, y esta diferencia puede ser y ha sido injustamente invocada como motivo para marginarla y excluirla de oportunidades y ámbitos de la vida pública reservados tradicionalmente a los hombres. Al mismo tiempo, el tratamiento diferencial es justo y necesario con el fin de salvaguardar algunas prerrogativas de la mujer, sobre todo en relación con su papel de madre. Las feministas están generalmente dispuestas a sacrificar el derecho al trato diferencial para obtener igualdad con los hombres —aunque esto conlleve conformarse a una norma masculina—.
La tradición de la enseñanza social católica, por el contrario, propone coherentemente que el derecho de las mujeres al trato diferencial es esencial a la tutela de su dignidad y de su valor específico en cuanto mujeres. El Magisterio sostiene con vigor que la contribución específica de las mujeres —que no se reduce a la maternidad física— debe ser defendida como esencial para el bienestar de la Humanidad.
A consecuencia del pecado, la relación entre los sexos está herida, y tiene necesidad de ser curada. Las erradas corrientes de pensamiento identificadas no pueden tener éxito porque construyen su análisis sólo «a partir de una situación marcada por el pecado» (n.8), y descartan la posibilidad de relaciones rescatadas entre los sexos y la trasformación de la libertad humana a través de la gracia.
La Iglesia tiene una propuesta para la auténtica promoción de las mujeres, que podrá orientar de forma segura la colaboración entre hombres y mujeres, pues proclama tanto su igual dignidad como su específica vocación de hombre y de mujer, basada sobre su diferencia orientada a la comunión, es decir, destinada al amor. Según la enseñanza católica, la igualdad y la complementariedad de los sexos no se excluyen mutuamente. Al contrario, la igual dignidad de hombre y de mujer como personas «se realiza como complementariedad física, psicológica y ontológica» (n.8). Esta complementariedad, a su vez, genera el amor oblativo y la nueva vida; hombre y mujer juntos constituyen una imagen humana de la Santa Trinidad.
La consideración teológica de estas cuestiones tiene que tener en cuenta la victoria de Cristo y, por tanto, la posibilidad real de que, con su gracia, hombres y mujeres puedan realizar el mandamiento del amor.
Extraído de artículo de Sara Butler, miembro de la Comisión Teológica Internacional, Alfa y Omega, 24-III-2005
Intención del día
Supliquémosle a la Virgen, la mujer por excelencia, su ayuda, para que las mujeres podamos tomar conciencia de nuestra igual dignidad y de nuestra vocación especial como mujeres a «reconciliar a los hombres con la vida» y a «testimoniar el significado del amor auténtico, del don de uno mismo y de la acogida del otro» (EV 99).
Pidamos la gracia de Dios que restaure en nosotros la armonía y el orden recto perdidos por el pecado, en nuestro propio ser, en las relaciones con los demás, especialmente entre los sexos, y con Él.
Oración para todos los días
ORACIÓN POR LA VIDA
Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y
amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y
amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén.
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén.
San Juan Pablo II
Encíclica Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable
de la Vida Humana.
Encíclica Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable
de la Vida Humana.
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