«La Iglesia sin carismas muere, es funcionariado, y los carismas sin Iglesia son secta y narcisismo»
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Publicado en Religión en Libertad P.J.Ginés/ReL
El obispo de Toulon (Francia), Dominique Rey, uno de los más prestigiosos promotores de la Nueva Evangelización en Europa, fue el predicador invitado al Encuentro Nacional en Madrid de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu, en octubre de 2019. En años anteriores ya estuvo en España (en Santander en enero de 2019, en 2013 en Toledo, y en 2012 en Manresa). En su diócesis acoge a gran cantidad de comunidades y carismas distintos, muchos de países muy diversos. Antes de ser obispo, se formó como laico evangelizador en la Comunidad del Emmanuel, la mayor comunidad carismática francesa.
Fruto de su experiencia y pasión por evangelizar, seleccionó algunos temas sobre evangelización y carismas hoy, en 3 ponencias que resumimos a continuación.
Primero: tengamos una relación sana y cristiana con el tiempo
El obispo francés explicó que creer en Dios implica cambiar nuestra relación con el tiempo. Jesús lee el pasaje de “el Espíritu de Dios hoy está sobre mí…” y Jesús dice: “¡hoy se cumple esto!” La misión de Cristo es llenar ese hoy. “La misión del cristiano es decir: Dios es hoy, actual, ahora”, exhortó.
El culto del pasado… y el de la novedad
Para evitar que el pasado y sus traumas dañen a los cristianos, Dominique Rey propuso que en los grupos de oración se rece por la sanación de la memoria, de los recuerdos pasados que nos pueden paralizar, asustar o debilitar. “A veces quedamos como secuestrados por nuestro pasado”, explicó. “Conocí un chico nacido en Argelia, abandonado por su madre, también por una segunda familia, y acogido en una tercera familia, cristiana. “Me gustaría descubrir quién fue mi madre”, decía el chico. Y en Argelia logró encontrarla y ella le dijo: “no eres mi hijo, no quiero verte”. El chico sigue herido por este pasado. Por otra parte, las infancias felices dan luz y fuerza al resto de la vida. El escritor Bernanos dijo: “Cuando me presente ante Dios, me precederá el niño que fui”.
Otro peligro es el culto de lo novedoso. La dictadura de la moda y lo novedoso, el presente que ya no vale, es el reino de la obsolescencia rápida. Es también una utopía tecnologista: creer que trucos tecnológicos lo arreglarán todo y pronto. “En Francia van a votar la procreación médicamente asistida, luego la gestación para terceros… Y cuando el hombre olvida a Dios cree ser Dios”, lamentó.
Esclavos de lo instantáneo… o fundamentalistas ahistóricos
“Hay un tercer peligro: esperarlo todo del presente, vivir sólo la instantaneidad, quererlo todo en un clic ya e ignorar la historia. Olvidar que las cosas germinan a su tiempo. No harás crecer la hierba estirando de ella. Jesús fue bebé, niño, adolescente… toda la temporalidad tiene su importancia”. Cuando no crees en el futuro, tratas de quemarlo todo en el presente, con experiencias límite de alcohol, sexo, etc… “Si no hay visión a largo plazo, sólo hay radicalidad en el instante presente”.
Hay un cuarto peligro: desvalorizar el hoy en beneficio de lo eterno. Es fundamentalismo y rechazo de la historia. Se ve en el radicalismo islámico. Puede llevar a usar la violencia para imponer el Reino de Dios, pero eso no es lo que enseña el cristianismo. Porque el Dios cristiano habla en la historia y habita en la historia.
La tentación de Oriente… y la respuesta cristiana
Un quinto peligro es “rechazar el paso del tiempo, creer en el eterno retorno”. Las espiritualidades asiáticas ven el tiempo como un círculo, un eterno reinicio. Todo es un ciclo repetido, como el cambio de las estaciones que vuelven. Pero los cristianos vemos el tiempo como una flecha: Cristo salió de la tumba y nos lleva a la comunidad con el Padre para la eternidad. ¡Sólo puede hablar de la muerte quien ha regresado de ella!
