Busquemos agradar a Dios: Comentario 22 de enero del 2019
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
El
gran precepto sabático fue otro de los motivos de conflicto con los fariseos;
se quejan de la transgresión de los discípulos de Jesús. La respuesta que Él
ofrece es una clara invitación a no poner al hombre al servicio de las leyes,
sino al contrario. El precepto es útil cuando es una orientación o ayuda a la
persona, pero es perjudicial cuando la esclaviza, siendo intransigente con las
circunstancias humanas; la ley tiene que estimular la reflexión y no quitar la
capacidad de pensar, de decidir y, menos aún, de hacer el bien.
Para
aplicar el criterio correcto es necesaria una mente abierta, renovada,
iluminada por el espíritu Santo. Desde luego, la actitud de Jesús nunca
justificará la arbitrariedad de quienes transgreden las leyes para su propia
conveniencia. La ley se hizo para que se respete porque tiende hacia la
búsqueda de la verdad, libertad y la realización de toda persona, nunca hacia la
esclavitud y su infelicidad; mientras tanto, la ley mata cuando se mueve al
propio antojo y de acuerdo a los propios intereses.
Procuremos
superarnos en la vivencia de una vida justa: que esté impregnada de un gran
celo y de una ardiente fe, pero también de una vida rica en misericordia y
obras de caridad.
Tampoco
esperemos a que los demás comiencen primero para decidirnos por una vida justa,
antes bien, tomemos la iniciativa de llevar una vida de servicio y caridad, que
el que más sirve, más experimenta la gracia y la providencia de Dios en su
vida. Para ello, tomemos como referencia a los santos, que con un testimonio
lleno de fe y de buenas obras lograron conquistar la corona que no se marchita,
no sólo para sí mismos, sino también para una larga lista de personas que
lograron conquistar para Cristo. Por eso, leamos más vidas de santos, vidas
ejemplares, pues ellos son los que también nos enseñan cómo debemos vivir el
evangelio de Jesús; ellos vivieron para agradarle a Dios y no a los hombres;
vivamos, entonces, de tal forma que siempre busquemos agradar a Dios en el
servicio hecho con amor a nuestros hermanos.
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