¿Los cristianos, implacable caza de brujas?: comentario 14 de Junio del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
<<A
los que están heridos por divisiones históricas, les resulta difícil aceptar
que los exhortemos al perdón y la reconciliación, ya que interpretan que
ignoramos su dolor, o que pretendemos hacerles perder la memoria y los ideales.
Pero si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y
reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae. Por ello me duele tanto
comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas
consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias,
difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de
cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de
brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?
Pidamos
al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley!
¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en
contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: “No te
dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien”. Y también: “¡No
nos cansemos de hacer el bien!”. Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás
ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: “Señor yo
estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella”. Rezar por
aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto
evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor
fraterno!>> (S.S. Francisco,
Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 100-101).
Esto era lo que no entendían los fariseos, e
incluso hoy en día, muchas veces nos cuesta entender que el primer medio de
alabanza a Dios pasa por medio del perdón, de la reconciliación y del amor.
Nosotros, como cristianos, estamos llamados a ser transmisores del amor que
Dios ha tenido a la humanidad.
Cuando vayas de camino con tu adversario arréglate pronto, no sea que te entregue....Con el paso del tiempo, nos acercamos cada vez más al final de nuestra vida, y, querámoslo o no, tendremos que presentar cuentas a nuestro Juez. ¿Por qué no nos esforzamos desde ahora por arreglarnos con la persona que nos ha hecho -o a la que le hemos hecho- mal, que no nos cae muy bien y a la que solemos criticar? Y en vez de presentarnos con un enemigo aquel día, ganemos amigos que sean nuestros abogados, para la hora de este momento.
El mensaje de este evangelio es un mensaje de paz y de amor. ¡Cuánta paz alcanza un hombre que no está enemistado con otro! Paz que no es ausencia de guerra sino que es presencia de Dios, presencia de Amor.
La luz de un nuevo día, las flores que despiertan, el murmullo del viento que roza nuestra ventana, nos enseña cuán grande y bello es el creador de todo. Y lo hizo para mí. Y lo hizo para mi hermano. Y lo hizo, también, para aquel con el que estoy enemistado. Y lo habría hecho igual aunque sólo fuera yo el único habitante de este mundo, aunque fuera el otro el único habitante de este mundo. Si Dios, que es Padre, nos da esto, cuanto más nosotros debemos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, aun siendo el otro.
Jesús da un nuevo sentido a la ley rabínica, un nuevo sentido a nuestro modo de pensar; no matarás decía la antigua ley, Cristo dice: no te enfades con tu hermano, perdona. A veces es difícil perdonar, pero tenemos el ejemplo de Cristo que nos perdona todo, si se lo pedimos; que perdona a cualquier pecador si, en su corazón, se arrepiente.
Cuando vayas de camino con tu adversario arréglate pronto, no sea que te entregue....Con el paso del tiempo, nos acercamos cada vez más al final de nuestra vida, y, querámoslo o no, tendremos que presentar cuentas a nuestro Juez. ¿Por qué no nos esforzamos desde ahora por arreglarnos con la persona que nos ha hecho -o a la que le hemos hecho- mal, que no nos cae muy bien y a la que solemos criticar? Y en vez de presentarnos con un enemigo aquel día, ganemos amigos que sean nuestros abogados, para la hora de este momento.
El mensaje de este evangelio es un mensaje de paz y de amor. ¡Cuánta paz alcanza un hombre que no está enemistado con otro! Paz que no es ausencia de guerra sino que es presencia de Dios, presencia de Amor.
La luz de un nuevo día, las flores que despiertan, el murmullo del viento que roza nuestra ventana, nos enseña cuán grande y bello es el creador de todo. Y lo hizo para mí. Y lo hizo para mi hermano. Y lo hizo, también, para aquel con el que estoy enemistado. Y lo habría hecho igual aunque sólo fuera yo el único habitante de este mundo, aunque fuera el otro el único habitante de este mundo. Si Dios, que es Padre, nos da esto, cuanto más nosotros debemos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, aun siendo el otro.
Jesús da un nuevo sentido a la ley rabínica, un nuevo sentido a nuestro modo de pensar; no matarás decía la antigua ley, Cristo dice: no te enfades con tu hermano, perdona. A veces es difícil perdonar, pero tenemos el ejemplo de Cristo que nos perdona todo, si se lo pedimos; que perdona a cualquier pecador si, en su corazón, se arrepiente.
Hoy podemos aprender una nueva cosa: amar. Amar
nunca se aprende totalmente. "El amor que no se practica se seca",
dicen. Hoy es el día oportuno para volver a regar esa planta del amor. Esa
planta que es la rosa más preciosa del Jardín de Dios.
AMÉN!
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