Padre nuestro: Comentario 12 de Marzo del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
El
profeta hace un apremiante exhorto a la conversión: “Que el malvado deje su
camino, que el perverso deje sus ideas”… Esta invitación termina con la imagen
de la lluvia que fecunda la tierra, apropiada para significar toda la eficacia
de la Palabra de Dios en la vida de todo hombre que se abre a su acción. Y es
que sólo se comienza a ser cristiano cuando se es discípulo, a su vez puede
serlo sólo si se forja en la escucha d ela Palabra. Esta suscita una renovación
interior que redunda en un cambio de actitudes y comportamientos. La Palabra
capacita al hombre para dar frutos de salvación, pues lo impulsa a salir de sus
egoísmos, de su perversidad.
Así,
la Palabra de Dios y la oración son dos elementos esenciales para nuestra vida
cristiana, se convierten para el hombre en el agua que riega el corazón
sediento de Dios, que muchas veces se encuentra seco, árido y agrietado,
librándolo de toda sequedad y provocando que surja la vida, que sea capaz de
dar abundantes frutos.
Para
que tengan efecto ambos elementos, se necesita tener un corazón abierto,
dispuesto y necesitado de una renovación interior. Esta renovación tiene que ser inmediata
porque de lo contrario, si no se alimenta el corazón y no se riega el corazón
con el agua de la fe se corre el riesgo de perderlo todo. Por eso, “si la
Palabra de Dios ya no te dice nada, ya no te cuestiona, es porque hay demasiado
egoísmo en el fondo del corazón, signo de que ya te estás echando a perder”.
Los
hombres del antiguo testamento concebían a Dios como el ser supremo,
Todopoderoso y lejano. Al enseñar a rezar, Jesús formula siete peticiones
dirigidas a Dios Padre. Es la oración de un hijo confiado y respetuoso que se
abandona en sus manos. En los primeros siglos del cristianismo la entrega del
“Padre nuestro” a los que iban a ser bautizados constituía una etapa muy
importante de la revelación de la “Buena Nueva” de Cristo.
En
realidad, es porque hay un programa completo de las relaciones que se deben
tener con Dios y con los hombres. Cada vez que se reza el Padre nuestro, se
hace un nuevo compromiso de acercamiento al Padre Dios y a los hermanos, y se
renueva la decisión de trabajar por el advenimiento del Reino de Dios, que es
justicia, caridad y paz.
No
hagamos esta oración con la seguridad de la memoria, sino con la necesidad del
corazón; no hagamos esta oración porque queremos decir algo, sino porque Dios
quiere decir y darnos; no digamos esta oración porque nos sentimos demasiado
buenos, sino porque queremos descubrir que Dios es el único bueno que nos
asiste con su gracia, con su amor y providencia; no digamos esta oración
pensando que vamos a dejar de ser nosotros mismos, sino pensando, más bien, que
sólo en Dios y en nuestros hermanos podemos encontrarnos, reconocernos y llegar
a ser libres para amar de verdad; Digamos esta oración con la convicción de que
nuestra vida le pertenece solamente a Dios, de que vivimos para Él, y queremos
hacer lo que solamente a Él le agrada.
Por
eso, en este recorrido cuaresmal, hagamos juntos esta hermosa oración, para que
comprometiéndonos con Dios Padre y con nuestros hermanos podamos mejorar
nuestras relaciones dejándonos reconciliar. Que no solamente podamos decir
“Padre”, sino que de verdad podamos sentirnos hijos que, en comunión, caminamos
con alegría hacia la Pascua, hacia la eterna Pascua.
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