Frente a todos estos peligros, lo que hace el cristiano es vivir cada momento con Dios. La Iglesia trabaja el tiempo también con los sacramentos, con la liturgia. La misa es a la vez memoria del pasado, experiencia presente y promesa sobre el futuro. El cura de Ars, al elevar la Sagrada Forma decía en su corazón, temblando: “Él está aquí”. Presencia actual. “La misa da altura para vivir profundamente el ahora”, dijo.
Lo que Dios enseña sobre el tiempo
Dominique Rey condensó lo que Dios pide al cristiano y su vida en el tiempo:
1) Desposarnos con el ritmo del tiempo. No está bien querer ser adolescente toda la vida.
2) También tenemos que aprender a liberar tiempo. Jesús se encontró con la hemorroísa de forma imprevista, pero aprovechó ese accidente para aumentar la fe del cincturón. “En mi agenda tengo tiempo reservado para ‘ninguna cita’, el tiempo de los imprevistos, tiempo que el Señor llena con personas o ideas que no esperaba”, dice Rey.
3) Organizar el tiempo: como hacen los monjes, como recomienda Sirácida: un momento para cada cosa. Y evitar confundir lo urgente con lo importante.
4) Aceptar perder el tiempo y dar nuestro tiempo: cuando uno se da a sí mismo, lo hace dando tiempo. Y “todo aquello que no se da, se pierde”, dice un proverbio de la India. El tiempo dado, no es perdido, sino que puede estar lleno de amor y de Jesús.
2) También tenemos que aprender a liberar tiempo. Jesús se encontró con la hemorroísa de forma imprevista, pero aprovechó ese accidente para aumentar la fe del cincturón. “En mi agenda tengo tiempo reservado para ‘ninguna cita’, el tiempo de los imprevistos, tiempo que el Señor llena con personas o ideas que no esperaba”, dice Rey.
3) Organizar el tiempo: como hacen los monjes, como recomienda Sirácida: un momento para cada cosa. Y evitar confundir lo urgente con lo importante.
4) Aceptar perder el tiempo y dar nuestro tiempo: cuando uno se da a sí mismo, lo hace dando tiempo. Y “todo aquello que no se da, se pierde”, dice un proverbio de la India. El tiempo dado, no es perdido, sino que puede estar lleno de amor y de Jesús.
Los carismas: para evangelizar y edificar a la Iglesia
En una segunda enseñanza, el obispo explicó que los carismas son una forma de habitar el presente con Dios. “El carisma es un don del Espíritu Santo ofrecido para la evangelización y edificación de los demás. Hay peligro si uno no sirve al carisma, sino que se sirve del carisma”, advirtió.
Creer es saber que Dios existe… pero también saber que existimos para Dios, que somos valiosos para Él, explicó el obispo. Santa Bernadette, que estaba en una familia pobrísima, dijo: “La Virgen me ha mirado como a una persona”. “Eres único a ojos de Dios; un proverbio hebreo dice: Dios sólo sabe contar hasta uno. La santidad va vinculada a descubrir el lugar de cada uno ante Dios. Dios, ¿qué quieres para mí, con mi historia, con mi temperamento?”
En una sociedad de fotocopias y mimetismo, de uniformización para todos, es un reto para cada cristiano encontrar su sitio único.
Uno crece en compañía de otros. “Gracias a los demás yo creceré“, señala el obispo. Gracias a los que nos precedieron, evitamos tener que reinventarlo todo. “Solo irás rápido, pero con otros lograrás llegar lejos”, cita. Y el carisma necesita la relación con los demás.
Léon Bloy, un pensador católico francés exuberante
Un criterio: dar y darse, entrega y servicio
El obispo citó al pensador Léon Bloy (1846-1917), quien decía que “en Dios todo es alegría porque todo es donación”. Las alegrías van ligadas al dar; quizá tu alegría más grande fue tu donación en el matrimonio”, señala el obispo. Ese darse incluye ofrecernos con nuestros carismas, ejerciéndolos. Y también ofrecer nuestras pobrezas.
