La Iglesia de Cristo se apoya en la firmeza de la fe de Pedro: Comentario 22 de Febrero del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
(De
los comentarios de San León Magno Papa)
De
entre todo el mundo, solo Pedro es elegido para ser puesto al frente de la multitud
de los llamados, de todos los apóstoles, de todos los Padres de la Iglesia;
pues aunque en el pueblo de Dios son muchos los sacerdotes, muchos los
pastores, a todos los rige Pedro, bajo el supremo gobierno de Cristo. Dios,
amadísimos hermanos, se dignó conceder a este hombre una grande y admirable
participación en su poder; y todo aquello que quiso que los demás jefes del
pueblo tuvieran en común con él se lo otorgó a través de él.
El
Señor pregunta a sus apóstoles qué piensa la gente acerca de él, y su respuesta
concuerda en cuanto que expresa la desorientación de la ignorancia de los
hombres. Pero tan pronto, como interroga a sus discípulos sobre la convicción
que ellos tienen, el primero entre ellos en dignidad es el primero también en
confesar al Señor. Cuando Pedro hubo dicho a Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le respondió: “Bienaventurado eres tú, Simón hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Es
decir: Bienaventurado eres, porque mi Padre te ha instruido; no has sido
engañado por las opiniones terrenas, sino que te ha iluminado la inspiración
celestial; ni la carne ni la sangre te han proporcionado el conocimiento de mi
persona, sino aquél de quien soy el Hijo único.
Y
yo –añade- te digo; esto es: “así como mi Padre te ha revelado mi divinidad,
así quiero yo a mi vez darte a conocer tu propia dignidad: Tú eres Pedro”, esto
es: “Yo soy la Piedra inquebrantable, yo soy la piedra angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy
el fundamento fuera del cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra,
porque por mi virtud has adquirido tal firmeza, tendrás juntamente conmigo, por
participación, los poderes que yo tengo en propiedad”.
Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los
poderes del infierno no la derrotarán. “Sobre
esta piedra firme –quiere decir- edificaré un templo eterno, y la alta mole (de
grandes dimensiones) de mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará
en la firmeza de esta fe”.
Los
poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vínculos de la
muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas
introducen en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que
las niegan.
Por
esto dice Jesús al bienaventurado Pedro: “Yo
te daré las llaves del Reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la
tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será
desatado en el cielo”.
Verdad
es que este poder fue comunicado también a los demás apóstoles y que este
decreto constitutivo concierne igualmente a todos los que rigen la Iglesia;
pero, al confiar semejante prerrogativa, no sin razón se dirige el Señor a uno
solo, aunque hable para todos. Esta autoridad queda confiada de un modo
singular a Pedro, porque él es constituido cabeza de todos los pastores de la
Iglesia.
Nota: Este comentario fue tomado de la Liturgia de
las Horas, Tomo II, Edisepa, p. 1353-1354.
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