NO SOY DIGNO
Escucho
“Señor, yo no soy digno de que entres en mi
casa, más di una sola palabra y mi siervo será curado”
Reflexiono
Nos falta la fe del centurión. Nos falta su
sencillez. Nos falta su humildad.
Nosotros, en su lugar, hubiésemos querido
que el Señor entrara en nuestra casa para sentirnos orgullosos con su
presencia, para poder destacarnos frente a los demás.
La sociedad, cuando cree, es más sencilla.
Cree de verdad. No vive de apariencias. Muchas veces lo que tachamos de falta
de fe en ellos es, en cambio, falta de evangelización. Somos responsables de la
fe de quienes se nos han confiado.
Me examino
Reconozco, Señor, mi falta de fe, de
humildad, de confianza. Pido poco porque todavía no creo suficientemente en tu
promesa cuando dijiste: “Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo
conseguirán”
Oro
Señor, aumenta mi fe. Hazme humilde,
sencillo y confiado como el centurión. Ayúdame a hacer el vacío en mi interior
para que tú lo puedas llenar con tu amor.
¡Oh, Espíritu Santo! Crea en mí un corazón
abierto a las gracias que el Señor desea concederme. Aumenta en mí la fe que no
duda, la esperanza que no desespera y el amor que nunca muere.
Me comprometo
A acudir con más fe al Señor. Orar al Padre
diciéndole: “Te lo pido por Jesucristo”
Durante esta jornada quiero recitar a
menudo y pausadamente el Padrenuestro, con afecto filial.
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