Pero Dios pide a Adán y Eva “creced y multiplicaos”. Y Jesús dice que ha venido para que tengamos “vida en abundancia”. Al ofrecer el carisma que es cada uno, crece toda la humanidad, crecen las demás personas. “La Iglesia es un jardín, y cada uno de nosotros una flor especial que aporta belleza al conjunto”, dijo el obispo.
La Iglesia cuida los carismas como un jardinero las flores, para que crezcan bien, correctamente. En Efesios describe las 5 funciones:
– apóstoles,
– profetas,
– misioneros,
– los que enseñan
– y los doctores
– profetas,
– misioneros,
– los que enseñan
– y los doctores
Peligros: Iglesia sin carisma y carisma sin Iglesia.
Una Iglesia sin carisma, advirtió, es como una administración o un funcionariado, con rutina, sequedad, sin ardor, proveedora de servicios estériles. Sufre artrosis pastoral.
“Una Iglesia sin carismas va a morir. Por eso en mi diócesis he invitado a muchos carismas, como un jardinero pone nuevas semillas. Puedo inventar nuevas soluciones, pero prefiero acoger las que ya están y da el Señor. Si me dicen que en un grupo de oración ‘no hay ningún problema’, soy muy escéptico. ¿Será que no están en actitud de querer mejorar?”
Otro peligro, inverso, es el de los carismas sin la Iglesia. Los que se sirven del carisma para su bien, no para la Iglesia: “allí sale el sectarismo, el narcisismo, los gurús, el crear cada uno su propia iglesia…” En la Historia de la Iglesia el Espíritu Santo suscita figuras carismáticas reales, buenas, con nuevas creatividades: San Benito, San Ignacio de Loyola, etc… Juan Pablo II decía que un carisma auténtico es como un alma que nutre para regenerar continuamente la Iglesia. El carisma hace crecer el patrimonio de la Iglesia”.
Además, un carisma verdadero busca acercar a Cristo y crecer en santidad, busca comunicar su gracia, desarrollar la fe, la esperanza y la caridad de la persona. La persona ha de dejarse conducir por el Espíritu Santo. “Si no se orienta a la santidad, es peligroso, porque uno se toma por dios y en la Historia muchas veces ha derivado a sectas”.
Pobreza, amor y sometimiento a la autoridad
Igual que una tela muy desgastada deja pasar luz, también el santo, al hacerse pobre y desgastado, deja pasar mejor la luz de Dios, señaló el obispo.
Y San Pablo señala que lo más importante es el amor. “Fijaos como se aman”, es, para los primeros cristianos, lo más importante. Los carismas se pueden vivir en la comunidad, para regular con caridad los carismas.
“Es importante someterse a una autoridad, y cuanto más extraordinario sea el carisma, más importante es someterse en obediencia a la Iglesia”, especifica.
Vio casos de personas que querían sustraerse de la autoridad eclesial, y lo contrario: autoridades que no atendían ni supervisaban a esos carismas “y crecían como flores en ambiente silvestre”. Lo ordenado es poner los carismas al servicio del bien común. “El obispo o sacerdote o responsable debe tener actitud de vigilancia y también ascética, buscando no implicarse demasiado afectivamente, sin perder capacidad critica, pero desarrollando benevolencia“.
Cómo acompañar los carismas: riesgos
El carisma se vive a través de los condicionamientos y límites de la persona. “No existe el carisma en estado puro, sólo en Dios; en la persona está limitado. El ejercicio de los carismas requiere acompañamiento”, porque, si no, habrá problemas.
Un peligro es absolutizar el carisma con sentimiento de ‘yo sí controlo’, ‘yo sí conozco’. Hay riegos de absolutización o manipulación del carisma. Otro riesgo es, con la excusa del carisma, separarnos del mundo y de las personas, aislarnos. ¡El carisma debe servir para llegar a la gente y servir y evangelizarla!
