Alineate al mejor equipo del mundo: Comentario 13 de Julio del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
El
fútbol es un deporte muy practicado en casi todo el mundo, por eso hoy
hablaremos de la vocación desde un lenguaje futbolístico. Hace dos mil años,
Jesucristo reclutó al mejor equipo del mundo; fueron sólo doce hombres que no
sabían nada de futbol, pero llevaban en las venas sangre de campeones; así
comenzó la más bella historia de aventura y riesgo que jamás nadie se pudo
imaginar. Ellos nos enseñaron que sólo bastan convicciones profundas y
objetivos claros para transformar el mundo. Un poderoso imperio se dobló a sus
pies, cuando ellos se entregaron como pastos a las fieras. Quisieron
intimidarlos a latigazos para que se callaran, y ellos, como auténticos
campeones, jamás se rindieron ni se desanimaron, al contrario, salieron dando
gracias a Dios muy contentos.
Los
tiranos, pensando que acabarían con ellos, decidieron crucificar de cabeza al
anciano líder (Pedro) que los pastoreaba. Esas manos arrugadas que un día
dejaron las redes, ahora se abrían para abrazar la cruz. Pedro no pudo morir de
otra manera, al igual que su Maestro, murió como mueren los campeones.
El
último en ser llamado al equipo fue un ciudadano romano con tan sólo 25 años de
edad; éste reunía las características necesarias para convertirse en el mejor
goleador del equipo: varonil, sagaz, inteligente, apasionado y con mucho
carácter para jugar. Muy pronto aprendió a jugar todas las posiciones y, aunque
entró en los últimos minutos, supo demostrar el amor por la camiseta. “Pues bien, corran ustedes de tal modo que
reciban el premio. Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo
lo que pueda hacerles daño. Y todo lo hacer por alcanzar como premio una corona
que enseguida se marchita; en cambio nosotros luchamos por recibir un premio
que no se marchita” (1-cor 9, 25).
La
vida es ciertamente el deporte más extremo que existe, de manera que si no
conocemos las reglas, terminaremos derrotados antes de comenzar el juego. El
reglamento ya está escrito y establecido, todos debemos sujetarnos a Él, pues
toda violación trae consigo una sanción. La afición que cada vez es más
exigente, quiere jugadores disciplinados, positivos, que sepan trabajar en
equipo, con espíritu de compañerismo, que se sujeten a una estrategia y que
vayan siempre en busca del balón y no esperen a que éste les llegue a los pies.
Cuando
parece que la lógica de tus jugadas te da la razón, es momento de romper
esquemas y volver a intentar. Si el fracaso se asoma como un fantasma que
paraliza tus decisiones, es momento de remar mar adentro. Las jugadas no
siempre funcionan de la misma manera, por eso nunca juegues bajo el mismo
esquema mental; recuerda que tus contrincantes ya revisaron tus jugadas, ya
leyeron tus pasos. ¡Sorpréndelos siempre! Salta de la rutina, para que nadie
sepa por dónde llegaras la próxima vez. Es la labor de todo el equipo que hace
que los partidos se ganen, por lo tanto, todas las posiciones son importantes:
la media cancha, los que defienden, los que atacan, los asistentes, la banca,
el entrenador, el médico, etc. Posiblemente y en beneficio del equipo, algunas
veces no jugarás, en otras, el entrenador te sacará del juego, no importa tu
lucimiento personal, sino la victoria de todo el equipo.
Los
triunfos o fracasos pasados ya son historia, los que vienen todavía no tienen
alineación, pero el partido de hoy te toca jugarlo a vos y las oportunidades de
anotar el gol son tuyas. No basta ser un jugador de primera división, hay que
aspirar a ser un jugador santo, de calidad, profesional. El equipo se
identifica por los ideales, el uniforme y el amor a la camiseta. No sueñes con
ser un ídolo, esfuérzate por ser mejor cada día. Triunfar no es cuestión de
suerte, la manera más efectiva y rápida de alcanzar el éxito es el trabajo
diario y la disciplina constante.
Jesucristo,
el mejor entrenador del mundo sigue llamando a personas como vos para que
formen parte de su equipo. Él estuvo muerto pero se levantó, ya alcanzó la
mejor copa, la de la salvación; como Él, debemos aspirar a conquistarla. Junto
a Él la victoria está garantizada. ¡No lo pienses más! Alíneate al mejor equipo
del mundo.
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