Una esperanza que sostiene en el curar, cuidar y compartir: comentario 05 de Diciembre del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
En ese día se dirá: éste es nuestro Dios, en Él confiamos y Él nos salvó. Alegrémonos, gocémonos, Él nos ha salvado”. Hay una gran dicha cuando hemos visto colmadas nuestras esperanzas, sobre todo cuando el tiempo que paso para ver u obtener lo que estábamos esperando ha sido largo y nos ha costado mucho esfuerzo. La esperanza cristiana se sostiene en la Palabra de Dios, en las promesas del Señor, y lo que promete lo cumple, porque nadie jamás que haya confiado en Él quedó o quedará defraudado. Por eso, la esperanza cristiana se sostiene en la fidelidad del Señor.
Así como los profetas anunciaron la primera venida del Señor y muchos hombres esperaron y se alegraron al contemplarlo, así también hoy nosotros esperamos su venida, es por eso que nuestra esperanza cobra sentido, porque lo esperamos a Él, esperamos su luz, su paz, su vida divina.
En el evangelio de hoy encontramos algunos signos de que el Reino de Dios se está haciendo presente en medio del pueblo. Encontramos a Jesús curando a los cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos más con distintas enfermedades. A todos estos, los llevaban y los ponían a los pies de Jesús para que los sanará, no obstante, Jesús se compadecía de ellos.
La esperanza cristiana supone que yo también vaya y me ponga a los pies de Jesús para que me cure del alma y cuerpo, para que me perdone de mis pecados y acoja su salvación. Hace falta que me mueva, que me acerque y confíe en Él, que me sienta enfermo y que mantenga la esperanza de que hará algo por mí, porque Él no pasa de largo, jamás es indiferente. Pero también hace falta que me pregunte: ¿A quién más llevo para que Jesús lo cure? ¿Espero sólo a Jesús o lo espero con alguien más? ¿Vivo mi esperanza individualmente o también, como Jesús, me acerco a los más pobres y enfermos para llevarlos a Jesús? Hay que decir, que en primer lugar, lo que Jesús hace es curar.
En seguida, Jesús sigue sintiendo compasión por la gente porque hace tres días que están ahí y no han comido nada. Es momento de darles de comer, de atenderlos, de velar por el hambre material para que esta gente no desfallezca por el cansancio y agotamiento. Jesús cuida a la gente, la quiere bien. La esperanza cristiana supone cuidar lo que tengo y lo que soy, cuidar la vida, la dignidad humana, los valores que nos hacen más humanos, el planeta, al hermano, la fe, la educación, todo… porque son un regalo, un don de parte de Dios, algo que Jesús pone a nuestro cuidado para que nos hagamos responsables y demos todo lo que tenemos para que puedan llegar a convertirse en una causa de bien. Es más sencillo desatenderse y despreocuparse y no buscarse complicaciones, pero la sociedad del futuro es una sociedad del cuidado, es la que hace posible que sea una sociedad compasiva, fraterna y para todos.
Por último, la esperanza cristiana nos lleva al compartir, a la fiesta, al gozo, a la celebración, momento que nadie se quiere perder. Pero antes, Jesús tuvo que curar y cuidar para que por último, pueda compartirles el pan y celebrar. ¿Cuántos panes tienen? Hace falta que pongamos todo lo que tenemos en la bandeja, porque con eso, el Señor quiere hacer el milagro de la sanación y de la salvación. Hay que dar, darse y compartirse.
Nuestra esperanza no es una esperanza pasiva, es una esperanza que se vive desde el curar, cuidar y compartir, son los signos de que el reino de Dios ha llegado hasta nosotros y que lo hemos sabido acoger. Que este adviento, no sea un adviento más, sino que lo vivamos desde Jesús, siempre movidos por
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