Sin oración, nos vence el desaliento: Comentario 09 de Enero del 2019

          Padre Manuel de Jesús de los Santos

                                                                         Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,

          Parroquia Santa Marìa de los Ángeles

Dios es amor y se dio a conocer en un acto de amor. No hay mayor fuente de dinamismo que ese amor. Es imposible procurar el Reino de Dios sin abrirse a Él. La fórmula es lapidaria y no deja lugar a dudas: “Si Dios nos ha amado, así nosotros también debemos amarnos unos a otros”.

Por amor adquieren razón de ser los esfuerzos humildes y diarios en busca de una civilización verdaderamente humana. El creyente que vive la caridad se convierte en testimonio de la presencia de Dios entre los suyos.

Lo que mejor adorna a una persona es su forma de ser y de vivir la vida en relación con los demás: su sabiduría, simpatía, ternura, bondad, inocencia, humildad, caridad, alegría, etc. A casi todos nos gusta encontrarnos con personas abiertas y sencillas, con personas que se sorprenden y que mantienen un ideal, a personas buenas y emprendedoras. Y es que, nos gusta admirar las buenas cualidades en los demás, pero nos cuesta trabajo decidirnos por imitarlas. 

A mucha gente les llaman la atención las películas de los superhéroes, y les emocionan no tanto por los villanos que aparecen, sino por los héroes que cuidan, protegen y salvan en situaciones de peligro. Admiramos y alabamos cuando un héroe salva a una persona en una película, algunos hasta se llegan a convertir en casi o en fans de ese superhéroe: “superman”, “Thor”, “Mujer maravilla”, etc.; muchos otros se van al otro extremo, y pretenden comportarse o ser como ellos.

Pero Jesús es nuestro mejor héroe, a él sí tenemos que seguir e imitar, ha venido para traernos vida y vida en abundancia gracias al amor con que se ha revelado y entregado a nosotros. No cabe la menor duda, el ser humano ha nacido para amar, nació para proteger y salvar. Los que nos decimos cristianos no deberíamos buscar hacer otra cosa mejor que amar, ser expertos en el amor, ser expertos en comunicar la vida. Pero, ¿cómo hay que hacerle?

Jesús nos da el ejemplo de cómo ser héroes, de cómo se debe amar y obrar el bien por los demás; hay tiempo para el trabajo, para el apostolado, pero debe haber también tiempo para la oración; hay tiempo para tratar con la gente aun con motivaciones apostólicas o de evangelización, pero también debe haber tiempo suficiente para tratar a solas con Dios. Nadie puede ser héroe, entonces, en este mundo, si no cuenta con la ayuda del Espíritu Santo que le da el poder a través de la oración.

Ya se ha dicho con verdad que el que no trata con Dios en la oración, no tiene nada que decir o comunicar a los hombres; y también se nos recuerda que, antes de hablar a los hombres de Dios o antes de hacer algo por ellos, es preciso hablar a Dios de los hombres.

En ciertos casos las cosas no salen bien, no tanto porque no se hace lo suficiente, cuanto porque a la acción no unimos la oración, al menos la suficiente oración. Con la oración se alimenta la fe, y esta nos lleva a la acción, a las obras de caridad. Por tanto, si no hay suficiente fe tampoco habrá suficiente caridad; recordemos que la fuente del amor se llama Dios.

El peligro que corre un cristiano que no ora, es que pueda intentar hacer alguna obra buena por los demás, pero más tarde la va a abandonar porque el desaliento, el desanimo y el descontento lo alcanzarán. Por eso, fortalezcamos nuestra vida cristiana con la oración para que hayan frutos abundantes y buenos que beneficien a toda la Iglesia y sociedad en general

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