Muchos errores se ahorran con docilidad y trato correcto con la autoridad legítima, como el obispo. “Un dia me vino un joven italiano que me dijo: ‘Yo quiero evangelizar, itinerante y en estricta pobreza’. Se había convertido con las Hermanas de la Caridad y quería vivir incluso de la mendicidad. Le dije: ‘muy bien, pero has de vivir eso conectado conmigo, que soy el obispo. Has de formarte, has de tener dirección espiritual, formación… la gente te hará preguntas, has de saber responder’. Y creamos una regla de vida juntas, lo bendije, lo envié, y él regularmente me manda noticias. Se comunica con una autoridad que le envía, con el pastor”.
El ejemplo de Teresa de Calcuta y Juan Pablo II
Hay además un vínculo entre carismas y sacramentos. “La Eucaristía es cima y fuente de la vida de la Iglesia”, recuerda. Dominique Rey recuerda que pasó 2 días en Calcuta con la Madre Teresa y que desayunó con ella. “Tenía su trocito de pan y algo de café, se tomó su pan y recogió con todo cuidado las migas, y las consumió. Ese gesto, creo, expresaba lo que ella hacía: recoger las migas destrozadas de la humanidad. Ahí reflejaba su carisma”.
También estando con San Juan Pablo II, ya enfermo, vio Dominique Rey entrega y presencia, en sus ojos. “Sus carismas se reflejaban en su forma de ser, en su fragilidad”, constata.
De estos ejemplos concluye que hay que aceptar ser pobres ante Dios y vivir el carisma desde la pobreza y dependientes de la vida sacramental. Ambos santos pasaban muchas horas de oración ante el Santísimo.
“La formación no va antes de la visión, sino que forma parte de la visión”, añade el obispo. Permite poder explicar a los demás la fe, lo que Dios hace. “La razón permite el encuentro, el diálogo, el intercambio”.
Lo que nace pequeño, la Iglesia ayuda a que crezca
Dominique Rey explicó que a veces un carisma nace pequeño en periferias y luego la Iglesia consigue hacerlo llegar lejos, crecer. “Un día dos jóvenes me dijeron: ‘queremos ir a la JMJ de Madrid con coches viejos, que repararán unos amigos’. Les di el apoyo como obispo. Y en 2 meses fueron 300 los que con coches viejos vinieron a Madrid. ¡Eso era más eficaz, más amplio, que los viajes que la diócesis planeaba!”
En Toulon hay muchos nuevos movimientos e iniciativas. Uno es Cançao Nova, comunidad carismática de alabanza que fundó el padre Jonás en Brasil. Empezó un grupito, después con una radio, una televisión, y hoy junta 80.000 personas en sus locales, tiene unas mil personastrabajando en evangelización. Pero para llegar a Toulon, en Francia, fue necesario ajustarla en el marco local y colaboraron para que así fuera. En cambio, otras comunidades no buscan adaptarse, traen esquemas prefijados cerrados y no encajan.
¿Cosas extraordinarias? Han de sanar, acercar a Cristo y no esconder la cruz
Por último, ¿cómo acoger y purificar y acompañar los carismas extraordinarios? ¿Cómo distinguirlo de magias o fantasías? “Jesús desarrolló su ministerio a partir de la sanación, más allá de la curación física, también la interior”, explica el obispo. Las oraciones de sanación deben llevar a la persona a una relación con Cristo, y eso incluye asociarse, en algún momento, a la cruz de Cristo. Hay que desconfiar si se predica un dios que libra de todo sufrimiento en este mundo“. Además, recordó, Jesús no curó a todos los enfermos, pero sí consoló y acompañó a todos. Él pasó por el dolor y sigue actuando en nuestro dolor hoy”. Con esta actitud, discernir es mucho más fácil.
Desde 2011 Dominique Rey ha ido estudiando español, en enero de 2019 en Santander hablaba así de su visión de la nueva evangelización
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