Discernir una Persecución Justa de una Injusta
Dominus est
Por P. Tomás Beroch. 16 de febrero de 2019.
Hay gente que dice sin hacer mucha reflexión: “Si eres perseguido, es señal de que vas por buen camino”. Como diría Santo Tomás de Aquino: “Secundum quid?” – dicho en criollo, “depende”. Vas por el buen camino si la persecución es injusta. Por ejemplo, el caso del padre Miguel Agustín Pro, mártir mexicano. Lo mataron por el simple hecho de ser un sacerdote católico, es decir, por odio a la fe. En ese caso la persecución es injusta y por lo tanto es señal de que vas por el buen camino.
Muerte de San José Sánchez del Río
Ahora bien, si la persecución es justa, en ese caso no vas por el buen camino. Un ladrón es perseguido por la policía de manera justa por haber cometido robos. En ese caso, no se puede decir que el ladrón vaya por el buen camino por el hecho de ser perseguido.
Más allá de estos ejemplos concretos, cuando alguien – o una obra – es criticado o perseguido, no hay que creer con facilidad a las acusaciones hechas hacia esa persona u obra. Pero al mismo tiempo, tampoco hay que “canonizar” a la persona, o a la obra, por el simple hecho de sufrir críticas y persecuciones. Lo que hay que tratar de distinguir es si esa persecución o esas críticas son verdaderas o falsas, y ahí está la clave para saber si estamos ante alguien que va por el buen camino, o de alguien que debe ser perseguido por sus malas acciones.
Expulsión del Paraíso
Hacer esto no es fácil, ya que no siempre lo malo se presenta como tal de modo evidente, y a veces aquello que parece bueno tampoco lo es tanto. Como dice Nuestro Señor Jesucristo: “Pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2 Cor. 11, 14). Hay que pedir siempre a la Virgen la gracia de ser mansos como palomas pero astutos como las serpientes, para no llamar bien al mal y mal al bien. En estos tiempos de tanta confusión es muy fácil caer en estos graves errores, es por eso que, más que nunca, debemos invocar el auxilio divino.
Y como decía un amigo sacerdote, no hay que condenar a nadie, pero tampoco hay que canonizar sin pruebas suficientes.
Hay que ser prudente en el juicio, sea para juzgar mal, como bien; recordando que sólo pueden juzgarse las acciones, nunca las personas o las conciencias.
Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja siempre.
Padre Tomás
Fuente: aquí
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