¿Puede el manto de Guadalupe hacer que un ateo se convierta? 5 signos que lo prueban

Pues yo creo que sí. En general la Virgen se aparece a hombres y mujeres de fe, y lo hace para compartir un mensaje particular a sus hijos. Esas apariciones, casi sin excepción vienen acompañadas de signos y prodigios sobrenaturales, que dan sustento al mensaje, pues la Virgen utiliza personas para hablarles y pedirles que que sean sus mensajeros; pero, para que sus palabras sean acogidas con fe y tomadas en consideración, se acompaña de estas señales divinas que dan fuerza al mensaje. En el caso de la Virgen de Guadalupe, la situación no solo viene acompañada de un signo prodigioso, sino que de muchos de ellos.
Cabe destacar que la aparición es del año 1531, y desde ese momento hasta nuestros días, científicos de todas las áreas de estudio: creyentes y escépticos han tenido en sus manos el manto y lo han sometido a decenas de pruebas para validar lo que se relata oralmente. Todos, sin excepción, confirman que el manto y su “estampado” son de características sobrenaturales; y más aún, cada vez que es examinado con minuciosidad, se van encontrando nuevos signos de la mano de Dios obrando milagros.
Con estás 5 cosas que les voy a contar, creo que cualquier ateo puede creer…

1. Una imagen pintada por aquel que pinto todo la creación

La mayoría de las advocaciones Marianas que conocemos, tienen una representación corporal de la Virgen, generalmente creada por manos de un artista y bajo el relato de quien hizo de vidente o mensajero. El caso de la Virgen de Guadalupe es diferente. La imagen que está grabada sobre la tela es de origen divino, no proviene de manos humanas, la pintó aquel quien pintó la aurora misma.
San Juan Diego, a quien se le apareció la Virgen, le pide dar un mensaje al obispo, pero este le pide una prueba de que su mensaje era real. La Virgen le dice a San Juan Diego que suba a la colina, tome unas rosas y se las lleve al obispo. Era diciembre. Juan Diego no lo dudó. Allí estaban las rosas (que no eran de temporada). Las recogió en su tilma y se las llevó al obispo como señal de que ella quería allí un templo. La tilma, era el nombre en «náhuatl», la lengua que hablaba Juan Diego, del poncho o capa que utilizaban los indios pobres mexicanos, anudada al hombro. Cuando Juan Diego está delante del obispo y suelta la tilma donde llevaba las rosas, éstas cayeron al suelo. Como no era tiempo, el obispo comprendió que la señal era verdadera, pero, para su asombro en la tilma apareció estampada la imagen de la Virgen.

2. Una simple tilma…

Se han hecho imitaciones con las mejores técnicas y los mejores materiales intentando reproducir el manto de San Juan Diego con la Virgen estampada. Todas las reproducciones que se han hecho, y que en efecto, se han mantenido bajo estrictos cuidados, apenas duran más de 10 años en el mejor de los casos. Mientras pasan los años, la calidad de la pintura va desmejorando. Pero en la tilma de la Guadalupana, parece que los años no pasan, el tejido no se deteriora y la pintura pareciera cada vez más viva. Expertos concluyen en que no hay explicación científica para esto pues la tela con la que se confeccionó la tilma original era de origen vegetal, por lo que su duración es precaria.
Todo eso sin mencionar que el lugar donde está emplazada la Basílica de Guadalupe (en donde se conserva la tela) es un lugar altamente húmedo y salino, por la cercanía a un lago; un lugar corrosivo en donde ni siquiera la madera y los metales se salvan. La imagen ha soportado atentados explosivos a metros de ella, en donde todo, incluidos estructuras de mármol y metal, quedaron destrozados, pero la tela y el vidrio (que en ese tiempo no era a prueba de balas) quedó intacto. En otra ocasión, limpiando el marco que sostiene la tela, derramaron ácido nítrico sobre esta. Acción, que bajo circunstancias normales, habría desintegrado la tela, pero nada de eso ocurrió, aun cuando el líquido la recorrió de arriba a abajo.

