Rezar con amor
Aleteia
Jacques Gauthier | Abr 27, 2018
Rezar para conservar la Esperanza, rezar para mantener la confianza, rezar para alabar, rezar para adorar… rezar para el Amor, rezar con amor. Jacques Gauthier interpela a sus lectores sobre la necesidad de rezar a Dios con amor.
Rezar es conversar con Dios como dos enamorados que se miran en silencio. La fe nos dice que está cerca de nosotros, que nos escucha y nos comprende. Vamos a contarle aquello que vivimos.
“Señor, deseo que este tiempo de oración que te dedico sea como tú quieras. Yo creo en ti, enséñame a orar y a amarte. Te ofrezco lo que soy y lo que me importa. Envía tu Espíritu que da vida a mi vida. Te alabo por lo que eres y te doy gracias por tu infinito amor…”.
La amistad de Dios
Hablar con Dios como hablamos a un amigo es un testimonio del lugar central que ocupa en nuestras vidas. Despertamos a su presencia, tomamos consciencia de su amor. La oración nos revela nuestra profunda identidad de hijos de Dios y nuestra misión de amor. ¿No fue así como actuó Jesús?
En Jesús, somos los hijos del Padre. Él nos reitera su amor en el silencio de la oración interior, también llamada oración contemplativa. Es en esta actitud filial de oración confiada al Padre donde alcanzamos y prolongamos la oración de Jesús.
Orar como Jesús significa dialogar con el Padre, confiar en Él, entrar en su amistad, unirnos a su proyecto de amor, querer cumplir su voluntad.
Las maneras de rezar cambian, pero el amor permanece siempre en el corazón de la oración. Rezar significa pensar en Dios con amor. Cuanto más amamos, mejor rezamos, decía Charles de Foucauld. Es el amor que ponemos en nuestras oraciones y acciones lo que las hace preciosas a los ojos de Dios.
Según escribió san Pablo: “Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo” (Flp 1,9-10).
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