“El que es evangelizado, evangelice a su vez”: Comentario 31 de Enero del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
“No hay nada oculto que no deba ser revelado”.
El cristiano está llamado a ser luz en el mundo, éste necesita de esa luz; el
cristiano no debe pecar de exhibicionismo, no debe hacer las cosas buenas para
que lo vean o lo alaben, o para conseguir propios intereses o beneficios; esto
lo censuró repetida y muy duramente el Señor Jesús a los fariseos.
Pero
el cristiano no debe sentir miedo de ser visto; nada hay que arrastre tanto como
el ejemplo y, en un mundo de corrupción donde solamente se valora el dinero o
la habilidad de para conseguirlo, el cristiano tiene que ser luz con su
conducta coherente y honesta.
Esa
luz no la puede ocultar; el cristiano tiene sus principios, sus normas
evangélicas y la luz de esos principios y de esas normas las ha de transmitir a
su alrededor sin antipáticos alardes, pero sin miedos cobardes que anulen o
impidan.
Si
Jesús tan repetidamente exhorta a los suyos, diciéndoles que deben ser la luz
del mundo, la levadura en la masa y la sal de la tierra, ¿no será para que de
esa forma el mundo reciba los beneficios de esa luz, de esa levadura, de esa
sal?
“La medida con que midan se usará para ustedes”.
Esta norma que aquí nos señala Jesús, además de ser sumamente justa y
equitativa, tiene una aplicación muy práctica para nuestra vida cristiana.
Somos
muy exigentes con los demás, muy severos con sus actos y su manera de obrar;
les pedimos lo que nosotros no somos capaces de dar; suponemos en ellos
intenciones que nunca ellos imaginaron, causando con esto frecuentes y graves
disgustos a nuestros hermanos.
Por
el contrario, así como somos tan exigentes con los demás somos de tolerantes
con nosotros mismos; nos sabemos disimular fácilmente; encontramos justificativos
para sincerar nuestra manera de proceder.
Jesús
nos señala la norma con que seremos juzgados: si quieres indulgencia para ti,
se tú compasivo con los demás; si quieres comprensión trata de entender a los
demás; si quieres que te perdonen, comienza perdonando tú; si quieres ser
amado, empieza por amar tú primero.
“Pues al que tiene se le dará más”.
El cristiano siempre debe buscar ser generoso, nunca escatimar o reservarse
algo para sí, o guardárselo y ocultarlo en su interior, sino que siempre ha de
actuar y vivir para buscar el bien y la salvación de los demás. Por ello, ha de
procurar una vida esforzada, sacrificada y exigida, no debe quedarse dormido,
urge hacer llegar el evangelio a todos los ambientes y rincones de la tierra,
para despertar a muchos que yacen en el sueño de la muerte a causa del pecado;
el cristiano, poniéndose al servicio de los demás, garantiza su madurez
espiritual, su realización como persona y la propia salvación como la de muchas
almas.
Recibir,
profundizar y compartir la Palabra de Dios convierte al cristiano en apóstol.
Ésta es la piedra de toque de la evangelización: “el que es evangelizado, evangeliza a su vez” (Pablo VI, Evangelii
Nuntiandi, 24).
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