3. Un lienzo de otro mundo

La imagen está grabada sobre un tejido de ayate hecho con fibra de maguey, parecido a la pita, sin preparar. Es un tejido muy rústico, incluso se ve a trasluz. Es transparente a pesar de lo grueso que es el hilo. Sus dimensiones son 104 x 170 centímetros, y está formada por dos partes unidas en el medio por una burda costura vertical, efectuada con un hilo de maguey. El pintor Miguel Cabrera en su libro «La maravilla Americana» nos dice que la imagen está también en el revés de la tilma. Es imposible que manos humanas hayan pintado esta imagen sobre este lienzo sin prepararlo previamente con aparejo, apresto o imprimación, como se dice técnicamente. 
Francisco Camps Ribera, de Barcelona, reconocido mundialmente como experto en técnicas pictórica y que ha trabajado en las primeras pinacotecas de España, Italia, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, EE.UU y Canadá; después de examinar la tela, observó que no estaba preparada para pintar sobre ella. Y concluyó: «Ningún artista humano hubiera elegido para realizar su obra, un lienzo de esta calidad sin preparación». Los científicos americanos, Smith y Callaghan, que trabajaron en la NASA y el pintor Francisco Campos Ribera, en su dictamen elaborado en 1954, afirman que en la imagen de la Virgen de Guadalupe no hay huella de pincel. Además, reconocidos químicos han analizado los pigmentos y no son de origen animal, vegetal, mineral o sintético. Es decir, no se sabe dónde provienen. 

4. Los ojos de la Virgen son ojos vivos

El resumen es el siguiente, oftalmólogos han revisado los ojos supuestamente pintados sobre la tela con aparatos clínicos y lo que encuentran al revisar son ojos vivos, orgánicos, funcionales. El Dr. Enrique Graue, oftalmólogo de fama internacional, director de un hospital oftalmológico en México, afirma: «Examiné los ojos con oftalmoscopio de alta potencia, y pude apreciar en ellos profundidad de ojo como al estar viendo un ojo vivo».
En estos ojos aparece el efecto Púrkinje-Sánsom: se triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino. Este efecto fue estudiado por el Dr. Púrkinje de Breslau y Sánsom de París, y en oftalmología se conoce por el fenómeno Púrkinje-Sánsom. Este fenómeno, exclusivo del ojo vivo, fue observado también en el ojo de la Virgen de Guadalupe, por el Dr. Rafael Torija con la ayuda de un oftalmoscopio. Él lo certifica con estas palabras: «Los ojos de la Virgen de Guadalupe dan la impresión de vitalidad».
Lo mismo afirman los doctores Guillermo Silva Ribera, Ismael Ugalde, Jaime Palacio, etc. Desde el año 1950 los ojos de la Virgen de Guadalupe han sido examinados por una veintena de oftalmólogos. Es más, estudios recientes con microscopía de alta gama, aseguran que en los ojos de la Virgen se ven reflejadas las siluetas de varias personas, asi como cuando miramos en los ojos de quien tenemos al frente y nos vemos reflejados. En los ojos de la Virgen está incluso el mismísimo san Juan Diego. Científicamente no se explican cómo en un ojo de siete milímetros, aparezcan doce figuras humanas.

5. Otros signos…

La tela está apoyada en una estructura metálica, que se mantiene constantemente a 15 grados para resguardarla y preservarla fresca, pero ésta, cuando es medida, tiene  36,5 grados: la temperatura de un cuerpo humano saludable. La tela no se enfría, sino que se mantiene caliente. Es curioso que las irregularidades del lienzo, por los hilos desiguales, resaltan más los rasgos. Por ejemplo: un hilo más grueso de lo normal pone de relieve el labio superior, y otro, el párpado del ojo derecho.

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