Hombre y mujer los creó: Comentario 14 de Febrero del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
El versículo del libro del génesis que habla del hombre y de la mujer como creaturas de Dios, nos ayuda a entender lo complejo, y a la vez, lo grandioso del ser humano. Las ciencias que estudian al hombre, han ido sacando a la luz las dimensiones que conforman este maravilloso ser, que ha sido llamado a realizar una sublime vocación: ser imagen de Dios.
El cristianismo ha pregonado siempre la grandeza del hombre y su belleza expresada en su doble condición: como hombre y como mujer. La biología y la fisiología, así como la medicina general, consideran en el ser humano, su doble expresión sexual; la filosofía contempla, desde la óptica antropológica, una reflexión sobre el valor determinante del cuerpo y, obviamente, de su anatomía en sintonía con su psique. Sobre todo la psicología y la sociología, que consideran al hombre en su dinamismo interno y externo, han estudiado el impacto del hombre con su entorno, nos describen la necesidad de un desarrollo sano por la presencia de los padres –papá y mamá- en los primeros años de su vida.
“Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios” (CEC 2335). Desde el momento de la fertilización se adquieren las cargas genéticas propias de hombre o mujer, que determinan la identidad sexual que acompañará a la persona durante toda su vida. En la unión de los gametos ya hay vida, hay un nuevo ser, hay una persona: hombre o mujer, no se trata de una cosa. Apostemos por un concepto lúcido sobre la dignidad humana que se debe estimar, custodiar, promover y realizar.
El ser humano ha de ser respetado –como persona- desde el primer instante de su existencia. “Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, estén orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar” (CEC 2333).
La Biblia defiende la ley natural. Ni en el Antiguo Testamento, ni en el Nuevo hay lugar para las ambivalencias respecto a la desintegración del hombre-mujer. Prueba de ello es el término ish = hombre, en contraposición de ishah = mujer, esto en hebreo; en griego respectivamente aner y gyné. De hecho, el génesis precisa que el macho y la hembra fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Por tanto, bíblicamente hablando, se puede precisar que en la creación divina no aparece otro tipo de identidades. El hombre en la Sagrada escritura está definido en un orden creado, salir de éste es encontrar el desorden. Por ello, él debe conocer su dimensión espiritual que le da la sabiduría para elegir aquello que va de acuerdo al ordenamiento de su ser.
“Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión” (CEC 2331).
Aprendamos de Jesús a mantener un amor puro, genuino, entregado de manera plena, manifestándose en la búsqueda del bien y de la felicidad de los demás. Jesús a donde quiera que iba pasaba haciendo siempre el bien, respetando y dando el lugar que se merecía a cada uno. Este es el amor que quiere enseñarnos Jesús, un amor que se dona, que se regala, se reparte sin condiciones y que tiene como fin devolver la dignidad de toda persona y no quitársela o denigrársela.
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