San Antonio de Padua: Comentario 13 de Junio del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Que
el Señor está vivo, parece haberlo entendido el cristianismo primitivo, tanto,
que experimentó una expansión sorprendente. El evangelio no logra su objetivo
si sólo narra, cuenta o habla del resucitado y so obra. Es necesario que se de
paso al Señor, que actúe, que hable al corazón del hombre. El verdadero anuncio
del evangelio es testimonio, provocación de Dios a la humanidad. Aquí radica la
gran misión de la Iglesia. El Señor en su potestad divina, asiste esta misión
entusiasta de su Iglesia: evangelizar. Siempre que ella evangelice el
resucitado la asistirá y dará signos de que es su obra.
Hoy
que celebramos a San Antonio de Padua recordamos ese gran celo y amor que lo
movía por anunciar el evangelio y por sacar del error a los corazones
extraviados que se habían apartado del buen camino de Dios. Su tarea fue
siempre la de ir en busca de la oveja descarriada que se había perdido por los
caminos obscuros hasta estar dispuesto a entregar la propia vida, a morir por
Cristo en la difusión y defensa de la fe. Durante su tarea misionera tuvo la
posibilidad de llegar a convertirse en mártir. Decidió ingresar a los Frailes Menores para predicar a los
sarracenos y estaba dispuesto a morir por amor a Cristo. Se fue a Marruecos,
pero una severa enfermedad lo obligó a retornar. No obstante, era
un gran predicador. Tenía una voz clara y fuerte, talante
imponente, memoria prodigiosa y un profundo conocimiento, el espíritu de
profecía y un extraordinario don de milagros.
Si
bien, aparte de tener un alma misionera, San Antonio de Padua también se
caracterizó por hacer muchos milagros para mostrar la gloria de Dios en su
propia vida y en la de aquellos que le necesitaban. Uno de los milagros más
famosos que Dios obró a través de él fue
el de hacer posible que el pie de un hombre volviera a su pierna. En Padua, un joven de nombre Leonardo, en
un arranque de ira, pateó a su propia madre. Arrepentido, le confesó su falta a
San Antonio quien le dijo: "El pie de aquel que patea a su propia madre,
merece ser cortado." Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de
esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió
al cuerpo.
En este día se destaca, pues, la importancia del
“simple testimonio habitual, el que se ofrece cada día” sin esperar el
reconocimiento de ningún mérito. El testimonio más grande que puede dar un
cristiano es entregar la vida como la entregó Jesús, es decir, el martirio. Sin
embargo, hay otro tipo de testimonio que es el testimonio de cada día, “el que
comienza por la mañana al levantarse y finaliza por la noche, cuando uno se va
a dormir”.
Ser cristiano el día de hoy significa ser
cristiano “para la gente, para ayudar en las horas de oscuridad”. Siempre para
ayudar a los demás: evangelizando con la palabra y con el testimonio y obrando
en favor de los demás, a veces, desde el anonimato. No somos protagonistas de
nuestros meritos, hay que dejar, con humildad, que el Señor actúe a través de nosotros
para que se muestre su gloria y santidad en todo su esplendor.
Como San Antonio de Padua, necesitamos de la fe,
la humildad y la caridad. Pues sólo los humildes son los que reproducen el amor
de Dios en sus propias vidas, sólo ellos son los que son capaces de vivir la
caridad en su máxima plenitud hasta el sacrificio de la propia vida. Si hay fe,
puede haber humildad, si hay humildad puede haber caridad y si hay caridad hay
santidad. Pues sin la caridad, nada somos.
🙇🙇
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