Saber esperar con fidelidad y fortaleza: Comentario 06 de Diciembre del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
En
la liturgia de la Palabra del día de hoy Jesús nos invita a esperar desde Él.
Jesús se presenta como el camino más seguro para que podamos recibir lo que nos
tiene prometido. Pues no podremos recibir las riquezas de Jesús si transitamos
nuestra vida por un camino distinto y apartado de su voluntad.
Pocas
cosas repite con tanto énfasis Jesús en el evangelio como la afirmación de que
Él ha venido a cumplir la voluntad del Padre que está en el cielo y que no
tiene otro alimento, ni otro afán, que el de cumplir la voluntad de su Padre.
Si
“cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su Maestro” (Lc. 6,40),
nosotros también debemos poner nuestro afán en imitar a Jesús, aceptando y
haciendo la voluntad del Padre celestial; pero en este texto del evangelio nos
enseña Jesús que no nos basta una mera teórica aceptación de la Palabra de
Dios, sino que se requiere el cumplimiento práctico y real de esa divina
voluntad.
Para
pertenecer al Reino no basta invocar al Señor, aunque se lo haga con fe viva;
es necesario hacer la voluntad divina con amor, acomodando nuestra vida a los
principios establecidos por Jesucristo.
En
el Antiguo Testamento ya encontramos una página de Jeremías semejante a ésta;
hablando del culto auténtico, dice el profeta: “No se fíen de palabras ilusorias, diciendo: ¡Aquí está el Templo del
Señor, el Templo del Señor! Pero si ustedes enmiendan realmente su conducta y
sus acciones, si de veras se hacen justicia unos a otros, si no oprimen al
extranjero, al huérfano y a la viuda, entonces Yo me quedaré con ustedes en
este lugar” (Jer. 7,4-7).
No
basta que aceptes a Jesús como tu Maestro, si luego no llevas a la práctica sus
enseñanzas; si no vives sus palabras y su verdad; con esto Jesús te pone alerta
contra un cristianismo de meras fórmulas o de simples aceptaciones de verdades
y dogmas, pero que no llega a que esas verdades se hagan vida.
Jesús
corrobora el mensaje que acaba de exponer con una comparación con la que anima
a sus oyentes a poner en práctica las enseñanzas que les acaba de proponer.
La
lluvia, los ríos, los vientos, las tormentas son imágenes para significar las
dificultades de todo género que se le presentarán al hombre creyente y que
deberá vencer para mantener firme el edificio espiritual de su vida cristiana.
Los
elementos que usa la Palabra tienen un sentido alegórico, y así, la lluvia son
las tentaciones carnales, los ríos las tentaciones de avaricia, los vientos las
tentaciones de soberbia; por más que esta aplicación sea alegórica y
acomodaticia, indica bien toda clase de peligros y dificultades que el
cristiano va a encontrar en su vida; se requiere ser fiel y fuerte para poder responder a las exigencias
del evangelio, que no resultan fáciles de cumplir. Pero es el mismo Jesús quien
nos ayuda a ser fieles y a mantener la fortaleza en nuestro corazón. Por eso,
en este tiempo de adviento, esperemos a Jesús con fidelidad y fortaleza en
nuestro corazón.
Así,
la santidad no consiste en decir, sino en hacer; no en aparecer, sino en ser.
El principio de toda perfección es hacer fielmente la voluntad de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario