Quién encontró la Sabiduría?



Escucha, Israel, los mandatos de la vida, pon atención para que puedas discernir. Israel, ¿por qué moras en tierra de enemigos? Y envejeces en un país extraño donde te manchas con hombres impuros, y te cuentan entre los que van al abismo? Es que dejaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios, sería la paz tu morada para siempre. Aprende dónde está la prudencia, la fuerza y la inteligencia, para saber dónde están vida y largos días, tiempos alegres y paz. ¿Quién ubicará la sabiduría y entra a la bodega de sus tesoros? ¿Dónde están ahora los soberanos que dominaban hasta las bestias del campo y jugaban con las aves del cielo, los que acumulaban plata y oro, y la gente les tenía respeto. Nunca se cansaban de acumular la plata y sabían el arte de aprovecharla; ¿quién podrá contar todas sus obras? Desaparecieron, bajaron al lugar de los muertos y otros tomaron sus puestos. Una nueva generación goza la luz y ocupa la tierra, que tampoco sabe los caminos de la sabiduría. No han encontrado sus senderos ni han dado con ella y sus hijos se han extraviado. (Baruc 3,9-21)

¿Quién fue al cielo y la trajo? ¿Quién la bajó desde las nubes? ¿Quién atravesó el mar y la encontró? ¿Quién la comprará a precio de oro? No hay quien conozca su camino, nadie imagina sus senderos. La conoce el que todo lo sabe, la descubrió con su inteligencia el que arregló la tierra para siempre, y la llenó de animales. El que envía la luz y la luz llega, el que la llama y vuelve temblorosa; por él se enciendan los astros, llenos de gozo, y cada uno en su puesto vela sobre la noche. Los llama El y responden: ¡Aquí estamos! Y brillan alegres a su Creador. Este es nuestro Dios, ningún otro se puede comparar a El. Recorrió todos los caminos de la ciencia, y se la dio a su servidor Jacob., a los hijos de Israel, sus predilectos. Después apareció la sabiduría en la tierra y vino a convivir con los hombres. (Baruc 3,29-38)
Ella misma es el libro de los mandamientos y la Ley de Dios que permanece para siempre. Todos los que la conservan alcanzarán la vida, pero los que la abandona, morirán. (Baruc 4,1)


¡Busquen la Sabiduría, conozcan a Dios!

Amen la justicia, ustedes que gobiernan la tierra, tengan para con el Señor los sentimientos que convienen, búsquenlo con un corazón sincero. Porque se deja encontrar por los que no lo provocan, se manifiesta a los que le tienen confianza.
Sepan que los razonamientos tortuosos alejan de Dios: La Omnipotencia pondrá en su lugar a los insensatos que la ponen a prueba. La Sabiduría no entrará en un alma mal dispuesta, ni habitará en un cuerpo esclavo del pecado.
El Espíritu Santo que nos educa huye de la duplicidad; rechaza los pensamientos estúpidos y se paraliza frente a la maldad. La Sabiduría es un espíritu que ama a los hombres, pero no dejará sin castigo al que blasfema, porque Dios conoce sus pensamientos íntimos, ve claro en su corazón y escucha sus palabras.
Porque el Espíritu del Señor repleta el universo y mantiene su unidad: conoce, pues, todo lo que se dice. Por eso, cualquiera que tome una decisión injusta no puede escapársele; no quedará sin sanción, éste lo reducirá al silencio. (Sabiduría 1,1-8)
Sepan que hay un oído atento que lo escucha todo y nada de lo que se murmura se le escapa. Déjense pues de quejas injustificadas, eviten los propósitos condenables, pues ni siquiera la palabra dicha en secreto queda sin consecuencias y la boca mentirosa mata al alma. ¡Nada de vida desordenada, eso sería buscar la muerte! No hagan cosas que les acarrearían la desgracia. Porque Dios no hizo la muerte y no le gusta que se pierdan los vivos. El creó todas las cosas para que existan; las especies que aparecen en la naturaleza son medicinales y no traen veneno ni muerte. La tierra no está sometida a la muerte, pues el orden de la justicia está más allá de la muerte. (Sabiduría 1,10-15)

Los sin Dios dicen que no hay otra vida
 Partiendo de falsos razonamientos sacan estas conclusiones: “Nuestra vida es corta y llena de decepciones, tendremos un fin y será sin remedio; nunca se ha visto que alguien haya subido del mundo de los muertos. Nacimos por pura casualidad y cuando lleguemos al final será como si no hubiésemos existido. (Sabiduría 2,1-2)
Vengan, pues, gocemos de los bienes presente, aprovechémonos de todo, ¡ea, vamos, es la juventud! ¡que  haya vino y perfumes! ¡No dejemos que se marchiten las rosas, pongámoslas en nuestra corona! ¡Que nadie de nosotros falte a nuestra comilonas, por todas partes dejaremos recuerdos de nuestras fiestas, pues esa es nuestra herencia y nuestra suerte! Seamos duros con esos pobres piadosos, y lo mismo con las viudas; ¡nada de respeto con los viejos de cabellos blancos! ¡Nuestra fuerza sea la ley! ¡La debilidad es prueba de que uno no sirve para nada! Hagamos la guerra al que nos reprende porque violamos la Ley; nos recuerda como fuimos educados y nos echa en cara nuestra conducta. Pretende conocer a Dios y se proclama hijo del Señor. No hace más que contradecir nuestras ideas, y su sola presencia nos cae pesada. Lleva una vida distinta a la de todos y es rara su conducta. Nos considera unos degenerados, creería mancharse si actuara como nosotros. Habla de una felicidad para los justos al final y se vanagloria de tener a Dios por padre. (Sabiduría 2,6-16)
Veamos pues, si lo que dice es verdad y hagamos la prueba: ¿Cómo se librará? Si el justo es hijo de Dios, Dios lo ayudará y lo librará de sus adversarios. Sometámoslo a humillaciones y a torturas, veamos cómo las acepta, probemos su paciencia. Luego, condenémoslo a una muerte infame, pues, según él, alguien intervendrá. (Sabiduría 2,17-20)
Así es como razonan, pero están equivocados. Su maldad los enceguece, de tal manera, que no conocen los secretos de Dios. No esperan la recompensa de una vida santa, ni creen que las almas puras tendrán su paga. Pero Dios creó al hombre a imagen de su propia naturaleza, y para que fuera inmortal. La envidia del diablo introdujo la muerte en el mundo, y la experimentan los que toman su partido. (Sabiduría 2,21-24)

Los justos vivirán con Dios
Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos.
A los ojos de los insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota. Nos abandonaron; parece que nada quedó de ellos. Pero en realidad, entraron en la paz. Aunque los hombres hayan visto en eso un castigo, allí estaba la vida inmortal para sostener su esperanza: después de una corta prueba recibirán grandes recompensas.
Sí, dios los puso a prueba y los encontró dignos de El. Los probó como al oro en el horno, donde se funden los metales, y los aceptó como una ofrenda perfecta. (Sabiduría 3,1-6)
Los que confiaron en El conocerán la verdad, los que fueron fieles en el amor, permanecerán junto a El. (Sabiduría 3, 9)
Sí, ay de aquellos que rechazan la sabiduría y la disciplina: ¡para ellos toda esperanza es vana, todo esfuerzo inútil, toda obra estéril! (Sabiduría 3,11)

¿Cuál es la vida realmente fecunda?
… Porque cualquier esfuerzo por el bien produce frutos admirables; el verdadero conocimiento es una raíz que nunca se seca. (Sabiduría 3, 15)
A una vida tan recta, se la imita cuando se la ve y se la echa de menos cuando desaparece: en la eternidad recibe la corona de gloria porque triunfó en combates perfectos. (Sabiduría 4,2)

¿Por qué desaparecen los buenos?
El justo en cambio, aunque muera prematuramente, encontrará su descanso. La edad que merece el respeto no depende de la duración de la vida, ni se mide por el número de años. ¡El verdadero conocimiento es como tener los cabellos blancos! Una vida sin mancha equivale a una edad madura. Era recto, agradó a Dios que lo amó; pero como vivía en medio de los pecadores, fue sacado de allí. Dios lo sacó por temor a que el mal corrompiera su inteligencia o que su alma se dejara seducir por la mentira. Porque la fascinación del mal oculta  los verdaderos valores y los reclamos del deseo conmueven a un alma sin malicia. Acabó pronto, pero había recorrido ya un largo camino. Su alma era preciosa a los ojos del Señor, por eso la retiró pronto de su ambiente corrompido. La gente al ver eso no entendió; no comprendieron que la benevolencia y la misericordia de Dios acompañan a sus elegidos, y que El vela por los suyos. (Sabiduría 4, 7-15)

El juicio de los impíos
Entonces el justo se presentará seguro de sí mismo frente a los que lo persiguieron… llenos de remordimiento, se dirán, muy angustiados, y con gemidos: Este es al que tomábamos para la risa, el objeto de nuestras bromas, ¡qué imbéciles éramos! Su vida nos parecía una locura, su muerte nos pareció el fracaso final. Y véanlo ahora entre los hijos de Dios. (Sabiduría 5, 1;3-5) ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué nos valió la riqueza de la que tanto nos enorgullecíamos? Todo eso pasó como una sombra, como un rumor que se disipa, como el navío que corta la espuma del mar, y de cuyo paso no queda huella alguna, ni marca de su quilla en las olas…… (Sabiduría 5,8-10) Así también nosotros, apenas nacimos desaparecimos; nos hemos agotado en nuestras malas obras y no tenemos mérito alguno que podamos mostrar. (Sabiduría 5,13)

Los reyes deben buscar la Sabiduría
…. Porque el Señor es quien les dio el poder, y la realiza les viene del Altísimo; El examinará también su comportamiento y pondrá al descubierto las intenciones de ustedes. Ustedes son los representantes de su poder real; ahora bien, si no han juzgado conforme a la justicia, ni han observado su ley, ni procedido según la voluntad de Dios, los declarará culpables bruscamente, de manera terrible. Porque rigurosa es la sentencia para la gente que tiene un alto puesto. Se tiene compasión de los pequeños y se los perdona, pero los poderosos serán controlados estrictamente. El Amo universal no teme a nadie y las dignidades humanas no le impresionan; El hizo a los pequeños y a los grandes; El se preocupa por todos, pero a los poderosos se los examinará más a fondo. (Sabiduría 6, 2-8)
La Sabiduría es luz y no se torna opaca; se muestra con gusto a los que la aman, se deja encontrar por los que la aman. Sale al encuentro de los que la quieren conocer, el que por ella se levantó temprano, casi no tendrá que esforzarse: la hallará sentada su puerta. Apasionarse por ella es la mejor de las ambiciones, el que trasnocha a causa de ella estará pronto sin preocupaciones. Ella misma sale en busca de los que son dignos de ella; se muestra con benevolencia en sus caminos, sale a su encuentro en todos sus pensamientos. El comienzo de la sabiduría es un verdadero deseo de formarse; buscar la instrucción es amarla. El que la ama observa sus leyes, el que obedece sus leyes se asegura la vida que no perece, y la vida que no perece nos pone muy cerca de Dios. (Sabiduría 6, 12-19)
Si se multiplican los sabios, sería la salvación del mundo, porque un rey inteligente hace la prosperidad de su pueblo. (Sabiduría 6,24)
Oré y me fue dada la inteligencia; supliqué, y el espíritu de sabiduría vino a mí. La prefería a los cetros y a los tronos y estimé en nada la riqueza al lado de ella. Vi que valía más que las piedras preciosas; el oro es sólo un poco de arena delante de ella, y la plata, menos que el barro. La amé más que a la salud y a la belleza, incluso la prefería a la luz del sol, pues su claridad nunca se oculta. Junto con ella me llegaron todos los bienes; sus manos estaban repletas de riquezas incontables. Recibía con alegría todas esas cosas de que me proveía la sabiduría, pero todavía no sabía que la sabiduría era su madre. (Sabiduría 7, 7-12)
En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien y eficaz. Es un espíritu irresistible, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, apacible, que lo puede todo y que vela por todo, impregna a todos los otros espíritus por inteligentes, puros y sutiles que sean. La sabiduría es más movible que cualquier cosa, gracias a su fuerza atraviesa y lo penetra todo. Se desprende, como un vapor, del poder de Dios, es una emanación muy pura de su Gloria; por eso, nada de sucio se introduce en ella. Es la irradiación de la luz eterna, el espejo sin tacha de la actividad de Dios y la imagen de su perfección. Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas. (Sabiduría 7, 22-27)

Oración para obtener la sabiduría
Dios de nuestros padres, Señor de misericordia, por tu Palabra hiciste todas las cosas, y por tu Sabiduría formaste al hombre para que domine a todas las criaturas por debajo de ti, para que gobierne al mundo con santidad y justicia y tome sus decisiones con recta conciencia; dame pues la Sabiduría que comparte tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos. ¡Mírame, soy tu sirviente, el hijo de tu esclava, un hombre débil cuya vida es breve, demasiado limitado para comprender la justicia y las leyes! Ni siquiera el más perfecto de los hombres será algo sin la sabiduría que viene de ti. (Sabiduría 9, 1-6) Haz que descienda desde el cielo donde todo es santo, envíala desde tu trono glorioso, para que esté a mi lado en mis trabajos y sepa lo que te gusta. Porque ella todo lo conoce y lo comprende; ella me guiará con prudencia en todo lo lo que haga y su majestad me protegerá. (Sabiduría 9, 10-11)

Si nos cuesta conocer las cosas terrestres y descubrir lo que etá la alcance de a mano, ¿quién podrá comprender lo que está en los cielos? ¿Y quién podrá conocer tus intenciones, si tú no les has dado primero la Sabiduría o no le has enviado de lo alto tu Espíritu Santo? (Sabiduría 9, 16-17)

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