Con Jesús veo todo con claridad: Comentario 20 de Febrero del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
El
lugar donde se desarrolla el encuentro de Jesús con el ciego que necesita ser
curado se llama Betsaida, éste no solamente es un lugar geográfico dentro de
éste texto del evangelio, sino también un lugar simbólico; es el lugar al cual
Jesús va a dirigir “Ayes” (“Ay de ti Betsaida”), del cual Jesús va a lamentarse
por no haber creído en su Palabra. Betsaida, entonces, representa el lugar de
la incredulidad, de la no aceptación, de la autoafirmación y negación de Jesús
como el Hijo de Dios, el Mesías.
Ante
este primer elemento, hemos de decir que por eso mismo era necesario que
desarrollara esta escena del encuentro de Jesús con el ciego, porque Jesús
quiere sanarlo, devolverle la vista para que comience a ver; pero ante todo, el
ciego representa a este pueblo de Betsaida que también necesita ser curada de
su ceguera espiritual, necesita ser liberada de la obscuridad, de la enfermedad
del pecado, necesita de la luz de la fe para que pueda comenzar a ver.
No
será que también nosotros necesitamos de esa luz que viene de parte de Jesús
para que nos cure de nuestra ceguera del corazón, porque no somos capaces de
reconocerlo a veces, porque apartamos la mirada de su proyecto de salvación, y
más aún, porque a causa de nuestra ceguera espiritual nos hemos quedado
parados, como hipnotizados y no sabemos a dónde ir por la vida. Dejemos,
entonces, que Jesús nos indique el camino, pero para ello, necesitamos comenzar
a creer en Él, necesitamos comenzar a ver.
Como
segundo elemento, llama la atención, el grupo de personas que acerca al ciego
hasta Jesús para que pueda curarlo. Será que yo me siento identificado con el
que lleva y acerca al ciego hasta donde está Jesús, ¿me siento responsable y
comprometido con las necesidades de los demás, acompaño, sirvo, ayudo?, ¿o
siento que las necesidades de los demás, para nada me afectan y por eso, es
mejor que sigan viviendo como hasta ahora? Si verdaderamente creo en Jesús,
necesito tomar de la mano al otro y llevarlo hasta donde está Él para que pueda
ser curado.
Como
tercer elemento, encontramos en el texto que dice: “Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano”. Jesús descubre primero
que éste hombre está ciego, luego, lo toma de la mano y enseguida lo
conduce hacia una zona mejor, a un lugar
luminoso, seguro, para luego curarlo. Debemos dejar también que Jesús nos tome
con su mano amiga, dejarnos conducir por Él, que nos saque de nuestras
seguridades, de nuestra zona de confort, de nuestros razonamientos lógicos, de
nuestras incredulidades, de nuestros duros y lastimosos prejuicios para que
Jesús pueda, luego, curarnos. Ante Jesús, no necesitamos resistencia,
necesitamos dejar que Él se apodere de nuestra vida y la conduzca, necesitamos
ser humildes para que pueda amoldar nuestro corazón y, nuestra manera de vivir.
Sólo
con la luz que viene de Jesús podemos ver con claridad, sin su luz, sin la
sabiduría que viene de Él, vemos todo obscuro, borrosamente, deformamos la
realidad, nuestras relaciones, nuestro presente y porvenir. Sin la presencia de
Jesús en nuestra vida vivimos como encarcelados, como en un laberinto sin
salida.
Por
último, Jesús recomienda al ciego que regrese a su casa y que ni siquiera
vuelva a pisar la aldea. Si nos hemos decidido a creer y seguir a Jesús; si
hemos dejado que nos devuelva la vista, ya no hemos de mirar ni regresar hacia
atrás, a nuestro antiguo estado de vida, estado de pecado: malicia y perversidad;
más bien, hemos de dejar que habite por siempre en nuestra casa (persona) y
buscarlo también en su casa (templo), en la oración, en los sacramentos
(Eucaristía), en cada uno de nuestros hermanos procurando su bien y su
salvación.
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