Esperar con la ayuda del Espíritu Santo: 04 de Diciembre del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
En
la primera lectura encontramos la Profecía mesiánica que habla de un tiempo de
paz y reconciliación universal, cósmica. La naturaleza estará en armonía con el
hombre, el cual había alterado el orden ecológico. Esta visión paradisiaca del
mundo es gracias a la acción de Dios y la intervención de un ungido. Éste
poseerá los dones de Dios en plenitud y guiará rectamente a su pueblo. Es un
rey mesiánico, pero dado por Dios, Él lo elegirá y hará que camine en su
presencia. Esta profecía ha servido para despertar la esperanza del fiel en un
futuro de Dios y de los hombres completamente distinto; esta profecía garantiza
que el Reino de Dios es posible; en Él toda la vida del hombre encontrará
satisfechas sus expectativas. El Mesías, que posee la plenitud del Espíritu y
hace efectivo el futuro gozoso de la creación, se hará realidad en Jesucristo.
El
Espíritu Santo se manifiesta de forma plena en las lecturas de hoy, en Isaías
es mencionado cuatro veces “espíritu de…”, y en el evangelio, Jesús exulta
lleno del Espíritu.
1.- Justamente, éste mismo Espíritu quiere suscitar
en nosotros ese sentido de alabanza, desde
un corazón abierto para ver y oír las maravillas de Dios. Pero para dejarnos
llenar del Espíritu y de su alegría, necesitamos tiempo de silencio y de oración.
Es desde la oración, donde aprendemos a ponernos delante de la presencia de
Dios con un corazón sencillo, pequeño, y nos preparamos para dejar actuar al
espíritu en nuestra vida. Para quien se deja guiar por Él, es capaz de mostrarse
agradecido con Dios por todo y en todo momento, es por esto que la Virgen María
llena del Espíritu Santo proclama la grandeza del Señor y reconoce su propia
pequeñez delante de Dios, es por esto que, quien es capaz de reconocer la
grandeza del Señor, termina por alabarlo y agradecerle.
2.- El Espíritu Santo quiere mostrarnos el camino de
la paz verdadera. Las diferencias entre
las personas y las comunidades a veces son fastidiosas, pero el Espíritu Santo,
que suscita esta diversidad, puede sacar de todo algo bueno y transformarlo en
dinamismo evangelizador que obra por atracción. La diversidad debe ser siempre
reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo él puede suscitar la
diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la
unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y
nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos,
provocamos la división y, por otra parte, cuando somos nosotros los que
queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos imponiendo
la uniformidad, la homologación. Esto no ayuda a la misión de la Iglesia (Papa
Francisco).
3.- El Espíritu Santo nos ayuda a vivir con
Esperanza, y a esperar con alegría. Es
precisamente el Espíritu quien nos guía. Es el autor de la alegría, el creador
de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu nos da la verdadera libertad
cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres. Nos
volvemos esclavos de nuestras tristezas… Es la ley del espíritu, la que nos hace
libres… la ley del Espíritu nos lleva por el camino del discernimiento
permanente para hacer la voluntad de Dios: también esto nos asusta un poco… es
la tentación del miedo a la libertad, del miedo al espíritu Santo: el espíritu
Santo nos da miedo… Pidamos el Espíritu Santo que nos da vida, que nos hace
seguir adelante, que lleva a su plena madurez la ley, esa ley que nos hace
libres>>.
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