Señor, ¿cómo puedo experimentar menos límites y más libertad?


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“Supera tus límites” suena como el slogan de una tarjeta de crédito, una marca deportiva o incluso de un energizante, porque eso es, lo que muchas veces, quieren vender las marcas a una sociedad que tiene un anhelo inmenso de libertad,pero que no necesariamente está buscando en el lugar correcto.
Es por eso que Álvaro Lobo, uno de los youtubers del canal Voces Esejota, una iniciativa de un grupo de jóvenes jesuitas españoles, nos comparte algunas reflexiones sobre esa ansia de romper los límites en cuánto a la fama, el éxito, la belleza o el dinero, a la que somos llamados constantemente a través de la publicidad, los medios de comunicación, las redes sociales, nuestros grupos de amigos, etc.

Creo que a todos nos ha pasado que en algún momento nos hemos dejado envolver un poco por esta llamada constante a estirar nuestros propios límites y nos hemos estrellado. Nuestra naturaleza humana es limitada y por mucho que nos esforcemos, debemos aceptar que no somos capaces de lograrlo todo.  
En esa línea, Álvaro, presenta con mucha claridad dos actitudes que podemos adoptar frente a estas limitaciones: aceptar nuestra realidad o no aceptarla. Parece muy lógico y fácil, pero en la práctica no siempre lo es.
Utilicemos un ejemplo sencillo y práctico para verlo con más claridad. Si he sembrado una plantita en mi jardín, pero los tomates que crecen son muy pequeños, tengo dos posibles respuestas:

1. La no aceptación de la realidad

Pensar que es imposible que haya sembrado mal la planta porque seguí al pie de la letra las instrucciones de la cajita en la que vinieron las semillas. Llamar al amigo que nos recomendó comprarlas y reclamarle porque pensamos que nos engañó. Creer que tenemos mala suerte porque la tierra de nuestro jardín no es buena y envidiar al vecino porque sus tomates crecen grandes y coloridos.    

2. Aceptar la realidad

Volver a leer las instrucciones de la cajita, revisar si hice lo correcto y seguir investigando si hay otras soluciones. Llamar al amigo que me las recomendó, contarle el problema y pedir su ayuda. Ir donde el vecino a pedir su consejo y un poquito de tierra fértil para mi jardín. Comprar otras semillas e intentar plantarlas nuevamente.

¿Con cuál de estas dos posibilidades te quedarías?

Este ejemplo se puede aplicar en todos los ámbitos de la vida, incluyendo nuestro trabajo, nuestra vida sentimental, nuestras relaciones interpersonales, nuestra situación económica y mil situaciones más. Es decir, las mismas situaciones vistas desde perspectivas distintas de aceptación influyen claramente en nuestra forma de vida.
En el primer caso, viviremos de la queja, frustrados y envidiando a los demás. Mientras que, en el segundo, al ser conscientes de nuestras debilidades, nos abriremos a un panorama de opciones, aprenderemos más y lograremos con más facilidad la satisfacción propia, así como gratitud hacia los demás. Pero además, en el segundo caso, seremos más capaces de ver en esas limitaciones una oportunidad de fortalecernos con la gracia de Dios y de ser libres en nuestro interior, a pesar de lo que suceda en el exterior que nos rodea. Son la paciencia y la esperanza aquellas virtudes que salen a ayudarnos en momentos difíciles. Si quieres tener más herramientas para vivir esto te recomendamos hacer click aquí.
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