El trabajo ennoblece, comentario del 13 de noviembre 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Una
forma de mostrarnos agradecidos con Dios por todo lo que hemos recibido de
parte de Él, es poniéndonos a su servicio; porque en eso consiste el amor, no
en que nosotros hayamos amado primero a Dios, sino que Él nos amó primero a nosotros.
En realidad, no tenemos ni hemos conseguido algo por nosotros mismos, todo lo
que somos y tenemos se lo debemos a él. Por ello, quien se ha percatado de las
riquezas de Dios en su vida, no tendrá ninguna dificultad para ponerse a su
servicio y estar atento a cumplir su voluntad.
Mucho
se ha hablado y se habla acerca del trabajo. Ahora nos detenemos sobre la
enseñanza oficial de la Iglesia. Los pontífices han puesto de manifiesto seis
rasgos o dimensiones del trabajo:
1.-
Como actividad de desarrollo para el hombre. <<El hombre nace para el trabajo como el ave para volar>>
(Pío XI en QA, 27); de ahí su necesidad y su divinidad.
Pío
XII en diversas ocasiones insistió en el mismo pensamiento: <<El trabajo perfecciona la
personalidad, no la envilece>> (Mensaje de Navidad 1942); <<es servicio de Dios, don de Dios,
vigor y plenitud de la vida eterna, prenda del reposo eterno>>
(Navidad 1943).
2.-
<<Como configuración y dominio del
mundo, querido por Dios para su gloria, todo trabajo posee una gran dignidad
inalienable>> (Pío XII, alocución 1943).
<<Creado el hombre a imagen de Dios, recibió
el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad, sometiendo así la
tierra y cuanto en ella se contiene y de orientar a Dios la propia persona y el
universo entero, reconociendo a Dios como creador de todo>>
(GS 34).
3.-
Como fuente de riqueza. <<Para la
obtención de los bienes económicos es sumamente eficaz y necesario el trabajo
de los proletarios, ya ejerzan su habilidad y destreza en el cultivo del campo,
ya en los talleres de las industrias>> (RN 25).
4.-
Como servicio. El trabajo tiene un significado social: <<une voluntades, aproxima los espíritus y funde los corazones;
al realizarlo, los hombres descubren que son humanos>> (PP 27).
<<Por el trabajo el hombre se une a sus
hermanos y les hace un servicio, puede practicar la caridad y cooperar al
perfeccionamiento de la creación divina>>
(GS 67).
5.-
Como glorificación de Dios. <<El
hombre puede considerar su trabajo como un verdadero instrumento de la propia
santificación, puesto que trabajando cumple el deber y el derecho de procurar
para sí y para los suyos el necesario sustento y se convierte en elemento útil
para la sociedad>> (Pío XII, Mensaje de Navidad 1955).
El
Papa San Juan XXIII recuerda que Jesucristo fue artesano e hijo de artesanos y
al incorporarse a la vida dura que Él llevó, <<el cristiano está unido espiritualmente al divino
redentor>> (MM 259).
6.-
Como expiación. La dignidad que se le da al trabajo no ha de hacer olvidar
completamente que subsiste siempre en él algo de penitencia o expiación. El
trabajo que el hombre hubiese desempeñado en estado de inocencia, es decir, sin
el pecado original, hubiera sido deleitante; después del pecado: <<le fue impuesto como una penitencia
necesaria cuyo peso tiene que sentir>> (RN 14).
Ante
un resumen de la importancia del trabajo de la doctrina oficial de la Iglesia,
no nos queda más que meditar corrigiendo nuestras ideas y examinar nuestra
forma de trabajar. El trabajo es una forma de servicio que podemos prestar en
beneficio propio, de la familia, de la sociedad y de la Iglesia de Dios.
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